Entre enero y agosto de 2025, España ha registrado 368 muertes por ahogamiento en sus espacios acuáticos, la cifra más alta desde que la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS) elabora el Informe Nacional de Ahogamientos (INA). Esto supera los registros de 2023 (361) y 2017 (339), en los mismos periodos.
El pasado mes de agosto se registraron 65 muertes, un dato inferior a los récords de agosto de 2020 (81), 2019 (74) y 2015 (70), pero suficiente para consolidar un verano especialmente preocupante. Entre mayo y agosto de este año, se produjeron 274 muertes, tratándose del cuatrimestre de calor más mortífero de la serie histórica, superando los 257 del pasado año y los 245 de 2019, lo que significa que cada 11 horas ha perdido la vida una persona en España por esta causa.
Andalucía, la región más afectada en verano
Por comunidades autónomas, Andalucía sigue siendo la más afectada, con 66 muertes acumuladas y 14 registradas en agosto. Le siguen la Comunidad Valenciana con 50, Galicia con 44, Canarias con 43 y Cataluña con 42, mientras que Castilla y León acumula 25 y Baleares 24.
Por debajo de los 20 incidentes mortales se encuentran Castilla-La Mancha y País Vasco, ambas con 12, y 10 en cada uno de los territorios de Asturias y Cantabria. Asimismo, inferior a los 10 óbitos se encuentran la Región de Murcia con 9, Aragón y Comunidad de Madrid con 5 cada una, Navarra y La Rioja con 4, Extremadura (2) y Melilla (1). Solo en la Ciudad Autónoma de Ceuta no se tiene conocimiento de ningún fallecimiento por esta causa.
El perfil del ahogado
El perfil de las víctimas se mantiene: predominan los hombres, con 299 fallecidos hasta agosto (50 en agosto), frente a 69 mujeres (15 en agosto). La mayoría son personas de nacionalidad española, aunque se registraron en agosto seis fallecimientos de personas europeas, dos americanas y una asiática.
Respecto a la edad de las personas fallecidos, la franja de 65 a 74 años concentra el mayor número de fallecimientos con 74 casos, seguida de los adultos de 55 a 64 años (51) y los mayores de 75 años (50).
Los menores edad representan el 13,3 por ciento del total (49 casos), mientras que los jóvenes de entre 18 y 25 años suman 27 víctimas, destacando la necesidad de supervisión constante y educación acuática desde edades tempranas.
En cuanto a los espacios acuáticos, las playas concentran 33 de las muertes de agosto, seguidas de piscinas (14), ríos (9) y otros entornos (9). La vigilancia socorrista sigue siendo un factor determinante: 25 de los incidentes ocurrieron en lugares donde el servicio no estaba activo y 26 en espacios donde no procedía disponer de dicho servicio por las características del entorno, mientras que 14 en lugares fueron en espacios que contaban con la presencia de socorristas operativos.
Dos personas mueren cada día
Durante los meses de calor, de mayo a agosto, se concentra la mayor parte de los ahogamientos en España. Solo en este periodo de 2025 se han registrado 274 víctimas mortales, lo que equivale a que cada día pierden la vida más de dos personas en espacios acuáticos.
Las altas temperaturas, la masiva afluencia a playas y ríos, y la tendencia a relajarse frente al riesgo hacen que esta temporada sea especialmente peligrosa. Por ello, la RFESS insiste en extremar las precauciones: bañarse únicamente en zonas vigiladas, respetar las señalizaciones y banderas, y prestar especial atención a los menores y personas con menor experiencia en el agua. Este enfoque estacional es clave para reducir los accidentes durante los meses de máximo riesgo.
La RFESS enfatiza en que la prevención de ahogamientos debe empezar desde edades tempranas y extenderse a toda la cadena de seguridad acuática. Por un lado, los programas de educación acuática en las escuelas enseñan a los menores a reconocer riesgos, respetar normas básicas en el agua y actuar ante emergencias, fomentando hábitos responsables que les acompañarán toda la vida.
Por otro lado, la Federación Española subraya la necesidad de mejorar y renovar la formación de los socorristas, garantizando que estén plenamente capacitados y actualizados para responder con eficacia ante cualquier situación de riesgo. Solo un enfoque integral, que combine educación infantil y profesionales altamente cualificados, puede contribuir a reducir los ahogamientos y aumentar la seguridad en el agua.