El Viernes Santo se ha iniciado en el Cabañal con una atmósfera de recogimiento y devoción.
A primera hora de la mañana, el barrio aparecía desierto, como si aún durmiera. Solo algunos vestas, en silencio, se dirigían a sus destinos por calles solitarias.
Pero en las inmediaciones de las parroquias de Los Ángeles y San Rafael, donde aguardaban los Cristos, el ambiente empezaba a cobrar vida.
Poco a poco, los fieles y curiosos se agrupaban a la espera del momento del encuentro.
Apenas cien metros separaban este año a las dos imágenes, y poco después de las ocho de la mañana, los Cristos se encontraron para iniciar juntos la procesión.
Entre paradas frecuentes para el relevo de porteadores y gestos de veneración por parte del público, la comitiva avanzó lentamente.
El silencio solo se rompía por las cornetas, tambores y las voces de los cofrades, intentando ordenar una multitud cada vez más numerosa, donde no faltaban los teléfonos móviles alzados para capturar el instante.
El mar como altar y testigo
El momento más simbólico se ha producido con la despedida.
Las tallas se han acercado, se han girado lentamente y se han mirado una vez más.
Finalmente, entre aplausos, el Cristo del Salvador tomó su camino hacia la playa para cumplir con otro de los rituales más emotivos: la ofrenda a los muertos y desaparecidos en el mar.
Con el mar en calma como telón de fondo, se elevó una oración no solo por los que se perdieron en sus aguas, sino también por las víctimas de la reciente dana.
El acto ha sido una invocación a la paz, al consuelo y a la solidaridad: una llamada a recordar la fragilidad humana frente a las fuerzas de la naturaleza y a valorar el poder de la unión entre vecinos y creyentes.
La Semana Santa Marinera continúa latiendo con fuerza, entre la fe, la emoción y la tradición viva de un barrio que nunca olvida.
Libro de los actos:
https://www.semanasantamarinera.org/wp-content/uploads/2025_LibroOficial_web.pdf
Este video es el spot de la Semana Santa Marinera 2025: