La exclusión de los medios valencianos de la campaña institucional sobre la DANA, junto a la falta del FLA, pone en jaque el derecho a la información y la supervivencia de un sector ya de por sí asfixiado.
Ah, Valencia. Esa tierra que tanto presume de sol, paellas y fiestas, pero que, cuando llegan las emergencias como la DANA, también demuestra ser capaz de sudar tinta y barro. Porque sí, lo del temporal no fue solo lluvia: fue una sacudida que arrasó con infraestructuras, emociones y, por lo que parece ahora, con la coherencia de quienes se supone que deberían cuidar del ecosistema informativo. Y es que si algo ha dejado claro la reciente alerta de la Asociación de Medios Digitales de la Comunidad Valenciana (AMDComVal) es que, cuando se trata de repartir la tarta de las campañas institucionales, alguien ha decidido que a los medios valencianos ni las migas.
Vamos por partes. Porque aquí no solo hablamos de dinero. Hablamos de algo mucho más serio: el derecho a la información. Y no cualquiera, sino esa que se da con cercanía, con conocimiento de causa, con acento propio (sin tilde, claro), y no con titulares reciclados desde un despacho en Madrid.
El FLA que no llega… y lo que se lleva por delante
Todo comienza —como tantas veces— con una sigla: FLA, el Fondo de Liquidez Autonómica. Un instrumento que debería haberse activado con urgencia para garantizar que las comunidades puedan seguir respirando. Pero en mayo de 2025, seguimos sin noticias de ese salvavidas económico, y eso tiene consecuencias. Muchas.
El president de la Generalitat, Carlos Mazón, lo ha dejado claro: 1.455 millones de euros en deuda comercial y sin un euro nuevo desde Madrid. El impacto sobre los servicios públicos ya es preocupante. Pero lo que desde AMDComVal han querido subrayar es algo igual de esencial y mucho menos mediático: el ahogo de los medios de comunicación locales, que no solo informan, sino que también sostienen empleo, vertebran territorios y son —qué ironía— los que estuvieron ahí cuando cayó el cielo.
Emergencias con eco nacional y silencio local
¿Recuerdan cuando la DANA dejó bajo agua varias comarcas valencianas? ¿Cuando los pueblos se organizaban entre vecinos, cuando Protección Civil era tendencia en redes y los medios locales retransmitían en tiempo real desde la trinchera, con botas de agua y móviles empapados? Pues bien, parece que desde Madrid alguien ha decidido que, a la hora de comunicar la “campaña oficial” sobre la respuesta a esa tragedia, los medios valencianos no son necesarios.
Porque, tres meses después del anuncio oficial, no ha habido ni una triste llamada, ni un correo electrónico, ni un mísero “hola, ¿os interesa colaborar?”. Todo parece estarse gestionando desde la capital, con medios nacionales. Porque claro, qué van a saber los valencianos de su propia tierra, de su propia emergencia.
¿Y la pluralidad comunicativa? Bien, gracias
La Comunitat Valenciana no es solo Levante feliz. Es un mosaico de comarcas, lenguas, acentos y realidades que ningún medio nacional puede traducir con precisión. La campaña institucional sobre la DANA, según se rumorea desde portales especializados como Dircomfidencial, podría estar gestándose con un centralismo tan clásico que da hasta ternura. Pero no se trata solo de romanticismo informativo. Se trata de eficacia comunicativa, de llegar con el mensaje adecuado al lugar adecuado. Y para eso, no hay algoritmo ni redacción en Madrid que pueda sustituir a quien pisa el territorio.
¿Quién informa cuando nadie más lo hace?
Desde AMDComVal lo dicen claro: los medios valencianos no son comparsas ni figurantes. Son parte esencial del tejido social. Y no hablamos solo de periodistas. Hablamos de técnicos audiovisuales, diseñadores, fotógrafos, community managers, productores… Más de 200 familias en toda la Comunitat que dependen de un sistema que ya sobrevive con lo justo, y al que ahora se le niega incluso la posibilidad de participar en campañas institucionales que deberían tener como prioridad la cercanía y la confianza ciudadana.
¿El resultado? Un ecosistema mediático que pierde músculo, credibilidad institucional que se erosiona, y una ciudadanía que acaba informándose por donde puede… y no siempre por donde debe.
Campañas públicas con dinero de todos… ¿para todos?
La gran pregunta —aunque ya sepamos la respuesta— es: ¿por qué no se cuenta con los medios valencianos? ¿Qué lógica sigue un Gobierno central que excluye sistemáticamente a los medios locales en campañas que precisamente necesitan arraigo y capilaridad?
Desde AMDComVal reclaman transparencia y equidad. Dos palabras que deberían estar en cualquier manual de políticas públicas, pero que aquí parecen haberse extraviado en el papeleo de algún ministerio. Piden que los recursos públicos no se queden en el circuito cerrado de los grandes grupos nacionales, y que se reconozca —de una vez— el valor de quienes comunican con compromiso desde dentro.

Esto no es solo un error: es un desprecio
Porque sí, ignorar a los medios locales no es solo una torpeza comunicativa: es un desprecio institucional. Una forma sutil de decir “gracias por vuestra cobertura, ahora dejadnos a los mayores”. Como si el rigor informativo fuese patrimonio de las cabeceras con sede en la M-30. Como si el periodismo de proximidad fuese una nota al pie, y no el ancla que sostiene la credibilidad cuando todo lo demás se tambalea.
Y aquí viene la paradoja: mientras se aplaude a los medios locales por su cobertura de la DANA, se les deja fuera de la campaña institucional que pretende explicar cómo se está gestionando la recuperación. Es como invitar a alguien a una cena y luego no darle ni cubierto.
¿Qué se pide realmente?
La lista de peticiones de AMDComVal no es una carta a los Reyes Magos. Es puro sentido común:
- Aprobación urgente del FLA extraordinario. Porque sin liquidez, ni administración ni medios sobreviven.
- Transparencia y equidad en las campañas públicas. Porque comunicar bien no debería depender del código postal.
- Participación activa de los medios valencianos en la campaña sobre la DANA. Porque no hay mejor comunicación que la que entiende el terreno que pisa.
Y más allá de lo económico, una cosa: respeto. A la profesión, al territorio y a las personas que trabajan —y viven— informando.
Una oportunidad (otra más) para hacer las cosas bien
En tiempos de polarización, bulos y desconfianza generalizada, lo más lógico sería reforzar los canales que aún mantienen contacto directo con la ciudadanía. Los medios locales no son solo medios: son interlocutores. Son puentes. Y desmantelarlos —aunque sea por omisión— solo nos aleja más de una sociedad informada, crítica y cohesionada.
Porque cuando la próxima DANA golpee —y todos sabemos que llegará—, ¿quién estará ahí para contar lo que pasa? ¿Quién explicará, minuto a minuto, qué centros están abiertos, qué carreteras están cortadas, qué ayudas están activas? ¿Una nota de prensa genérica desde el Ministerio de Interior?
Y tú, lector, ¿crees que es posible una recuperación real sin contar con quienes mejor conocen el terreno?
(Spoiler: no lo es.)