Mari Ángeles Briegas, vecina de Paiporta de 61 años, vivió ayer una amarga experiencia al caer sobre unas vallas sin señalizar que habían sido dejadas en el suelo, camufladas con el color de la acera, en el lateral del barranco dónde está el Casino.
Eran las 9:30 de la mañana cuando la mujer se dirigía con su marido e hijos a realizar unas gestiones administrativas al Ayuntamiento.
Al no percatarse del obstáculo, por la similitud de los colores, tropezó violentamente, sufriendo lesiones importantes en el pie izquierdo y en la mano derecha.
La caída fue presenciada por varios transeúntes que acudieron en su auxilio.
Una joven se apresuró a entrar en el ayuntamiento para notificar el accidente.
Poco después, un trabajador municipal salió con un botiquín para realizar las primeras curas en la vía pública.
Incluso la asistenta social del consistorio se acercó para interesarse por el estado de la víctima.
Sin embargo, el protocolo de emergencia brilló por su ausencia: no se llamó a una ambulancia, ni se ofreció una silla de ruedas o traslado adecuado a un centro médico, a pesar que estaba visiblemente afectado su pie, y el caminar era una ardua tarea.
Minutos después la zona estaba perfectamente señalizada, véanse las vallas que hay en el suelo:
A estas horas ya no hay rastro ni de la señalización ni de las vallas, está todo retirado.
Atención médica deficiente desde el primer momento
Tras la caída, desde el propio ayuntamiento se le indicó que acudiera por su cuenta al ambulatorio.
Mari Ángeles, sin disponer de vehículo propio, tuvo que recorrer el pueblo a pie, con mucha dificultad, ayudada por sus hijos para acudir al ambulatorio.
Ya en el centro de salud, recibió una atención básica. Le limpiaron las heridas, pero no le vendaron ni inmovilizaron, al considerar que debía ser vista por un especialista de urgencia en el hospital.
Tal y como relata, en el ambulatorio le dijeron que lo mejor era irse por sus propios medios, porque la ambulancia iba a tardar demasiado, la mujer, con gran dolor, se vio obligada a tomar transporte público –primero un autobús y después un metro– para llegar hasta el Hospital General de Valéncia, siempre ayudada por su familia.
Un trayecto que, según los testigos y familiares, podría haberse evitado si el ayuntamiento hubiese activado los servicios de emergencia desde el primer momento.
Diagnóstico preocupante y posibles secuelas
En el Hospital General se le realizaron radiografías, que revelaron un esguince de tobillo izquierdo y una contusión en el cuarto dedo de la mano derecha.
La traumatóloga le advirtió verbalmente de que podría haber daño en el tendón del dedo, y que debía estar atenta: si se rompía, habría que intervenir quirúrgicamente.
Sorprendentemente, esta advertencia no quedó reflejada en el informe médico, una práctica que desgraciadamente “ya es habitual”, al parecer para dificultar reclamaciones posteriores.
Una negligencia que podría tener consecuencias legales
Las vallas con las que tropezó Mari Ángeles no estaban señalizadas, ni protegidas.
Eran sobrantes de una actuación anterior: tras la caída de un vecino desde un puente al barranco, el ayuntamiento colocó las vallas como protección y dejó el resto mal apiladas sobre la acera.
Esta dejadez ha derivado ahora en una nueva víctima.
Va a interponer una denuncia contra el consistorio por presunta negligencia.
Su familia exige una indemnización y una revisión de los protocolos municipales de seguridad.
“Lo mínimo habría sido llamar a una ambulancia. No deberían haber permitido que una señora mayor con lesiones caminara hasta el ambulatorio”, lamentan.
Ahora, su recuperación está en marcha, pero el temor principal es que el tendón de la mano finalmente se rompa, lo que complicaría su estado y supondría un coste aún mayor para el ayuntamiento.
Mientras tanto, la ciudadanía espera que estos errores no se repitan y que se tomen medidas efectivas para proteger a los vecinos.