El periodista analiza en Horizonte cómo el PSOE, bajo la dirección de Alfonso Guerra en los años 80, profesionalizó la estrategia política mediante argumentarios diarios, una práctica que sigue vigente hoy.
La estrategia comunicativa de los partidos: un control centralizado
¿Qué es un argumentario político?
Según Miquel Giménez, periodista y antiguo responsable de seguimiento político del PSC, el argumentario político es una herramienta clave que los partidos utilizan desde hace décadas para unificar y coordinar su mensaje público.
“En los años 80, el PSOE enviaba diariamente un documento desde Ferraz que marcaba qué decir sobre temas como la OTAN o las autonomías. Todo estaba diseñado para que no hubiera fisuras en el discurso”, explicó Giménez en un reciente programa.
Este documento no solo se distribuía entre los miembros del partido, sino también entre periodistas y aliados estratégicos, consolidando una narrativa uniforme en los medios de comunicación y en el debate político.
Alfonso Guerra: el arquitecto del control discursivo
En 1986, bajo la dirección de Alfonso Guerra, el PSOE profesionalizó esta estrategia con herramientas que, aunque rudimentarias para los estándares actuales, eran extremadamente eficaces. Giménez recuerda cómo estos argumentarios se enviaban por fax a los responsables regionales, quienes a su vez los compartían con su red local.
“Era un sistema muy organizado. Los argumentarios marcaban cada postura, cada respuesta, y todo se distribuía meticulosamente para evitar contradicciones”, señaló.
La logística del mensaje político en los años 80
Comunicación diaria a través de tecnología analógica
En una era anterior a Internet, los partidos utilizaban métodos como el fax y una red conocida como “teléfono punto a punto”. Este sistema permitía que los responsables políticos de distintas regiones participaran en reuniones telefónicas diarias donde se discutían los mensajes de campaña y se pasaba lista de asistencia.
“Literalmente decían: ‘Andalucía, presente’, ‘Cataluña, aquí estamos’. Era como una conferencia telefónica en la que se ajustaban detalles y se controlaba que todos estuvieran alineados”, describió Giménez.
Además, se debatían las estrategias para contrarrestar las campañas de los partidos rivales y se analizaban posibles alteraciones en el mensaje oficial.
Una práctica que sigue vigente
Aunque las tecnologías han evolucionado, Giménez asegura que la esencia de esta estrategia permanece intacta. Hoy en día, los partidos utilizan herramientas digitales como WhatsApp, correos electrónicos y plataformas de mensajería interna para distribuir sus argumentarios de manera instantánea.
“La estructura sigue siendo la misma. Lo que antes era un fax, ahora es un mensaje de texto o un correo electrónico, pero el objetivo sigue siendo garantizar la cohesión en el discurso”, explicó.
La influencia del argumentario en la política y los medios
Uniformidad en el discurso político
El principal objetivo del argumentario es mantener una narrativa uniforme. Desde los líderes del partido hasta los militantes de base, todos deben transmitir el mismo mensaje para evitar contradicciones y reforzar la imagen de unidad.
“Esto no es casualidad. Cuando ves que los políticos repiten las mismas frases y que los periodistas afines las amplifican, sabes que detrás hay un argumentario cuidadosamente diseñado”, afirmó Giménez.
Sin embargo, este nivel de control también ha sido criticado por limitar el debate interno y la pluralidad de ideas dentro de los partidos.
Influencia en la opinión pública
El envío de argumentarios a periodistas y medios de comunicación muestra cómo los partidos buscan influir en el debate público. Según Giménez, esto genera una narrativa única que puede moldear la percepción de los ciudadanos sobre determinados temas.
“Es una manera de controlar no solo lo que dice el partido, sino también lo que se publica y cómo se interpreta en los medios”, advirtió.
Reflexión: ¿Eficiencia o manipulación?
Una herramienta útil, pero controvertida
El uso del argumentario refleja la profesionalización de la comunicación política, pero también plantea dudas sobre su impacto en la democracia. Mientras que algunos lo ven como una herramienta legítima para coordinar mensajes, otros lo critican como una forma de manipulación que reduce la autenticidad del discurso político.
“Los partidos han convertido la política en un ejercicio de marketing, donde la verdad importa menos que la coherencia del mensaje”, concluyó Giménez.
¿Debería haber más transparencia?
El debate sobre el uso de argumentarios abre preguntas sobre la transparencia y la autenticidad en la política actual. ¿Deberían los partidos ser más claros sobre cómo diseñan y distribuyen sus mensajes? ¿Esta práctica contribuye al fortalecimiento del debate público o lo empobrece?
¿Qué opinas tú? ¿Es el argumentario una herramienta legítima para garantizar la coherencia política o una estrategia que limita la pluralidad y el debate interno?