El desplome se ha producido en plena madrugada en la calle Almassereta, una de las zonas más castigadas por la DANA de 2024
Una madrugada de sobresalto
Las lluvias torrenciales que han mantenido a la provincia de Valencia en alerta roja durante casi 20 horas han dejado una nueva herida en el Barranco del Poyo. En la madrugada de este martes, un talud del barranco del Poyo se ha derrumbado a su paso por Picanya (Valencia), en el barrio de la Almassereta.
El derrumbe, de varios metros de muro, ocurrió de madrugada y no ha provocado víctimas, aunque la escena ha impactado a los vecinos al salir de sus casas. “No escuchamos nada durante la noche. Al levantarnos y ver cómo se había venido abajo, se nos encogió el corazón”, contaba una residente de la zona.
Un lugar marcado por la DANA
El desplome se ha producido en una calle simbólica: la Almassereta, considerada zona cero de la DANA que asoló Valencia el 29 de octubre de 2024. Allí, varias viviendas siguen en ruinas casi un año después. “Todavía no hemos podido reconstruir nuestra casa”, lamentaba Felipe, uno de los vecinos afectados, que junto a su esposa Constanza vive entre la incertidumbre y el recuerdo de lo perdido.
La Confederación Hidrográfica del Júcar llevaba a cabo en ese punto obras de mejora del barranco, donde está prevista la construcción de una pasarela con carril bici. El desplome pone ahora en duda la estabilidad de la zona y obligará a una revisión técnica urgente.
Más de 500 incidentes en toda la Comunitat Valenciana
El conseller de Emergencias e Interior, Juan Carlos Valderrama, ha cifrado en 500 los incidentes registrados desde el inicio del temporal, con más de 650 llamadas al 112. Entre ellos, anegamientos puntuales, retrasos en Cercanías y pequeñas interrupciones en la red de FGV.
Aunque la mayoría de incidencias se resolvieron “rápidamente”, Valderrama ha reconocido que los cauces y barrancos siguen muy debilitados tras la DANA de 2024. “La sensibilidad de la ciudadanía es máxima porque este episodio recuerda inevitablemente a lo que sucedió hace un año. Pero debemos dejar claro que no estamos ante el mismo fenómeno”, matizó.
Vecinos con el miedo en el cuerpo
En Picanya, el recuerdo del 29 de octubre está muy presente. “El agua arrasó todo y todavía seguimos esperando ayudas. Ahora vemos caer el talud y es como revivirlo otra vez”, explica Constanza, con lágrimas contenidas.
La psicología del miedo colectivo se impone: cada alerta meteorológica se vive con el temor de que la tragedia pueda repetirse. “Cuando llueve fuerte, no dormimos. Estamos atentos toda la noche”, añade otro vecino de la Almassereta.
Una llamada a la prevención
Las autoridades locales y autonómicas insisten en que la prioridad es reforzar los cauces, revisar las infraestructuras y acelerar las obras pendientes. La pasarela prevista en el barranco del Poyo, que debía ser un símbolo de recuperación y modernidad, se convierte ahora en un recordatorio de lo frágil que sigue siendo la zona.