El Hospital General Universitario de Valencia ha dado un paso más en Micropigmentación Oncológica y ha ampliado tanto el horario de la consulta especializada en esta técnica, como los grupos de pacientes que podrán ser atendidos. De este modo, podrá abarcar una mayor variedad de patologías y dar coberturas a una gama más amplia de necesidades.
La técnica del tatuaje reparador se proporciona a personas que han sufrido cambios físicos debido al tratamiento de un cáncer, como en el caso de pérdida de areolas mamarias. En este sentido, más de 200 mujeres que se sometieron a una mastectomía han solicitado la micropigmentación del pezón desde que se incluyera esta opción en la cartera de servicios del centro sanitario.
“La reconstrucción mamaria ha demostrado tener un impacto psicosocial muy importante en la vida de quienes han pasado por una mastectomía”, ha explicado María Rovira, enfermera responsable de la Consulta de Micropigmentación Oncológica de este hospital.
“Con el tatuaje tridimensional -ha detallado la especialista-, imitamos el complejo areola-pezón mediante la definición del contorno areolar, los tubérculos de Montgomery y una variedad de colores que permiten la individualización y la simetría contralateral, aumentando la satisfacción de la paciente con la apariencia de la mama”.
Se trata de un procedimiento ambulatorio sencillo, rápido y seguro, que no precisa tratamiento antibiótico, anestesia u hospitalización. “No obstante, -ha agregado Rovira-, se necesita especial cuidado al tatuar a personas con cáncer, ya que son particularmente vulnerables”.
Beneficios emocionales
Laura y Susana, pacientes de esta consulta del Hospital General, han valorado los beneficios emocionales que les ha supuesto recuperar su estado natural después del tratamiento de su cáncer.
“La enfermedad anula tu identidad. De repente, no te reconoces en el espejo y te afecta tanto en lo físico como en lo emocional. Para mí ha sido como cerrar un círculo. Después de que el equipo médico y el sistema sanitario invirtieran tanto en nuestra supervivencia, nos faltaba afrontar el factor psicológico y la reconstrucción del pecho ha conseguido que volvamos a sentirnos ilusionadas con nuestro cuerpo, conectadas con nuestra esencia y agradecidas”, ha relatado Laura.
En el mismo sentido, Susana ha destacado “la recuperación de la normalidad familiar” y define el paso por la consulta como “un antes y después en mi vida”. “Antes del tatuaje, me escondía de mis hijos, no quería que me vieran desnuda. Recomendaría al cien por cien esta ayuda, es como comenzar tu nueva vida”, ha subrayado.
Otros grupos de pacientes
Si bien es cierto que la mayoría de las usuarias son mujeres -para tatuaje de areola y pezón 3D, unilaterales y bilaterales-, en el último año, la especialista también ha atendido a tres hombres con la misma patología.
Asegurar la percepción de la estructura completa de la mama es fundamental “tanto para mujeres como para hombres, que tienden a descubrir más el torso en verano, en entornos como la playa o el gimnasio. Sentir una apariencia normal del pecho les aporta confianza y salud emocional”, ha indicado.
El éxito de esta técnica y el alto grado de satisfacción ha hecho que se vea como opción para otro tipo de secuelas. Así, en los últimos tiempos, Rovira ha ‘pintado’ dos tatuajes reconstructores de labio tras angioma, un tatuaje reconstructor de labio leporino, un tatuaje de alopecia tras escisión de angioma en cuero cabelludo y un tatuaje reconstructor de mejilla con quemadura secundaria a radioterapia.
“Normalmente nos derivan a las pacientes a través de interconsulta vía Cirugía Plástica o Cirugía de Mama. Ahora, además desde Oncología, Dermatología y Maxilofacial, con un rango de edad muy amplio, que va desde 26 a 83 años, y todos con el mismo deseo de completar su reconstrucción”, ha comentado Esther Morales, técnico en cuidados auxiliares en enfermería.
Cooperación con el equipo médico
El papel de la enfermera dermopigmentadora (o tatuadora) complementa el del equipo multidisciplinar, pues es una profesional de la salud especialmente formada en tatuajes. La cooperación con el equipo médico es crucial para garantizar la seguridad de la paciente.
“Es importante recordar que un tatuaje bien hecho ayuda en el proceso de curación y superación emocional de la enfermedad. Por eso, es fundamental que, como profesionales, sigamos aprendiendo y perfeccionando las técnicas. El asombro, la alegría y la emoción que se ven reflejadas en la cara de las pacientes tras la primera sesión es indescriptible”, ha concluido Rovira.
María Rovira es tatuadora desde 2003, enfermera desde 2007 y enfermera del General de Valencia desde 2014. Es máster en Deterioro de la integridad cutánea, úlceras, heridas y estomas y docente en la Escuela Valenciana de Estudios de la Salud (EVES), en la Universitat de Valéncia y en la Universidad Católica de Valencia.