El partido catalán se planta en el Congreso y mantiene su enmienda a la totalidad contra la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial. La izquierda saca el yoga para los currantes, pero Junts cree que las pymes ya están en la postura del muerto.
Los diputados se levantan… pero no para reducir horas
El Congreso de los Diputados ha vivido un momento de esos que en Netflix titularían: «Se avecina bronca».
Resulta que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, presentó su esperadísima reforma de la jornada laboral: una bajada progresiva a 37,5 horas semanales sin tocar el sueldo. Porque trabajar menos cobrando lo mismo es el sueño de cualquier ser humano no millonario.
Pero Junts, como ese cuñado que siempre dice que el Black Friday es una estafa, ha decidido decir NO. Mantienen su enmienda a la totalidad porque creen que esto pone en peligro a las pequeñas y medianas empresas. Las mismas que ya tiemblan cuando oyen la palabra “reforma”.
«¿Trabajar menos? Perfecto. ¿Pagando lo mismo? Ni de broma»
El argumento de Junts es claro: no se puede pedir a las pymes que hagan milagros. “Es que son pequeñas”, dicen. “No pueden pagar más por menos”, insisten.
¿Y el Gobierno? Pues Yolanda Díaz ha respondido con una serenidad que ni un anuncio de tila:
“Reducir la jornada no solo es posible, es beneficioso. Ya lo hacen en Europa, y están más felices que un lunes festivo”.
Pero claro, Junts no se fía. Dicen que esto, sin un informe de impacto económico, es como construir una rotonda sin saber si hay coches.
Las horas que se van… ¿y quién las cubre?
Y aquí llega el drama empresarial: si se baja la jornada laboral sin bajar el sueldo, o se contrata más personal (cosa que cuesta dinero) o se exprime al equipo actual como una naranja de zumo industrial.
Desde Junts aseguran que muchas pymes no tienen margen ni para imprimir la nómina sin que la impresora proteste. “Si esta medida se aprueba sin matices, va a haber más cierres que en un lunes de agosto en Valencia”, ha dicho un portavoz que llevaba cara de autónomo estresado.
Izquierda: “Es modernidad”. Junts: “Es ruina”
Sumar, Podemos, y toda la izquierda cool del Congreso venden la medida como un paso hacia el futuro. Dicen que se trata de vivir mejor, conciliar, evitar el burnout y quizás hasta tener tiempo para hacerse una ensalada de quinoa.
Pero Junts, pragmáticos como siempre, han traído la calculadora. Dicen que no les salen las cuentas, que esto es un “golpe a la viabilidad de muchas pymes” y que los únicos que se benefician son los que ya tienen plantilla para aburrir.
En otras palabras: si eres Mercadona, adelante. Si eres un bar de barrio con dos camareros y un cartel de “se busca cocinero”, olvídate.
¿Qué propone Junts entonces?
Junts no está contra la reducción de la jornada laboral como concepto. Ellos también quieren tiempo libre para jugar al padel o ver series. Pero piden:
- Un informe serio de impacto económico, no un PowerPoint con gifs motivacionales.
- Compensaciones para las pymes, como rebajas fiscales o ayudas.
- Negociación colectiva real, no un decreto que caiga del cielo como el maná, pero sin receta.
Y mientras tanto, avisan: la enmienda a la totalidad sigue viva. Que viene a ser el “me opongo rotundamente” parlamentario. Como un “no me gusta tu propuesta y he traído la mía, que ni está escrita aún, pero ya verás”.
Yolanda Díaz: “La gente no quiere trabajar más, quiere vivir mejor”
Yolanda, por su parte, ha tirado de filosofía laboral:
“La productividad no va de echar horas, sino de hacer las cosas bien. España trabaja mucho y produce regular”.
Suena bonito, como una taza de Mr. Wonderful sindicalista. Pero las pymes, con sus realidades y facturas, siguen diciendo: “Vale, pero ¿quién paga esto?”
¿Y ahora qué?
Pues ahora el Gobierno tendrá que:
- Negociar con Junts (otra vez).
- Convencer a las pymes de que esto no es una trampa fiscal encubierta.
- Presentar informes que no sean de hace 15 años.
- Explicar cómo se bajan las horas sin subir el desempleo.
Y todo sin que se le queme la tostada política, porque ya hay quien ve esta ley como la reforma estrella de la legislatura. O sea, que si se cae, se llevan media cocina con ella.
Conclusión:
Reducir la jornada laboral suena de maravilla. Menos horas, más vida. Pero sin una calculadora, el Excel de las pymes empieza a sangrar.
Junts se pone en modo “padre de familia responsable” y dice:
“Eso está muy bien, pero ¿quién lo paga, cariño?”
Mientras tanto, los trabajadores sueñan con ese viernes en el que salgan a las 12 del mediodía sin que su jefe les mire como si hubieran quemado la empresa.
Y tú, lector quemado por el reloj:
¿Crees que es posible trabajar menos sin que tu empresa se hunda? ¿O eres de los que creen que España no necesita menos horas, sino menos reuniones inútiles? ¡Cuéntanos! Pero sin prisa, que aquí no fichamos.