A sus 82 años, José Vicent Ramón ha reabierto su histórico taller de bicicletas tras casi siete meses de reconstrucción con el apoyo de vecinos y voluntarios. Ciclos Vicent vuelve a rodar, y con él, la memoria viva de Catarroja.
Un local lleno de historia, arrasado por el agua
El 29 de octubre de 2024, la DANA golpeó con fuerza la comarca de l’Horta Sud. En Catarroja, el agua se llevó por delante coches, sótanos, negocios y recuerdos. Entre los locales más dañados estuvo Ciclos Vicent, un humilde pero emblemático taller de bicicletas que llevaba activo desde los años 50. Su dueño, José Vicent Ramón, más conocido en el pueblo como Pepito Polseguera, lo vio todo inundado en cuestión de minutos: herramientas oxidadas, bicis cubiertas de barro, muebles destruidos.
Pero siete meses después, y contra todo pronóstico, el taller ha vuelto a abrir. Y no es una reapertura cualquiera. Es el testimonio de una vida dedicada al oficio, del esfuerzo colectivo y de una comunidad que no deja caer a los suyos.
El apodo, la leyenda y la constancia
“Pepito Polseguera” es como todo el mundo conoce a José Vicent. El apodo le viene de su juventud, cuando competía en bicicleta y solía llegar el último, llevándose “la pols” (el polvo) del resto de corredores. Lejos de avergonzarse, hizo del mote su bandera.
Ahora, a sus 82 años, este catarrogense demuestra que la pasión y la determinación no entienden de edad. Mientras otros podrían haberse rendido ante la destrucción de su negocio, él optó por resistir. “No volia que açò s’acabara així. Ací he viscut tota la vida, arreglant bicis i escoltant a la gent. És més que un taller, és casa meua”, dijo emocionado durante la reinauguración.
Una reconstrucción comunitaria
Lo que ha hecho posible la reapertura de Ciclos Vicent no es solo la voluntad de su propietario. Es, también, el reflejo del espíritu solidario del vecindario. Decenas de voluntarios colaboraron en las tareas de limpieza, reconstrucción y reacondicionamiento del local. Algunos aportaron mano de obra, otros materiales, y muchos simplemente se pasaban cada tarde para dar ánimos o echar una mano.
El propio Ayuntamiento de Catarroja prestó ayuda logística, y distintas asociaciones locales colaboraron en la difusión del caso. El taller se convirtió en un símbolo de resistencia ante el desastre, y su regreso ha sido celebrado como una victoria compartida.
Reapertura con honores
El pasado viernes, Ciclos Vicent reabrió sus puertas oficialmente. La emoción era palpable en el ambiente. Vecinos, antiguos clientes, familiares y curiosos se acercaron a la calle del taller para aplaudir a Pepito. Entre los asistentes estaban la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, y la alcaldesa de Catarroja, Lorena Silvent, quienes quisieron mostrar su apoyo a un hombre que ya forma parte del patrimonio emocional de la localidad.
“Ejemplos como el de José Vicent nos inspiran a todos”, declaró Bernabé. “Representa la tenacidad, el amor por el oficio y el valor de la comunidad cuando se une”, añadió la alcaldesa.
Más que bicicletas, recuerdos
En el interior del taller, aún se respira nostalgia: carteles antiguos, fotos en blanco y negro de ciclistas, herramientas heredadas de otra época. Todo restaurado con mimo, manteniendo la esencia de siempre.
Para muchos, pasar por Ciclos Vicent es algo más que arreglar un pinchazo o cambiar una cadena. Es revivir parte de su infancia, reencontrarse con el Pepito que siempre les recibía con una sonrisa y un consejo. Es recordar cómo la bicicleta les llevó por primera vez a la playa, al instituto o a su primer trabajo.
Un mensaje para no rendirse
“Hi ha dies que no puc ni amb la clau anglesa, però açò em dóna vida”, bromea Pepito mientras enseña una bici restaurada. Dice que no piensa jubilarse, que mientras el cuerpo aguante seguirá arreglando ruedas y ajustando frenos. Su gesto es el de una generación que se forjó en la posguerra, que aprendió a hacer mucho con poco y que hoy nos recuerda que la resiliencia también se aprende en la trastienda de un taller.
Conclusión: una lección sobre ruedas
En tiempos donde la rapidez, lo desechable y lo inmediato dominan, historias como la de Pepito Polseguera devuelven el valor de lo artesanal, lo constante y lo profundamente humano. Su taller no solo repara bicicletas, repara esperanzas. Y tras una DANA que dejó muchas cicatrices, su reapertura simboliza el poder de seguir pedaleando, incluso contra el viento.