La aparición de Pedro Sánchez con gafas durante la comisión del ‘caso Koldo’ despierta análisis de expertos en lenguaje no verbal, memes por doquier y teorías sobre su simbolismo político en mitad de una comparecencia clave.
Gafas, nervios y simbolismo: un presidente, un escándalo… y un nuevo look
En la vida política hay decisiones de fondo, decisiones de forma… y luego está ponerse unas gafas nuevas en mitad de una comisión de investigación sobre corrupción. Así fue la jornada del 30 de octubre para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien compareció en el Senado por el ya infame ‘caso Koldo’.
Pero, más allá de las preguntas, de la senadora de UPN indignada o de las referencias a chistorras y Peugeot, hubo un accesorio que se robó gran parte del protagonismo: unas gafas de pasta negra valoradas en casi 300 euros. Porque sí, en política todo comunica. Y si te compras unas gafas nuevas para un día clave, las redes van a notar el gesto antes que el contenido de tu discurso.



El arte de mirar sin ver: lo que un experto ve (y tú no) en unas simples gafas
Según el analista de lenguaje no verbal Julio García, entrevistado para analizar este inesperado complemento presidencial, las gafas de Sánchez no son solo gafas. Son un símbolo. Una estrategia. Una “barrera protectora”.
“Puede servir para desviar la atención”, explica García, como quien señala la cortina del mago antes de que saque el conejo.
El experto apunta que Sánchez, al sacarse las gafas y ponérselas solo en momentos puntuales, estaría utilizando el gesto como anclaje emocional, como elemento para proyectar “seguridad” o “refugio”. En otras palabras, las gafas serían su chaleco antibalas emocional en mitad de una guerra dialéctica.
De complemento óptico a meme nacional: cuando Twitter ve más que el Congreso
Naturalmente, internet no tardó ni medio café en reaccionar. Las redes sociales, con su habitual precisión quirúrgica, convirtieron las gafas de Sánchez en protagonista absoluta del día:
- “Confirmamos: Sánchez lleva gafas, pero no ve venir las tramas de corrupción.”
- “Se las ha puesto para leer… ¿el sumario?”
- “Gafas de casi 300 euros: para que la opacidad se vea con nitidez.”
Y así, lo que para muchos fue un gesto menor, se convirtió en la cortina de humo más visible del Parlamento.
¿Una estrategia de distracción… o una declaración de guerra gestual?
No es la primera vez que un político recurre a gestos simbólicos en situaciones límite. Pero el timing de estas gafas ha levantado cejas hasta en ópticas de barrio:
- Comparecencia sobre una trama de corrupción que salpica al PSOE.
- Preguntas incómodas sobre dinero público, prostitutas y amistades peligrosas.
- Gesto de seguridad con un accesorio nunca antes visto en ese contexto.
¿Casualidad? Puede ser. ¿Mensaje subliminal? También. ¿Puro marketing emocional para reforzar el liderazgo cuando la credibilidad tiembla? Posiblemente.
Entre sonrisas irónicas, manos entrelazadas y sarcasmo parlamentario
Más allá de las gafas, el lenguaje no verbal de Sánchez durante la sesión también habló alto y claro, según el análisis del mismo experto:
- Manos entrelazadas: señal de cierre de discurso, “como si subrayara sus propias frases”.
- Sonrisas ambiguas: “pueden ser interpretadas como sarcasmo”, afirma García. Y eso, en política, puede dar fuerza… o provocar el efecto contrario.
- Postura relajada: que algunos tildan de “pasotismo institucional”.
Todo ello mientras respondía con frases como:
“Pues depende del día”
(Al preguntarle por los integrantes del famoso ‘Peugeot’ de la presunta trama).
Y remataba con:
“Esto es un circo.”
(Lo dice alguien que ha decidido comparecer con gafas nuevas el día de su número más difícil).
El ‘caso Koldo’: mucho más que óptica
Por supuesto, la jornada en el Senado no fue solo estética. Fue contenido. Y contenido duro:
- Sánchez reconoció que Ábalos era de su “máxima confianza”.
- Dijo sentirse “repugnado por sus hábitos personales” al referirse a los audios del exministro.
- Reiteró que actuaron “con contundencia” cuando conocieron los hechos, aunque otros audios y testimonios siembran dudas.
El interrogatorio incluyó referencias al “pago a prostitutas con dinero público”, y la ya famosa «banda del Peugeot» a la que se vincula a Ábalos, Koldo y Santos Cerdán.
Y en todo esto, las gafas permanecieron ahí. Como testigo mudo de lo que algunos llaman la comparecencia más incómoda del año.
¿Visión de futuro o gafas empañadas?
Lo cierto es que el gesto, sea o no intencionado, ha generado más conversación que muchos de sus argumentos. Porque cuando un líder se pone unas gafas nuevas por primera vez en una sesión crítica, el mensaje va más allá de la presbicia.
En el fondo, es una metáfora bastante poética:
🔹 Sánchez se pone las gafas para ver mejor… justo cuando más gente cree que no está viendo lo que pasa delante de él.
Y ahora tú, lector:
¿Crees que fue solo una cuestión de estilo o un intento de construir una imagen de calma en medio de la tormenta?
¿Puede la comunicación no verbal decidir una batalla política?
¿O simplemente necesitamos ver mejor… nosotros también?
👓 ¿Tú qué ves cuando le miras a los ojos… a través de las gafas?
















