
Seguro que más de una vez has visto un bote de creatina en la estantería y has pensado que “todas son iguales”. Pero la realidad es que no lo son. Según los nutricionistas deportivos, la clave está en aprender a leer bien la etiqueta antes de decidir qué producto llevarte a casa. Puede que la diferencia entre progresar en tus entrenamientos o estancarte esté justo ahí, en las letras pequeñas.
En este artículo te contamos, de forma clara y sin rodeos, qué aspectos deberías revisar en la etiqueta de tu creatina para asegurarte de que estás eligiendo un suplemento de calidad.
El tipo de creatina que aparece en la etiqueta
Lo primero que tienes que comprobar al comprar creatina monohidrato es qué tipo de creatina contiene el producto. Aunque existen diferentes variantes, como la creatina HCL o la creatina etil éster), la mayoría de nutricionistas coinciden en que la más estudiada y efectiva es la creatina monohidrato. Su eficacia está respaldada por cientos de investigaciones, y además suele ser la opción más económica.
Si en la etiqueta aparece simplemente “creatina” sin especificar, desconfía. Lo correcto es que indique claramente “monohidrato de creatina”.
La pureza del producto
Éste es un punto que muchas personas pasan por alto y que es más importante de lo que cualquiera piensa. No basta con que el bote diga “creatina”, también hay que fijarse en la pureza. Los nutricionistas deportivos suelen recomendar elegir productos que aseguren al menos un 99,9 % de pureza.
Algunos fabricantes utilizan sellos o certificaciones como Creapure®, que garantizan que la creatina ha pasado por controles de calidad estrictos y que está libre de contaminantes o impurezas.
Los ingredientes añadidos y el menos es más
Cuando revises la etiqueta, fíjate bien en si el producto tiene azúcares añadidos, colorantes, edulcorantes o rellenos innecesarios. La creatina no necesita nada más, un buen suplemento debería contener únicamente creatina monohidrato.
Muchos nutricionistas aconsejan evitar mezclas que prometen “efectos mejorados” con añadidos exóticos, ya que lo único que hacen es encarecer el producto y complicar la absorción.
El formato de la creatina
Aunque no es un dato que siempre aparezca en grande, la etiqueta debería indicar el formato en el que viene la creatina, porque la hay en polvo, cápsulas o tabletas. Los expertos suelen recomendar la creatina en polvo, porque es la que ofrece mejor biodisponibilidad y resulta más versátil a la hora de tomarla.
Si optas por cápsulas, revisa también los ingredientes de la cubierta, sobre todo si buscas opciones veganas o libres de gelatina animal.
Dosis recomendada y forma de uso
Otro apartado clave de la etiqueta es la dosis diaria recomendada. Lo más habitual es que se aconseje una cantidad de 3 a 5 gramos al día, que es la dosis estándar avalada por la evidencia científica.
Si ves productos que recomiendan cantidades mucho más altas sin justificación, desconfía: puede ser una estrategia de marketing para que consumas más rápido el bote.
La fecha de caducidad y el lote
Puede parecer obvio, pero nunca deberías dejar pasar este detalle. Revisa siempre la fecha de caducidad y el número de lote del producto. La creatina caducada puede perder eficacia y, en el peor de los casos, deteriorarse hasta volverse inservible.
La procedencia y el fabricante
Por último, echa un vistazo a la información sobre el fabricante. Un suplemento serio debe incluir la dirección de la empresa, el país de origen y datos de contacto. Esto no solo habla de transparencia, también te da confianza en que se trata de un producto que cumple con las normativas sanitarias.