Por Adolfo de Moncada.
Admiración absoluta por José María Ángel Batalla, el guerrero socialista de l’Eliana. Durante casi cincuenta años ha mantenido un supuesto engaño al Estado español del que va a salir impune gracias precisamente a dominar el Estado español.
Tras las elecciones de 1982 el PSOE se apoderó de todas las instituciones valencianas: ayuntamientos, Generalidad y … Diputación. El asalto al poder no fue circunstancial, a partir de ese momento no solo ocuparon los cargos electos, sino que diseñaron un complejo mosaico de puestos de funcionarios que desde aquel momento no ha hecho más que crecer. Todos serían copados por el PSOE para que el socialismo no muriera nunca.
En esas circunstancias el joven José María se coló en una plaza reservada a personal con título universitario y como no había tenido tiempo de ir a la Universidad porque seguramente estaba trabajando para que el PSOE se convirtiera en dueño de España, pues se fabricó un diploma en la fotocopiadora más cercana de su casa.
Según parece aportó este documento de titulación en archivística en el año 1983, y gracias a que nadie comprobó nada ocupó su puesto en la Administración como funcionario sin ningún problema. Pero por poco tiempo, porque su objetivo era entrar en la política activa: fue alcalde de su pueblo, diputado, senador, y sobre todo alto cargo, un cargo extraordinario como el que ocupa ahora y que le permitirá una pensión máxima con un riesgo mínimo.
Bien mirado la plaza de funcionario era sólo un paracaídas de seguridad, por si las cosas se torcían y tenía que salir de la política. En caso de una defenestración él sabía que podía volver alegremente a la Diputación y seguir cobrando hasta el final de su vida laboral, y después con una generosa jubilación.
El plan era perfecto y seguirá siendo perfecto, porque la derecha inútil ha sido incapaz de mantener una campaña incendiaria al estilo de las que hacen las izquierdas, y no se ha anunciado ninguna dimisión.
El implicado ha negado la mayor y sigue adelante con el respaldo de sus jefazos. Seguro que tiene en su chistera los suficientes secretos como para salvaguardar su seguridad.
De todas manera en este caso hay un detalle que llama la atención. José María Angel presentó en 1983 un título que no existiría hasta más de diez años después en la Universidad de Valencia. O era un vidente parapsicólogo que adivinó el título exacto de una carrera que existiría dos lustros después o quizás aportó el título cuando las elecciones amenazaban con el fin del PSOE en Diputación, para preservarse las espaldas.
En 1995 el PP ganó la Diputación. El expediente de Ángel Batalla ya estaba blindado con un título esotérico. El resto es la actualidad, cuando se demuestra que no sólo es posiblemente un engaño esa titulación fantasma, sino que el engaño es todo el sistema que nació con la Constitución de 1978.