¿Y si volviera a nevar en Valencia 65 años después?
Valencia es ciudad de luz, de pólvora y de salitre. Su geografía, abrazada por el Mediterráneo, actúa como un termostato natural que modera los inviernos y suaviza los rigores del frío continental.

Sin embargo, la historia climática de la ciudad guarda en su hemeroteca fechas señaladas en blanco, días en los que la lógica meteorológica se rompió y las palmeras amanecieron vencidas por el peso de la nieve.
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De todas esas fechas, ninguna permanece tan viva en la memoria colectiva como el 11 de enero de 1960.
El día que el Mediterráneo se congeló
Aquel lunes de 1960, los valencianos se despertaron con un silencio inusual. No se oían los tranvías, ni los carros, ni el bullicio habitual de los mercados. Al abrir las persianas, la incredulidad dio paso a la euforia: una capa de nieve de más de 10 centímetros cubría la ciudad, desde las Torres de Serrano hasta los Poblados Marítimos.
Fue la nevada del siglo. Los termómetros se desplomaron hasta los -2 °C en el centro urbano y hasta -7 °C en el aeropuerto de Manises. La Plaza del Ayuntamiento (entonces del Caudillo) se convirtió en una improvisada estación de esquí donde niños y adultos lanzaban bolas de nieve frente al edificio de Correos.
Pero detrás de la estampa bucólica, la ciudad se paralizó. El transporte público colapsó, el suministro eléctrico sufrió cortes intermitentes y las techumbres precarias de algunos almacenes cedieron. Fue un día de fiesta no declarada, donde la rutina se vio obligada a capitular ante la naturaleza.
1983: El último gran manto blanco
Tuvieron que pasar 23 años para que la historia rimara de nuevo. El 12 de febrero de 1983, Valencia volvió a ver la nieve cuajar. Aunque de mucho menor intensidad que la de 1960, esta nevada fue suficiente para teñir de blanco los jardines del Turia y los techos de los coches. Poco más.
Desde entonces, la nieve ha sido esquiva, casi coqueta. Hubo amagos en 2005, pequeños copos en 2010 o en 2015 y la famosa borrasca Filomena en 2021, que aunque sepultó el interior de la península, en la capital del Turia apenas dejó lluvias gélidas y granizo, respetando la barrera térmica del mar.
La receta de la tormenta perfecta
¿Por qué es tan difícil que nieve en Valencia? Para que ocurra, se necesita una alineación planetaria de factores atmosféricos:
Aire frío en altura: Una masa de aire polar o ártico que descienda drásticamente las temperaturas (usualmente una entrada siberiana).
Humedad: Viento de levante que aporte precipitación desde el mar.
Sincronización: Si entra el levante, suele subir la temperatura. Si entra el frío, suele ser seco. Que ambos coincidan sobre la vertical de la ciudad es una «lotería meteorológica».
¿Qué pasaría si nevara hoy?
La Valencia de 1960 tenía medio millón de habitantes y pocos coches. La Valencia actual, con ochocientos veinte mil habitantes y con su área metropolitana rozando el millón y medio, y una dependencia absoluta del vehículo privado y la logística, viviría un escenario muy diferente.

Si una nevada similar a la de 1960 (10-15 cm) cayera mañana, los expertos coinciden en una palabra: Colapso.
Movilidad Cero: La ciudad carece de infraestructura para la vialidad invernal. No hay máquinas quitanieves municipales ni reservas de sal suficientes. La V-30 y el By-pass se convertirían en ratoneras de chapa congelada. El concepto de «neumáticos de invierno» es inexistente para el conductor valenciano medio.

Desastre Agrícola: Sería la ruina para la campaña citrícola. La naranja y las hortalizas de la huerta periurbana se congelarían, provocando pérdidas millonarias en cuestión de horas.
El factor viral: A diferencia de 1960, el evento sería retransmitido en directo. La Plaza del Ayuntamiento volvería a llenarse, pero esta vez de tiktokers e instagramers. La saturación de las redes móviles sería tan probable como la de las carreteras.
Servicios Críticos: El acceso a hospitales como La Fe o el Clínico podría verse comprometido, requiriendo la intervención de la UME para traslados urgentes, tal como sucedió en Madrid con Filomena.

Un futuro incierto
En un contexto donde los eventos extremos se vuelven más frecuentes (olas de calor más intensas, DANAs más violentas), la nieve en la costa mediterránea se convierte en una paradoja. Las temperaturas medias suben, lo que dificulta la cota de nieve a nivel del mar. Sin embargo, la ruptura del vórtice polar puede enviar lenguas de aire gélido hacia el sur con mayor virulencia.

Es poco probable, sí. Estadísticamente ocurre cada 30 o 40 años. Pero no es imposible. Y mientras los valencianos miran al cielo cada invierno esperando ver caer esos copos mágicos, la ciudad vive en la frágil tranquilidad de quien sabe que, si el Mediterráneo vuelve a «congelarse», Valencia volverá a ser, por un día, una ciudad detenida en el tiempo. Hasta que eso suceda, si vuelve a suceder, la Inteligencia Artificial ha imaginado cómo lucirían algunos de nuestros monumentos bajo la nieve, y las imágenes son espectacularres. Disfrutémolas, mientras permanecemos calentitos en nuestras casas, mirando a través de nuestra pantalla.
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