Valencia, 24 de julio de 2025.
María Jesús Plaza, conocida como ‘Susa’, de 60 años, ha denunciado haber sido víctima de acoso inmobiliario por parte de un fondo buitre que, según afirma, ha forzado su salida de la vivienda donde su familia ha residido durante más de 100 años en régimen de alquiler.
A pesar de contar con un contrato en vigor hasta 2029, Susa asegura que ha tenido que abandonar su domicilio en el barrio del Carmen, tras meses de presiones crecientes y un último episodio especialmente traumático: a su regreso tras pasar un fin de semana fuera, encontró sus pertenencias tiradas por la escalera del portal, su puerta arrancada y destrozos en el interior del piso.
Una vida construida en un hogar centenario
La vivienda, situada en un edificio que pertenecía a propietarios anteriores, fue adquirida por un fondo de inversión que comenzó a presionar a los inquilinos. Susa relata que su familia vive allí desde 1921, cuando su abuela se instaló en el inmueble: “Aquí nacieron mis tíos, mis hermanos…”, lamenta. “Y ahora toda esa historia termina así”.
La vecina afirma que las presiones aumentaron desde la compraventa del edificio, especialmente contra quienes, como ella, se negaban a abandonar su hogar.
Un episodio límite
“Llego a mi casa y me encuentro todos mis enseres tirados en el patio, la puerta arrancada, los sanitarios destrozados, la pila rota, los plomos quitados”, relata con angustia. “Me he sentido fatal, acosada continuamente. No podía más”, declara visiblemente afectada.
Rodeada de vecinos que se concentraron en la calle para mostrarle apoyo, la escena fue tensa y tuvo que ser moderada por agentes de la autoridad. La solidaridad de la comunidad contrasta con la impotencia que expresa Susa ante lo que considera un desalojo encubierto sin resolución judicial.
Un problema creciente
Este caso se suma a otros episodios recientes en Valencia y otras ciudades, donde colectivos vecinales denuncian estrategias de presión por parte de grandes tenedores para vaciar fincas, reformarlas y alquilarlas o venderlas a precios más elevados. Susa lo resume con resignación:
“Yo por el Carmen ya no me puedo quedar. Y a lo mejor hasta tengo que irme de Valencia”.
Un llamado a la dignidad
Susa reclama una “negociación justa y digna” y advierte del deterioro progresivo del derecho a la vivienda en barrios históricos. Su caso ha reavivado el debate sobre los límites legales y éticos de las inversiones especulativas en el mercado inmobiliario.