La líder de Sumar lanza un mensaje de apoyo envenenado a Sánchez: le cree honesto, sí, pero le exige garantías contra la corrupción y un giro a la izquierda que no se quede en postureo de pancarta. Entre elogio y tirón de orejas, Yolanda se perfila como la voz crítica dentro del Gobierno que te abraza con una mano mientras con la otra te señala la factura pendiente.
Yolanda, la honesta del Gobierno… pero con GPS de izquierdas
En el apasionante juego de equilibrios políticos que es el Gobierno de coalición, Yolanda Díaz ha vuelto a hacer lo que mejor se le da: apoyar con matices, alabar con reservas y advertir con tono dulce. En una declaración que bien podría haber salido de un episodio de House of Cards en Lavapiés, la vicepresidenta segunda ha asegurado que confía en la honradez de Pedro Sánchez. Pero acto seguido, le ha pedido “más garantías” contra la corrupción. Lo que viene siendo: “Yo te creo, pero no te dejo las llaves de mi casa”.
Y no contenta con eso, también le ha recordado que la legislatura necesita “un cambio de rumbo” y un “giro social” a la izquierda. Porque, claro, no se puede ser un Gobierno progresista si solo progresan los contratos dudosos.
El caso Santos Cerdán: el elefante con traje en la sala
La intervención de Yolanda no viene de la nada. El motivo detrás del mensaje está en las recientes informaciones sobre el presunto caso de corrupción que salpica a Santos Cerdán, uno de los hombres fuertes del PSOE. Aunque Sánchez ha optado por el modo “esto lo resolvemos internamente”, Yolanda ha preferido el clásico “más vale prevenir que salir en los papeles de nuevo”.
Para Sumar, el escándalo en ciernes representa un síntoma más de que el barco necesita revisión de casco. “No puede haber ni un atisbo de duda”, dicen desde su entorno. Y aunque nadie ha pedido dimisiones (todavía), el mensaje implícito es claro: o se refuerzan los cortafuegos éticos o esto va a oler a chorizo precocinado.
Entre guiño y codazo: la política de la ambigüedad coordinada
Yolanda es la reina de las declaraciones en 4D. Dice que Sánchez es honrado, pero le pide vigilancia. Apoya al Gobierno, pero exige más izquierda. No rompe, pero tampoco se calla. En resumen: lo quiere todo, pero sin romper la vajilla.
Este estilo calculado le permite aparecer como el Pepito Grillo del Ejecutivo, el espíritu navideño de lo que debería ser una izquierda coherente. Mientras tanto, en Sumar están que no saben si apoyar, corregir, exigir o convocar una asamblea de urgencia con veganismo y empoderamiento colectivo.
El “giro a la izquierda”: promesas, pancartas y post-its sin firmar
Yolanda ha reclamado algo que parece obvio si uno gobierna con un partido que lleva “socialista” en el nombre: más políticas de izquierdas. Lo curioso es que haya que recordárselo. Entre rebajas fiscales que huelen a centrismo encubierto y pactos parlamentarios que requieren más flexibilidad que una clase de yoga, Díaz teme que el Gobierno esté perdiendo el alma progresista en la trastienda del Congreso.
Según fuentes de Sumar (o sea, algún diputado cabreado que habla con periodistas por WhatsApp), el Ejecutivo necesita una agenda más social, más climática, más feminista y menos centrada en sobrevivir políticamente. Lo ideal, claro, sería hacer ambas cosas. Pero eso, en política española, es como pedirle a un gato que haga la declaración de la renta.
¿Y Sánchez qué dice? Spoiler: lo de siempre
Como buen estratega de la resistencia, Pedro Sánchez ha optado por la táctica de “sonrío y ya si eso contesto después”. En público, sigue defendiendo la integridad del Gobierno y su firme voluntad de luchar contra la corrupción. En privado, imaginamos que está pensando: “¿Y ahora qué quiere Yolanda?”.
Porque entre Bruselas congelando pagos, Koldos reapareciendo más que los ex en redes sociales, y socios internos reclamando más izquierda como si estuvieran en una asamblea del 15-M, el presidente tiene el calendario institucional más apretado que el pantalón de campaña de un diputado en agosto.
La guerra fría de los socios: unidas pero cabreadas
Lo que está claro es que la coalición de Gobierno vive en un equilibrio inestable. Sumar necesita marcar perfil para no diluirse, y el PSOE necesita contener a Sumar para no parecer rehén de los minoritarios. El resultado es una coreografía extraña: se aplauden en público, se corrigen en entrevistas y se mandan indirectas con más sutileza que un grupo de WhatsApp de vecinos.
Yolanda sabe que la clave para sobrevivir como proyecto político pasa por no parecer una muleta dócil. Por eso pide más transparencia, más reformas sociales y menos casos que acaben en titulares. La pregunta es: ¿hasta qué punto puede presionar sin dinamitar?
Conclusión: te apoyo, pero con condiciones (y quizás contrato notarial)
La vicepresidenta segunda ha dejado claro que está con Pedro Sánchez… de momento. Pero no se fía del todo. Le respalda, sí, pero con reservas. Como quien firma una hipoteca pero se lleva al notario de confianza. Entre exigencias éticas y súplicas ideológicas, Yolanda Díaz deja al presidente con el cariño tenso del que sabe que tiene que cambiar si no quiere perder apoyo por la izquierda.
España, mientras tanto, asiste a este baile de reproches suaves con la misma mezcla de aburrimiento y esperanza que uno tiene en la cola del supermercado: sabes que no pasará nada grave, pero por si acaso, estás atento por si alguien grita “corrupción”.
Y tú, lector crítico, ¿confías en Pedro tanto como Yolanda… o prefieres exigirle pruebas firmadas con boli BIC y testigo notarial?