Cuando se habla de vacaciones, muchos imaginan playas repletas, arena fina y sombrillas multicolor. Pero no todos buscan mar y descanso: hay quienes prefieren el bullicio cultural de las ciudades, sus monumentos, museos, gastronomía y oferta de ocio. En ese escenario, Valencia suele ser un imán indiscutible para el turismo urbano. Sin embargo, este agosto la postal es distinta: la capital del Turia encara un verano más frío de lo esperado en términos turísticos, y por primera vez en años, los hoteles no logran colgar el ansiado cartel de “completo”.
Una ocupación hotelera por debajo de lo habitual
Durante el primer fin de semana de agosto, la ocupación hotelera en la ciudad se situó entre el 60% y el 65%. El dato, que en cualquier otro contexto podría pasar desapercibido, cobra un matiz alarmante al compararse con el verano de 2024, cuando los hoteles valencianos alcanzaban cifras que oscilaban entre el 80% y el 85%.
La diferencia ronda los 20 puntos porcentuales, un desplome que preocupa seriamente al sector. En años normales, las oscilaciones en los porcentajes de ocupación no suelen superar los 3 a 5 puntos, lo que hace aún más evidente la magnitud del retroceso de este 2025.
El impacto de la DANA de octubre
El origen del problema no se encuentra únicamente en la coyuntura económica o en la oferta internacional de destinos. El sector turístico señala de forma directa a la DANA del pasado 29 de octubre, un episodio meteorológico devastador que no solo afectó a infraestructuras y barrios enteros de Valencia y su provincia, sino que también dejó una huella profunda en la percepción del destino.
Según asociaciones hosteleras y fuentes del sector, este fenómeno climatológico ha derivado en una reducción cercana al 7% en el turismo urbano, especialmente en visitantes que buscan experiencias culturales, gastronómicas y de ocio en el corazón de la ciudad. Aunque las playas mantienen una afluencia notable, la ciudad no logra absorber con la misma fuerza al visitante que opta por turismo de ciudad.
Un turismo nacional a la baja
Otro de los elementos clave que explican el descenso es la menor presencia del turismo nacional. Tradicionalmente, agosto suponía un equilibrio entre visitantes españoles e internacionales, pero en 2025 los turistas nacionales apenas representan un tercio del total.
La caída ha sido especialmente visible en escapadas de fin de semana y estancias cortas, que solían llenar hoteles y apartamentos del centro histórico y de barrios turísticos como Russafa o El Cabanyal.
En contraste, el turismo internacional mantiene el pulso y compensa parcialmente el retroceso. Visitantes europeos y de mercados emergentes siguen apostando por Valencia, atraídos por la combinación de playas, gastronomía mediterránea y oferta cultural. Sin embargo, este repunte no ha sido suficiente para equilibrar el balance global.
Un verano sin récords
El verano de 2024 había dejado cifras históricas, con hoteles y alojamientos rozando el lleno absoluto y una facturación récord para la hostelería. El contraste con este 2025 resulta evidente: lejos de repetir la hazaña, el sector reconoce que, salvo un repunte inesperado de última hora, no se colgará el cartel de “completo”.
Hoteleros y restauradores trabajan contrarreloj con campañas de promoción, descuentos y paquetes especiales para atraer visitantes en la recta final del verano. La meta es salvar, en la medida de lo posible, un agosto que no será recordado por la bonanza turística, sino por las secuelas de la DANA y por la fragilidad de un sector que, pese a su fortaleza, depende en gran medida de la percepción de seguridad y atractivo que proyecta la ciudad.
Mirando al futuro
Valencia continúa siendo un destino con un enorme potencial: combina mar y ciudad, patrimonio histórico, oferta cultural y una gastronomía reconocida a nivel mundial. Pero el golpe de la DANA recuerda la vulnerabilidad de la industria turística frente a factores externos y obliga a repensar estrategias para blindar la imagen de la ciudad en los próximos años.
El desafío ahora es doble: recuperar la confianza de los visitantes nacionales y consolidar el interés de los internacionales. Y aunque este verano no habrá “cartel de completo”, la resiliencia de Valencia y de sus mercados turísticos sigue siendo su mayor carta de presentación.