Vecinos de Catarroja, Paiporta y Benetússer denuncian la lentitud en la rehabilitación de sus garajes tras la DANA de octubre. Los retrasos del Consorcio y la falta de personal técnico complican los trabajos.
Seis meses atrapados en el subsuelo
Han pasado más de seis meses desde que la DANA azotó con fuerza la comarca de l’Horta Sud y otras zonas del litoral valenciano. Las imágenes de agua fangosa inundando calles, bajos y, especialmente, garajes comunitarios, aún perduran en la memoria de los vecinos. Pero el problema va mucho más allá de aquel episodio meteorológico: hoy el drama continúa bajo tierra, entre humedades, estructuras dañadas y obras paralizadas.
Administradores de fincas y técnicos coinciden: la rehabilitación de los garajes avanza muy lentamente. Las principales causas son la demora en los pagos por parte del Consorcio de Compensación de Seguros y la falta de profesionales para acometer las obras.
Garajes funcionales, pero aún marcados
Yolanda Esteve, administradora de fincas en Catarroja, gestiona varias comunidades afectadas. Explica que apenas el 50% de los garajes que administra se pueden utilizar, aunque no están completamente rehabilitados. “Se puede aparcar, sí, pero la estética está muy lejos de lo que era. La huella de la DANA sigue ahí”, cuenta.
En el otro 50%, la situación es peor: “No tienen ni electricidad porque las indemnizaciones aún no han llegado. Y sin presupuesto, no se puede iniciar la obra”. Esteve también señala otro problema clave: “Los profesionales están saturados. Algunos tienen meses de espera”.
Obras lentas por necesidad
El arquitecto Pablo Murria, que colabora en varias rehabilitaciones, explica que los trabajos son muy complejos. “Solo quitar la humedad puede llevar meses. Utilizamos máquinas potentes que deben estar funcionando durante semanas”.
En muchos casos, además, se han tenido que reforzar estructuras dañadas. “No es solo limpiar y pintar. Es volver a levantar instalaciones enteras”, asegura.
Un proceso técnico laborioso
Daniel Miguel Cumplido, ingeniero técnico industrial en Paiporta, resume el proceso habitual: “Primero se hace la obra base, luego las instalaciones —electricidad, ventilación, detección de incendios— y después, un técnico certifica que todo cumple con la memoria técnica. Pero en un garaje enterrado por el barro, todo debe rehacerse desde cero”.
Cumplido recomienda a las comunidades de vecinos que contraten a profesionales especializados para evitar errores o futuras sanciones: “A veces por ahorrar se contrata mal y eso puede salir muy caro”.
Catarroja como ejemplo del colapso
Un caso significativo es el de un garaje comunitario en Catarroja donde se ha solicitado una indemnización de más de 103.000 euros solo para el soterrado. Según Esteve, el dinero aún no ha llegado, lo que bloquea cualquier intervención.
“¿Cómo le explicas a los vecinos que tienen que seguir pagando comunidad y seguro sin poder usar el garaje?”, se pregunta la administradora. “La gente se cansa. Y no es por capricho, es por supervivencia”.
La normalidad tardará en volver
Desde las asociaciones de fincas se advierte que el problema no se resolverá hasta principios de 2026. “Hay demasiados cuellos de botella: retrasos administrativos, falta de personal, escasez de materiales y empresas colapsadas”, apuntan.
La situación, además, tiene un fuerte impacto emocional. “Es como un trauma que se alarga. Pierdes el coche, tus pertenencias, y medio año después todo sigue igual”, comenta un vecino de Paiporta.
Riesgos y urgencia
El accidente mortal de un operario hace unas semanas en un garaje de Benetússer ha encendido las alarmas. El derrumbe durante una obra evidenció los riesgos que conlleva dejar estos espacios a medias. Las estructuras debilitadas, sumadas a instalaciones improvisadas, pueden ser un cóctel peligroso.
Por eso, cada vez más comunidades optan por comenzar las reformas por su cuenta, aún sin haber cobrado las ayudas. “Es un riesgo, pero peor es dejarlo abandonado. Un garaje cerrado es un peligro para todo el edificio”, añade Esteve.
Petición de soluciones urgentes
Los afectados reclaman medidas concretas: acelerar los pagos del Consorcio, reforzar la plantilla de técnicos y eliminar trabas burocráticas. No piden favores, dicen, solo poder recuperar lo perdido.
Mientras tanto, muchos garajes siguen a oscuras, sin ventilación ni electricidad. Las puertas siguen cerradas, y tras ellas, el barro, la humedad y la espera.