El joven de 29 años, con un 66 % de minusvalía y graves problemas psiquiátricos, falleció tras sufrir convulsiones mientras estaba detenido. Sus padres denuncian negligencia y exigen responsabilidades.
Jávea (Alicante), 20 de octubre de 2025. — La madrugada del 25 de septiembre terminó en tragedia en el cuartel de la Guardia Civil de Jávea. En uno de sus calabozos, Valentín, un joven de 29 años con discapacidad reconocida y graves trastornos mentales, murió esposado tras sufrir un ataque con convulsiones. Su familia denuncia una cadena de negligencias y se prepara para personarse como acusación particular con el objetivo de esclarecer las circunstancias de su muerte.
“¿Cómo puede ser que un joven muera en un calabozo? La cadena de custodia ha fallado”, denuncia su padre, Daniel, que junto a su esposa Ana busca respuestas.
🔹 Un historial de abandono institucional
Valentín sufría esquizofrenia y trastorno de la personalidad, además de una dependencia de grado 1 y una discapacidad del 66 %. Durante más de 12 años, sus padres solicitaron a la Generalitat Valenciana su ingreso en un centro especializado.
“Nos decían que no había plazas y que, si queríamos una, teníamos que pagar 5.500 euros al mes. No podíamos permitírnoslo”, lamenta Daniel.
Sin un tratamiento institucional adecuado, Valentín vivía con sus padres en Jávea. En los últimos años, según relatan, cayó en el consumo de drogas y fue manipulado por bandas locales, que lo usaban como mensajero para pequeños encargos.
🔹 La noche del 24 de septiembre
Aquella noche, alrededor de las 22:15 h, el joven salió de casa “para hacer unas gestiones”. Poco después, acudió a un hotel del municipio, donde dijo a la recepcionista que tenía que hacer una entrega para un cliente.
La mujer, asustada al verlo nervioso, llamó a la Policía Local.
Cuando los agentes llegaron, lo cachearon y le encontraron tres bolsitas con polvo blanco. Según su padre, hubo un leve forcejeo antes de que fuera trasladado al cuartel de la Guardia Civil.
Antes, sin embargo, lo llevaron al ambulatorio de Jávea, donde un médico le inyectó un tranquilizante sin revisar su historial clínico, pese a que Valentín ya tomaba medicación psiquiátrica.
“Esa mezcla fue la bomba. En vez de calmarlo, lo alteró aún más”, asegura Daniel.
🔹 Cuatro horas esposado en el calabozo
Tras la inyección, Valentín fue encerrado en un calabozo “en estado de agitación”, según la familia.
Permaneció allí cuatro horas esposado, pidiendo agua y atención. A las 6:15 de la madrugada, sufrió un ataque con convulsiones. Cuando los sanitarios llegaron, solo pudieron certificar su muerte.
“Estuvo horas en ese estado sin recibir atención médica adecuada. Nadie evitó que se golpeara ni lo vigiló como correspondía”, denuncia el padre.
🔹 “Nos avisaron cinco horas después”
La familia no fue informada hasta pasadas cinco horas. “Llamaron a mi mujer y le dijeron que dejara lo que estuviera haciendo, que tenía que ir a casa porque tenían una noticia. Cuando llegó, pensó que la ambulancia traía a Valentín, pero era para ella: se desmayó al conocer la noticia”, recuerda Daniel.
“Me dijeron que mi hijo había muerto, sin ni siquiera darme los buenos días. Con una falta total de humanidad”, añade.
🔹 Cinco días sin poder ver el cuerpo
Por haberse producido la muerte bajo custodia, el cuerpo de Valentín no fue entregado a la familia hasta cinco días después, tras la autopsia.
En el tanatorio de Dénia, sus padres vieron signos que les preocuparon:
“Tenía el cráneo golpeado y las sienes abultadas. Dicen que se golpeó durante las convulsiones, pero ¿dónde estaba la custodia que debía protegerlo?”
🔹 Una familia decidida a llegar hasta el final
Los padres de Valentín aseguran que no buscan venganza, sino justicia y transparencia.
“Queremos saber qué pasó. A nuestro hijo no lo vamos a recuperar, pero no permitiremos que algo así vuelva a ocurrir. Era un chico enfermo, no un criminal”, subraya Daniel.
La familia prepara una querella por presunta negligencia y omisión del deber de socorro, además de solicitar la revisión de los protocolos de actuación policial ante personas con problemas de salud mental.
🔹 Un caso que reabre el debate sobre la atención a la salud mental
El fallecimiento de Valentín ha vuelto a poner sobre la mesa las carencias del sistema de atención a personas con trastornos mentales graves, especialmente aquellas que no cuentan con recursos económicos.
Organizaciones de derechos humanos han pedido una investigación independiente sobre las condiciones de detención y la actuación médica previa.