ntre críticas encubiertas al centralismo y exigencias directas a Pedro Sánchez, el presidente de la Generalitat Valenciana aprovechó la Conferencia de Presidentes para marcar territorio: elecciones ya, y una financiación que no sea siempre “para luego”.
Valencia, esa tierra olvidada hasta que conviene recordarla
Ah, Valencia. Tierra de luz, naranjas, playa y… reclamaciones presupuestarias eternas. No importa cuántas conferencias se celebren, cuántas comisiones se monten ni cuántas promesas se firmen en papeles con membrete institucional: el problema de la infrafinanciación valenciana sigue, década tras década, como un fondo de pantalla que nadie cambia. Pero esta vez, Carlos Mazón llegó a Barcelona con una carpeta repleta de exigencias, con esa mezcla tan valenciana de cordialidad firme y hartazgo educado.
En un escenario donde los focos estaban puestos en las exigencias de adelanto electoral de los barones del PP, Mazón no quiso pasar desapercibido. Y no lo hizo. Su discurso tuvo ese tono que mezcla lo institucional con lo visceral, lo técnico con lo político. Porque sí, vino a pedir cuentas… pero también a sumarse al coro de “elecciones ya”.
La voz del PP, pero con denominación de origen valenciana
No es ningún secreto: Mazón está perfectamente alineado con la estrategia nacional de su partido. Reclamar elecciones no es solo una posición política, es un movimiento de tablero cuidadosamente planificado. Pero mientras otros barones se centraban en la supuesta inestabilidad del Gobierno o en los pactos parlamentarios “de pesadilla”, él trajo su queja estrella: la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana.
Una de esas palabras que ya ni impactan porque se oyen cada semana. Pero esta vez no fue una mención suelta. Mazón convirtió el tema en bandera, en pancarta sin necesidad de manifestación. Denunció con claridad que la Comunitat no solo está infrafinanciada, sino que además tiene que hacer malabares para cubrir servicios básicos que en otras regiones se dan por descontados.
Porque sí, las comparaciones siguen siendo odiosas… y también muy útiles para señalar agravios.
Un discurso con mensaje (y con destinatario claro)
Mazón no solo apuntó a la falta de financiación como si hablara al viento. Sus palabras llevaban dirección postal: Palacio de la Moncloa, atención Pedro Sánchez. Y como quien lanza dardos con guante de terciopelo, deslizó críticas que, si uno las escucha con atención, tienen más pólvora que una mascletà.
Habló de solidaridad entre comunidades, pero matizó. Porque claro, una cosa es ser solidario, y otra muy distinta es ser el primo que siempre paga la cena. Habló de lealtad institucional, pero con reservas, porque a estas alturas hasta el protocolo más cuidado lleva subtexto.
Y, por supuesto, no faltó su apoyo a la convocatoria anticipada de elecciones generales. Según Mazón, este país necesita un nuevo ciclo, uno donde la Comunitat Valenciana no sea “la última en recibir pero la primera en pagar”.
Barcelona como escenario, pero el guion ya estaba escrito
Celebrar la cumbre en Barcelona no era un detalle menor. De alguna forma, era también una prueba de fuego para los líderes del PP, que saben que pisar Catalunya con discurso nacional puede generar titulares incómodos. Pero Mazón evitó el choque directo con las sensibilidades locales. Su objetivo era otro: Madrid.
El centro de poder, ese que —según viene denunciando el Consell desde tiempos de Rita y más allá— nunca termina de entender qué significa “infrafinanciación estructural”, fue el blanco de su intervención. Pero eso sí, todo desde la calma institucional. Ni desplantes, ni shows. Solo un discurso claro: queremos lo que nos corresponde.
Y si de paso hay elecciones anticipadas, mejor.
La Comunitat, entre la resignación crónica y la ambición renovada
Lo cierto es que en Valencia hay una sensación recurrente, una mezcla de resignación y rabia contenida. Se ha normalizado la idea de ser “los olvidados”, pero al mismo tiempo, hay una especie de determinación sorda que empuja a seguir reclamando. Y ahí es donde Mazón intenta posicionarse: no como un político más que repite el discurso autonómico por obligación, sino como un presidente que quiere dejar huella. O al menos titulares.
Pero el riesgo está en que, si el Gobierno no responde, la Comunitat acabe otra vez donde siempre: en las notas a pie de página del debate nacional.
¿Y ahora qué? Pues lo de siempre… o tal vez no
Tras esta Conferencia, lo más probable es que las reclamaciones de Mazón se enfrenten, como siempre, al muro del “lo estamos estudiando” o el “pronto se convocará una mesa técnica”. La diferencia, esta vez, es que lo hizo con más visibilidad y con más presión política, arropado por sus compañeros de partido. Aunque, como bien sabemos, el ruido no siempre se traduce en resultados.
En todo caso, el presidente valenciano ha dejado claro que va a seguir pidiendo, exigiendo y, si hace falta, repitiéndose. Porque según él, cuando no se escucha, hay que gritar más fuerte. Aunque el eco en Madrid tarde en devolver una respuesta.
¿Hasta cuándo puede Valencia soportar ser siempre la última en la cola, incluso cuando grita la primera?