El silencio en ruta: la extraña desaparición de Mazón durante la dana que arrasó Valencia
La oposición exige conocer los movimientos del president el 29 de octubre, día en que murieron 228 personas, mientras el Consell guarda silencio y premia a sus escoltas con medallas policiales
VALENCIA. ¿Dónde estaba Carlos Mazón el 29 de octubre mientras Valencia se inundaba, literalmente, y se ahogaban 228 personas? Una pregunta que parece sacada de un thriller político pero que, tristemente, tiene mucho de real y poco de ficticio. En medio de una tragedia climática que dejó la provincia patas arriba y bajo el agua, el president de la Generalitat estuvo, según fuentes oficiales, “en el Palau”. Pero no hay imágenes. No hay registros públicos de sus movimientos. Y, para colmo, ahora hay medallas.
Sí, has leído bien. Mientras la oposición clama por conocer qué hizo Mazón durante ese día fatídico, la Unidad Adscrita del Cuerpo Nacional de Policía (también conocida como “la Policía de la Generalitat”, porque la coherencia institucional es lo nuestro), propone condecorar a los escoltas del president con medallas al mérito policial. ¿El motivo? Su servicio durante… bueno, durante el día en que nadie sabe dónde estaba Mazón.
Una sobremesa eterna y un Cecopi que esperó horas
Pero pongamos contexto, que aquí no venimos solo a indignarnos: el 29 de octubre, la famosa dana —sí, esa gota fría que ya tiene nombre de exnovia vengativa— provocó el caos en buena parte de Valencia. Inundaciones, destrozos, y, por desgracia, víctimas mortales. Mientras tanto, el Cecopi (el centro neurálgico de emergencias de la Generalitat) abría sus puertas, preparaba el operativo y… esperaba. Porque el president no llegó hasta las 20:28 horas. Ocho y veintiocho de la tarde, por si a alguien le falla el reloj interno.
¿Dónde estaba? Según las malas lenguas —y algún que otro informe— comiendo. En El Ventorro, concretamente. En buena compañía, dicen, con una periodista. Después… misterio. El coche oficial no aparece. Las cámaras de seguridad del Palau, casualmente, borradas tras 15 días. Que es lo normal, según Presidencia, si no hay requerimiento judicial. Claro, como si no estuviéramos hablando del mayor desastre natural de los últimos años.
Una condecoración polémica a los escoltas de Mazón
Ahora, con toda esta incertidumbre aún en el aire, llega la guinda del pastel: la concesión de medallas a los escoltas de Mazón. La Agencia Valenciana de Emergencias —que depende directamente de la Generalitat— tramita el reconocimiento por su trabajo en esos días, incluyendo su presencia junto al president durante su desaparición y la posterior bronca visita de los Reyes a Paiporta. Que sí, que hicieron su trabajo, nadie lo niega. Pero… ¿es este el momento?
José Muñoz (PSPV-PSOE) y Joan Baldoví (Compromís) creen que no. Y por eso han solicitado el expediente completo que justifica esas medallas. Quieren saber en qué criterios se basan, qué méritos concretos se han tenido en cuenta y, sobre todo, cómo se puede condecorar a escoltas por un trabajo durante unas horas que nadie parece haber documentado correctamente.
El coche fantasma y la hoja de dietas
Y aquí entra la parte que roza lo surrealista. Porque mientras desde Presidencia se niegan a dar la localización del coche oficial de Mazón ese día, alegando no sé cuántas razones de seguridad y privacidad, desde la Conselleria de Innovación se ha filtrado un documento que sí recoge los movimientos de dos altos cargos el mismo día. ¿Cómo? ¿No habíamos quedado en que eso no se podía?
Muñoz lo tiene claro: si esos trayectos están registrados en Innovación, también lo están en Presidencia. Y si no los enseñan, es porque los están ocultando deliberadamente. “En su lugar nos dieron una hoja de dietas”, ha dicho, con tono de sarcasmo institucional. Porque claro, saber dónde comió el president ese día debe tener más valor estratégico que un informe de la CIA.
Una juez que invita pero no obliga
La cosa se complica más cuando entra en escena la justicia. Varias acusaciones personadas en el caso de la dana han solicitado también los movimientos del president. Pero la jueza ha respondido que no está imputado —al fin y al cabo, es aforado— y que, si quiere, puede declarar voluntariamente. Lo que viene siendo una invitación cordial a contar su versión, pero sin consecuencias legales si la ignora.
¿Y Mazón? Silencio. De momento, no hay voluntad de comparecer, ni de explicar qué hizo durante esas horas críticas. A lo sumo, alguna defensa tibia desde su partido, como la del portavoz del PP, Juanfran Pérez Llorca, que ha asegurado que la propuesta de condecoración no viene de Presidencia, sino de la Policía de la Generalitat. Y que todo se hace con “criterios objetivos”.
Medallas, confusión y la política del humo
Mientras tanto, desde el Consell, la vicepresidenta Susana Camarero defiende la profesionalidad de los agentes y niega cualquier influencia en la decisión. Según su versión, es la propia unidad policial quien propone las distinciones, como si esto fuera una ceremonia interna sin carga política. Pero claro, si esas medallas incluyen a los escoltas del máximo dirigente político de la Comunitat, en el contexto de una crisis no resuelta, la cosa huele. Y no precisamente a pólvora de mascletà.
La Consejería de Emergencias intenta aclarar —sin mucho éxito— que las medallas son por actuaciones destacadas en general, no solo el 29 de octubre. Pero da igual. Porque el problema no es la medalla en sí, sino lo que representa. O mejor dicho, lo que tapa.
¿Dónde estabas cuando todo se inundaba?
La oposición, cansada de evasivas, prepara una ofensiva legal. Si no obtienen respuestas claras, recurrirán al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat. Baldoví ha resumido el sentimiento general: “Han pasado casi siete meses y todavía no sabemos qué hizo el president ese día”. Lo que es grave. Muy grave. Porque la ciudadanía tiene derecho a saber si su máximo responsable estuvo o no a la altura. Y si no lo estuvo, al menos, por qué.
El relato oficial hace aguas —nunca mejor dicho— y la falta de transparencia no ayuda. ¿Es normal que un político desaparezca en plena emergencia? ¿Es normal que se borren las imágenes? ¿Es normal que se condecore a los escoltas de alguien cuyo paradero sigue siendo un misterio? Porque si esto es normalidad democrática, que baje alguien y lo explique.
¿Y tú qué opinas? ¿Merecen medallas quienes protegen a un líder desaparecido o deberíamos, primero, exigir que aparezcan las respuestas?