Valencia, un año después de la DANA: la reconstrucción avanza, pero aún quedan muchas heridas por cerrar
29 de octubre de 2025 | Redacción
Valencia. Un año después de la DANA del 29 de octubre de 2024, la Comunitat Valenciana sigue intentando recuperar el pulso. Las obras avanzan, pero las heridas —materiales y emocionales— siguen abiertas. En barrios como la Almasereta de Picanya o el Raval de Algemesí, el tiempo parece haberse detenido. Viviendas en ruinas, comercios cerrados y ascensores inutilizados recuerdan que la normalidad todavía está lejos para muchos vecinos.
Reconstrucción lenta y heridas abiertas
Más de 800.000 personas fueron damnificadas por la catástrofe. De los 30.000 edificios afectados, todavía hay 760 ascensores fuera de servicio y decenas de garajes clausurados. “Seguimos esperando poder dejar el coche bajo techo. Parece que la burocracia va más lenta que el agua del barranco aquel día”, confiesa un vecino de Catarroja.
La tragedia no solo se mide en pérdidas materiales. También en el estrés postraumático que afecta a miles de valencianos. Según la Generalitat Valenciana, un 27,6 % de la población adulta en las zonas afectadas sufre secuelas psicológicas. Las Unidades de Atención al Trauma creadas por Sanitat han atendido a más de 2.000 pacientes: 1.000 por estrés agudo y 887 por trastorno postraumático.
“Tratamos de hacer lo mejor en una circunstancia inimaginable, pero en muchos casos no fue suficiente”, reconoció el president Carlos Mazón durante el homenaje institucional celebrado esta semana.
El trauma invisible: la salud mental
El impacto psicológico sigue siendo una de las secuelas más graves. En los menores, los efectos son especialmente preocupantes. El informe “Con el barro en la mochila”, elaborado por Save the Children y la Universitat de València, indica que el 24 % de los niños afectados tiene problemas para dormir y el 30 % siente miedo a la lluvia y a los truenos.
Además, se detectan niveles altos de ansiedad y aislamiento en adolescentes, con un incremento del uso de pantallas como mecanismo de escape. “No podemos pasar página hasta que nuestros hijos dejen de temer cada nube”, resume una madre de Paiporta que perdió su casa durante la riada.
Para reforzar la atención psicológica, el Consell transformará l’Alquería de Moret de Picanya en un centro de referencia autonómico para la atención al trauma, con especialistas en emergencias y salud mental.
Colegios y aulas prefabricadas
La DANA afectó a 115 centros educativos en 21 municipios, dejando sin clase a más de 48.000 alumnos. Aunque la mayoría ha regresado a sus colegios, en siete centros —entre ellos el CEIP Orba de Alfafar, el IES Berenguer Dalmau de Catarroja y el CEIP L’Horta de Paiporta—, las clases continúan en aulas prefabricadas a la espera de la reconstrucción definitiva.
Infraestructuras: mucho hecho, mucho por hacer
Las lluvias torrenciales arrasaron carreteras, puentes, líneas de metro y vías ferroviarias. Las autovías V-30 y V-31, así como la CV-33 y la CV-36, fueron de las primeras en reabrir. Sin embargo, la línea C3 de Cercanías sigue en rehabilitación, mientras que el metro y las líneas C1 y C2 ya funcionan con normalidad.
El barranco del Poyo, epicentro de la catástrofe, es ahora escenario de una intensa reconstrucción dirigida por la Confederación Hidrográfica del Júcar. Se están reforzando los cauces de municipios como Chiva, Torrent, Paiporta y Catarroja, en un plan que incluye 17 obras de emergencia simultáneas con una inversión superior a 220 millones de euros.
El esfuerzo de reconstruir lo invisible
El sistema de alcantarillado y las infraestructuras subterráneas, dañadas por el barro y los sedimentos, siguen en reparación. Las recientes lluvias de la DANA Alice han puesto a prueba esas mejoras, y aunque la mayoría de los municipios las superaron con éxito, el recuerdo del 29-O sigue latente.
También avanzan los trabajos en el Canal Júcar-Turia y la presa de Forata, con una inversión de 6,5 millones de euros. A finales de julio, se restituyó la operatividad de la toma de riego, un paso clave para devolver la normalidad al regadío.
Un año después, una herida compartida
Valencia mira hacia adelante, pero el eco de la tragedia aún resuena. Familias que perdieron todo, barrios que aún esperan ayuda y un territorio que ha aprendido, a la fuerza, la importancia de la prevención. Un año después, la reconstrucción física avanza, pero la reconstrucción emocional todavía necesita tiempo.
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