Una nueva marea blanca recorre el corazón de la capital para exigir más recursos, el fin de las privatizaciones y dignidad para pacientes y profesionales. «La sanidad pública no se vende, se defiende», ha sido el grito unánime.
Una movilización masiva bajo el lema “Salvemos nuestra Sanidad Pública”
Miles de ciudadanos han salido este domingo a las calles de Madrid para protagonizar una de las manifestaciones más multitudinarias en defensa de la sanidad pública en los últimos años. Convocados por la plataforma Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid, el mensaje ha sido claro: “La salud no se negocia. Es un derecho, no un privilegio”.
La protesta se ha desarrollado en un ambiente combativo, pero festivo, con batucadas, silbatos, camisetas con corazones verdes y pañuelos blancos en homenaje al personal sanitario. Cuatro columnas partieron desde puntos emblemáticos como Callao, Atocha, Plaza del Doctor Marañón y el Hospital de La Princesa para confluir en la Plaza de Cibeles, donde se leyó un manifiesto que ha resonado con fuerza entre los asistentes.
Denuncia directa a la gestión sanitaria en Madrid
Entre las consignas más repetidas, las pancartas reflejaban el sentir popular: «Recortar sanidad, corrupción mortal», «Ni un paso atrás», «Sin urgencias, más muertos» o «Ayuso, la que nos roba la salud».
El manifiesto leído desde el escenario acusaba al Gobierno regional de «desmantelar deliberadamente» el sistema público de salud, priorizando intereses privados “a cambio de favores inconfesables”. Se mencionó la falta de recursos, el colapso de los centros de salud, las listas de espera interminables, el abandono de la salud mental y las condiciones laborales precarias del personal sanitario.
Voces desde dentro del sistema
Profesionales sanitarios se han sumado activamente a la marcha. Juan Carlos Serrano, enfermero de urgencias, ha denunciado la situación como “insostenible”, y ha exigido que «se deje de saquear lo público en beneficio de la privada». Otra enfermera, del centro de salud de Daroca, apuntaba: “Cada día nos quitan más. Ni recursos ni personal. Esto es una cuenta atrás para el sistema”.
Pacientes como Guadalupe Palomo y Ramona Carvajal también han alzado la voz. “La sanidad está cada vez peor. No hay médicos, y si los hay, no dan abasto. ¿Dónde están nuestros impuestos?”, preguntaban entre aplausos.
Protagonismo ciudadano y político
El protagonismo de la jornada ha sido, sin duda, de los ciudadanos, pero no ha faltado representación política. Desde Más Madrid, Manuela Bergerot ha denunciado los vínculos entre la sanidad privatizada y los intereses personales de la presidenta regional. También han participado representantes del PSOE, como Reyes Maroto, y de Podemos, como Irene Montero, que ha calificado la situación como “criminal”.
A nivel sindical, UGT y CCOO han reafirmado su compromiso con la defensa del sistema público y han advertido del deterioro progresivo de las condiciones laborales del personal médico.
Cibeles como epicentro de la dignidad sanitaria
El momento más simbólico del día ha sido la lectura del manifiesto final en la Plaza de Cibeles, con miles de personas alzando las manos al grito de “¡Sanidad pública, de todos y para todos!”. El muñeco gigante «La Pinocha», representando a la presidenta regional, ha recorrido la manifestación como símbolo del descontento generalizado.
La organización ha recordado que esta es solo una etapa más en una lucha que lleva años en marcha. “No vamos a parar. La sanidad pública es la garantía de igualdad, y no vamos a permitir que nos la arrebaten”.
Conclusión: la salud, en el corazón del debate social
La marcha de este 25 de mayo ha demostrado que el descontento ciudadano con la situación de la sanidad pública madrileña no es puntual. Es estructural. Mientras las cifras de privatización crecen y los presupuestos no se ajustan a las necesidades reales, la ciudadanía responde con presencia y contundencia en las calles.
¿Será escuchada esta nueva marea blanca? ¿Habrá un cambio real en el modelo sanitario? Lo que está claro es que, para miles de personas, la lucha por la sanidad pública está lejos de haber terminado.