Pedro Sánchez ha decidido que 24 días de vacaciones en Lanzarote no eran suficientes, así que ha puesto rumbo a Andorra con su esposa Begoña Gómez, para alojarse en un hotel de lujo donde la habitación cuesta más que el salario mínimo anual. Mientras tanto, el 33% de los españoles no puede permitirse ni una semanita de vacaciones. ¿Desconexión presidencial o masterclass de cómo vivir bien sin rendir cuentas? La polémica pedalea cuesta arriba.
Hay presidentes que, cuando el país se incendia, se ponen el casco de bombero. Otros, el de ciclista. Pedro Sánchez ha optado por lo segundo.
Tras casi un mes en el palacio de La Mareta (que, por cierto, tiene más lujos que la casa de Barbie en Malibú), el jefe del Ejecutivo ha decidido prolongar sus vacaciones en Andorra, alojándose en un complejo tan exclusivo que el WiFi tiene nombre propio y el agua del spa se filtra con lágrimas de unicornio.
El Hotel Sport Hermitage, en Soldeu, ha sido el elegido para este merecido (ejem) descanso postdescanso. Tarifa por noche: entre 495 y 3.000 euros. Y si te da por alquilar una de las Hermitage Mountain Residences, ve preparando entre 4.000 y 10.600 euros por noche. Porque claro, desconectar de España no es barato.
La estancia, como era de esperar, ha sido privada… aunque tan privada que el presidente ha cerrado plantas enteras del hotel y hasta ha reservado un restaurante completo para comer tranquilo con su esposa. El periodista Joan Guirado ha apuntado que Sánchez está «pasando muy, muy desapercibido», lo cual es perfectamente creíble si desaparecer implica llevarse a 20 escoltas, drones, Policía andorrana y cerrar espacios públicos.
Los Reyes viajan con seguridad, sí… pero Pedro, al parecer, ha contratado el nivel “presidente ninja”.
Y aquí es donde entramos en territorio resbaladizo. Porque mientras el INE señala que el 33,4% de los españoles no puede permitirse ni una semana de vacaciones, el presidente se pasea en bicicleta por los Pirineos, después de 24 días en un palacio, 3.000 euros la noche, y sin agenda oficial.
Eso sí, se le vio muy sonriente durante el paso de la Vuelta a España cerca de Soldeu, probablemente porque se sintió identificado: él también va por etapas, solo que las suyas son entre spa, Michelin y ciclismo.
Desde el PP ya han sacado la artillería pesada. El vicesecretario Jaime de los Santos ha criticado que, mientras arde media España por los incendios, Sánchez se haya ido “a practicar ciclismo” en lugar de asumir sus responsabilidades. Y no es por ser agorero, pero comparar una reunión del Consejo de Ministros con una etapa alpina de mountain bike… no ayuda mucho.
“¿Tan estresado está que necesita más vacaciones?”, ironizó el dirigente popular, quien probablemente esté más cerca del balneario del IMSERSO que del Hermitage andorrano.
Pero lo que realmente ha molestado a muchos no es el precio del hotel —que también—, sino la desconexión del contexto nacional. Porque sí, Sánchez va a presentar el lunes 1 de septiembre un gran pacto sobre medioambiente. Pero mientras eso llega, la gente ve cómo su presidente se relaja entre jacuzzis y masajes tailandeses mientras arde el monte.
Según fuentes del hotel, el spa tiene 5.000 metros cuadrados, más grande que muchas comarcas. Hay cinco restaurantes, uno con estrella Michelin, y suites que vienen con mayordomo y hasta terapeuta emocional (bueno, esto último no lo sabemos, pero todo puede ser).
Y lo mejor: esta no es la primera vez. El año pasado, Sánchez ya eligió el mismo hotel para desconectar. Se ve que le gustó la experiencia. Y quién no: no hay votante, juez, imputación ni Feijóo que te moleste cuando estás a más de 1.700 metros de altitud, rodeado de pinos, ciclistas, y bufés con foie ecológico.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen pagando la gasolina, el IVA de la luz y los seguros de incendios. Pero tranquilos, que el presidente también lo pasa mal: subir un puerto en bici mientras arrastras la culpa política debe de dar más agujetas que un Pleno parlamentario.
Ahora bien, la seguridad, ese otro capítulo. Veinte escoltas, drones, policía andorrana… todo el despliegue para que Pedro pueda pedalear tranquilo. Ni los equipos del Tour de Francia llevan tanto acompañamiento. Se dice que el único ciclista con más protección fue Lance Armstrong… y aún así no le salvó del dopaje.
Mientras Sánchez pedalea hacia el mirador de los sueños (y de los impuestos), Feijóo suda en los medios denunciando la falta de contacto oficial para ese gran pacto de Estado medioambiental. Según él, “nadie del equipo de Sánchez ha llamado”, ni siquiera para decir “oye, que estoy en Andorra, ya si eso hablamos cuando baje de la bici.”
La cuestión no es si el presidente se merece vacaciones, que probablemente sí. El asunto es la narrativa política que deja este tour personal del lujo: una España que se achicharra, comunidades autónomas pidiendo ayuda, una oposición con el megáfono encendido, y el jefe del Ejecutivo a cuerpo de rey en una burbuja cinco estrellas.
Y mientras los ciudadanos comparan precios para ir a Benidorm en septiembre, el presidente se relaja con menús de degustación, baño en aguas termales y masajes suecos. Ni el Rey Sol tenía tanto mimo.
Pregunta final al lector
¿Tú qué opinas? ¿Te parece bien que el presidente se tome unas vacaciones tan “desconectadas” mientras el país lidia con incendios y crisis? ¿O crees que el descanso de altura también es un derecho presidencial? (Eso sí, a 3.000€ la noche, que no falte el desayuno buffet).