Bienvenidos a Nàquera, ese rincón privilegiado a un paso de Valencia donde vivir en una urbanización es un deporte de riesgo. Aquí, pagar impuestos no garantiza ni asfalto ni recogida de basura. Pero al menos tenemos vistas. Y barro. Mucho barro.
Pont del Moliner: circuito de rally municipal
En la urbanización Pont del Moliner no hay aceras ni pavimento: hay trincheras. Tras cada lluvia, las calles se convierten en un lodazal digno de una etapa del Dakar. Los vecinos ya han perdido la cuenta de las veces que han pedido una solución. La respuesta: un puñado de tierra aquí, otro allá… y a esperar a la próxima tormenta para que todo vuelva a desaparecer.


El ayuntamiento, eso sí, siempre dispuesto a hacer “algo”: lo justo para que parezca que hacen, pero nunca lo suficiente para que sirva.
Basura sí, recogida no
La recogida de basura en las urbanizaciones se ha convertido en una actividad opcional. A veces pasa el camión, a veces no. Total, ¿quién necesita que le recojan los residuos si puede decorar la calle con ellos? Contenedores llenos, bolsas amontonadas, vecinos hartos y una administración que ni está ni se la espera.





Eso sí, luego vendrán las campañas de concienciación ciudadana. Porque, claro, la culpa siempre es del vecino.
Las promesas del aire
Cada verano anuncian refuerzos, servicios especiales, mejoras. Y cada año, las urbanizaciones siguen igual. La calle sin asfaltar, la basura sin recoger, los servicios mínimos brillando por su ausencia. La gestión se resume en una fórmula infalible: prometer hoy, olvidar mañana.
El silencio institucional
Nadie pisa las urbanizaciones si no es para pedir el voto. Ningún concejal ha bajado a ver el barro, ni los contenedores desbordados. Las quejas se pierden en el buzón del olvido. Y mientras tanto, los vecinos ven cómo pagan lo mismo que en el casco urbano… para recibir mucho menos.
¿Qué piden los vecinos?
Asfalto. Recogida de basura regular. Dignidad. Nada del otro mundo. Pero parece que pedir servicios básicos en Nàquera es como pedir la luna. Y aún así, siguen insistiendo. Porque hay quien todavía cree que vivir en una urbanización no debería ser una condena.
Conclusión
La situación en muchas urbanizaciones de Nàquera no es tercermundista por falta de recursos, sino por falta de voluntad. Mientras el ayuntamiento mira hacia otro lado, los vecinos sortean baches, esquivan charcos y aprenden a convivir con la basura. Y eso, en 2025, no solo es vergonzoso. Es inaceptable.