Juan Roig, en la inauguración del gigante Roig Arena, ha agradecido públicamente a los más de 5.000 trabajadores que han hecho el complejo deportivo, el esfuerzo hecho. Un gran detalle, el acordarse de quienes realmente lo han hecho con su sudor y manos, que le honra.
A mí me ha sorprendido mucho y me ha recordado de mis lecturas de juventud el poema de Bertolt Brecht “Preguntas de un obrero que lee” donde su autor se cuestionaba sobre quienes habían sido, de verdad, los constructores de las grandes obras faraónicas que hay en el mundo: los poderosos grandes señores o los obreros que las habían hecho con fátiga y lágrimas.
“¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?/ En los libros aparecen los nombres de los reyes./ ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra?/ Y Babilonia, destruida tantas veces,/ ¿quién la volvió siempre a construir? ¿En qué casas/ de la dorada Lima vivían sus constructores? / ¿A dónde fueron los albañiles la noche en que fue / terminada la Muralla China? / La gran Roma está llena de arcos de triunfo./ ¿Quién los erigió? “
En este detalle, Juan Roig ha coincidido, curiosa, aunque lógicamente, con el literato marxista Bertolt Brecht, a la hora de escribir la historia, donde los amanuenses oficiales siempre han otorgado los honores a reyes y emperadores, cuando la realidad ha sido bien distinta.
Juan Roig sabe que los redactores de nuestra historia local le van a atribuir para siempre el haber hecho el gigantesco e impresionante Roig Arena, él sólo, omitiendo que quienes se lo han currado en el día a dia, lloviendo o con fuerte sol, han sido los trabajadores, la clase obrera, a la que siempre se le niega su papel constructor y realizador.
En este caso, Juan Roig ha coincidido felizmente con Bertolt Brecht (Ausgburgo1898-Berlín Este 1956) en que los historiadores en sus crónicas y libros no mencionan a la gente de a pie, a los currantes, todas las medallas se ls apuntan quienes no hacen nada, políticos sobre todo, los que salen indebidamente en las fotos y en las placas conmemorativas.
De ningún monumento importante de los que tenemos en Valencia, quienes los han historiado no han tenido nunca el gesto y detalle de referirse a quienes realmente los levantaron. La lógica y la sensatez ha hecho que Juan Roig hiciera este reconocimiento público de gratitud a los verdaderos protagonistas de la historia del Roig Arena, no a él como ha ocurrido siempre en todos los manuales científicos y hasta universitarios de la historia.
Aparte de este homenaje y agradecimiento a los 5.000 trabajadores que hicieron el Roig Arena, Juan Roig ha dado, sin pretenderlo, una buena lección a los valencianos, especialmente a los miles que, embravecidos, siguen al Valencia C.F. y llenan el viejo Mestalla. A Peter Lim, al propio Club y sus jugadores, y cómo no a los políticos de esta ciudad y reino. El nuevo Mestalla lleva 16 años con las obras paralizadas, las mismas que hace 10 años dijo el de Singapur –a quien tuvieron la poca vergüenza los valencianos de venderle el centenario club- que las terminaría.
Un solo hombre ha hecho el gran estadio del Roig Arena y miles de valencianos están consintiendo –hablan mucho, pero no hacen nada, típico de nuestro pasado bereber- que el Valencia CF moral y materialmente esté estancado, se va diluyendo. Mucho ¡Amunt Valencia!, mucho “sentiment” valencianista, “tots pa l´anda i l´anda en terra”. Ni equipo, ni nuevo Mestalla. Somos de la cultura de la fiesta, paella y cabalgata.