La presidenta madrileña responde a la ministra de Sanidad y aviva la tensión política tras un tenso saludo en la Conferencia de Presidentes celebrada en Barcelona.
El saludo que desató el cruce de declaraciones
La escena tuvo lugar durante la reciente Conferencia de Presidentes celebrada en el Palau de Pedralbes. En medio de los saludos entre mandatarios autonómicos y miembros del Gobierno central, Isabel Díaz Ayuso evitó el habitual gesto de los dos besos con la ministra de Sanidad, Mónica García. Un detalle aparentemente menor que, sin embargo, ha destapado un nuevo enfrentamiento entre ambas dirigentes.
Ayuso fue tajante: «No quiero que me dé dos besos alguien que me llama asesina». Para la presidenta madrileña, este tipo de gestos no representan respeto institucional, sino una forma de hipocresía política que —según sus palabras— pretende encubrir la agresividad verbal del Gobierno hacia su gestión.
Un enfrentamiento que viene de lejos
Las tensiones entre ambas responsables políticas no son nuevas. Durante la pandemia, y especialmente en los momentos más críticos, Mónica García —entonces portavoz sanitaria en la Asamblea de Madrid— criticó duramente la gestión de Ayuso, especialmente por las decisiones relacionadas con las residencias de mayores.
Aunque el término “asesina” se usó en contextos parlamentarios por diversos sectores críticos, Ayuso sostiene que las acusaciones que ha recibido por parte del entorno de la ministra han sido reiteradas y extremadamente graves. “No es cuestión de protocolo, sino de dignidad personal y política”, expresó tras la cumbre.
Reacciones políticas y sociales
El gesto y las declaraciones posteriores no han pasado desapercibidos. Desde el entorno de la ministra se ha restado importancia al saludo y se ha recordado que, más allá de los desencuentros, la cortesía institucional es un deber democrático.
Sin embargo, simpatizantes de Ayuso han respaldado su postura en redes sociales, considerándola una muestra de coherencia ante lo que describen como “un doble discurso” por parte del Ejecutivo central.
En cambio, otros sectores critican el uso del término «hipocresía institucional» por parte de Ayuso, argumentando que una representación política exige separar las diferencias ideológicas del respeto mutuo en actos oficiales.
Un clima político cada vez más polarizado
Este nuevo episodio de confrontación verbal entre altos cargos refleja el estado actual de la política española, donde la tensión dialéctica supera a menudo la cooperación institucional. Lo que antes eran diferencias ideológicas ahora se traducen en gestos públicos, mensajes contundentes y frases cargadas de simbolismo.
Para muchos ciudadanos, lo ocurrido en el Palau de Pedralbes no es más que otro síntoma de la crispación que domina el panorama político nacional, mientras temas fundamentales como la financiación autonómica, la gestión sanitaria o el reparto de fondos europeos quedan en un segundo plano.
¿Cortesía o contradicción?
El episodio plantea una pregunta incómoda pero necesaria: ¿deben las formas prevalecer incluso cuando el fondo es hiriente? ¿Hasta qué punto un saludo puede interpretarse como un gesto de respeto o como una incoherencia?
En palabras de Ayuso: “No se puede faltar al respeto con una mano y luego pedir cortesía con la otra”. Una afirmación que, sin duda, seguirá generando debate dentro y fuera de la arena política.