«673 millones de personas hambrientas nos indican que no hay verdadera voluntad política para acabar con esta lacra», Cecilia Pilar, presidenta de Manos Unidas.
Unos 673 millones de personas, el 8,2 por ciento de la población mundial, padeció hambre en 2024, según se deprende del Informe Sobre la Seguridad Alimentaria (SOFI) publicado por Naciones Unidas.
Además, se estima que unos 2.300 millones de personas en el mundo se vieron afectadas por la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024.
A pesar del descenso de las cifras en la región de América Latina y Caribe, el hambre siguió aumentando en África, donde afectó a más de 307 millones de personas, y en Asia Occidental, empujado por los conflictos, la inflación alimentaria y la crisis climática.
Para Manos Unidas, que lleva más de 66 años haciendo de la lucha contra el hambre su principal objetivo, estas cifras, que todavía se sitúan por encima de las registradas antes de la pandemia de Covid-19, no son de recibo y, en palabras de su presidenta, Cecilia Pilar, indican una «clara falta de voluntad política para acabar con esta lacra».
«Vivimos en un mundo de abundancia en el que el escándalo del hambre no debería tener cabida», ha denunciado Pilar. «No basta con agendas políticas ni con titulares grandilocuentes. Para combatir el hambre es necesaria una verdadera voluntad política y social y que todas las instituciones, gobiernos y organismos internacionales remen en la misma dirección. Y, por el momento, eso no parece posible», ha lamentado la presidenta de Manos Unidas.
Alimentos para todos
«La producción agrícola actual sería suficiente para alimentar casi el doble de la población mundial y, sin embargo, un tercio de los alimentos que producimos termina en la basura. Tenemos un grave problema de acceso y distribución de alimentos y, claramente, aunque nos duela, de compromiso social».
La subida del precio de los alimentos también supone una de las principales causas del hambre en el mundo. De hecho, en las economías de ingresos más bajos es donde este aumento ha resultado más drástico, llegando a situarse en el 30 %. Según el Informe
SOFI «pese al aumento de los precios de los alimentos durante 2024, el número de personas que no podían permitirse una dieta saludable en el mundo bajó de 2.760 millones en 2019 a 2.600 millones en 2024».
Pero, una vez más, esto no se ha visto reflejado en África donde más de 1.000 millones de personas no tenían acceso a una dieta saludable. «Estas carencias alimentarias van a condicionar la vida presente y futura de las personas que las padecen», ha asegurado Pilar.
«Además, y, desgraciadamente, lo estamos viendo últimamente en Gaza, en Sudán, en Sudán del Sur…, el hambre se utiliza cada vez más como arma de guerra. Sobre estos países planea ya la sombra de la hambruna y dos millones de personas se encuentran en fase “catastrófica” de inseguridad alimentaria como consecuencia de la más cruel de las maneras de someter a la población civil», ha asegurado Cecilia Pilar.
La apuesta de Manos Unidas
Según el Informe Sobre la Seguridad Alimentaria, las mujeres y los habitantes de las zonas rurales son los más afectados por el hambre. Por ello, los proyectos de Manos Unidas apuestan de manera decidida por la agroecología y por la agricultura local y sostenible. Esto permite poner en manos de los pequeños agricultores y campesinos la producción de sus propios alimentos.
Los proyectos que apoya Manos Unidas promueven los emprendimientos que buscan la producción sostenible y el comercio justo, para mejorar la calidad de vida de las familias vulnerables con prácticas de equidad.
Así, en 2024, la ONG de la iglesia católica aprobó 125 proyectos destinados a promover la alimentación y los medios de vida, por importe de 14,2 millones de euros.