El anuncio del Premio Nobel de la Paz 2025 otorgado a María Corina Machado marcará un antes y un después en la historia política venezolana.
Es un reconocimiento internacional a una mujer que ha encarnado con coraje la resistencia frente al autoritarismo, una figura que desde la clandestinidad hoy recibe el mayor galardón moral que puede recibir un activista por la libertad.
Pero también es una revelación incómoda para quienes se han alineado con el régimen de Nicolás Maduro: entre ellos, el gobierno español, cuyos silencios dicen más que mil discursos.
Desde hace meses, María Corina Machado vive oculta, sin poder aparecer públicamente, como resultado de la fuerte represión que el gobierno chavista ha desatado tras las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.
Aunque fue declarada inhabilitada por las autoridades venezolanas y no pudo participar directamente como candidata, Machado movilizó a millones de venezolanos y promovió legalmente las votaciones, respaldando la opción de Edmundo González como su sustituto simbólico.
Sin embargo, el régimen de Maduro declaró su victoria de forma irregular, ignorando denuncias de fraude y manipulaciones.
Ha antepuesto su vida con el fin de sostener públicamente que Maduro carece de legitimidad democrática.
El coraje de resistir en la oscuridad
El comité Nobel justificó su decisión señalando que Machado ha trabajado incansablemente por promover los derechos democráticos del pueblo venezolano y por luchar por una transición pacífica y justa del autoritarismo a la democracia.
En términos literales, se premia a alguien que ha mantenido viva la llama de la libertad en medio de una estructura política diseñada para extinguirla.
Ser galardonada en estas condiciones representa mucho más que un triunfo personal: es un espaldarazo al movimiento opositor venezolano y una oda al valor frente al miedo.
En un régimen donde los disidentes son perseguidos, perseguidos incluso con acusaciones de terrorismo o conspiración, María Corina Machado aceptó el destino de vivir en la clandestinidad, asumiendo el riesgo de ser arrestada o peor.
Este Nobel no sólo reconoce su liderazgo; reconoce el sacrificio colectivo de millones de venezolanos que han resistido la opresión.
A pesar de que el gobierno venezolano ignoró la mayor parte de esa contienda y las denuncias internacionales, el mundo lo ha visto: el Nobel abre una ventana desde la que Venezuela ya no puede esconderse.
Maduro en el poder: una farsa institucional
Desde 2013, Nicolás Maduro ha gobernado Venezuela tras suceder a Hugo Chávez.
Pero su continuidad se sostiene sobre un sistema en descomposición institucional, con poderes públicos sometidos, empobrecimiento masivo, exilio de ciudadanos y controles férreos sobre las libertades básicas.
Muchos analistas y organizaciones han denunciado que las últimas elecciones han sido fraudulentas o manipuladas.
En ese contexto, decir que “Maduro está gobernando de manera ilegal” es una afirmación que muchos opositores y observadores comparten, pues su legitimidad proviene de procesos electorales cuestionados y de una administración que ha demolido las garantías constitucionales.
Las elecciones de julio de 2024 fueron un punto de inflexión dramático: Machado fue vetada por el Consejo Nacional Electoral y los órganos de control del Estado, y no pudo competir legalmente.
Aun así, su campaña a través de la oposición movilizó masivamente, y el régimen respondió con represión, encarcelamientos, censura y amenazas constantes.
El resultado oficial fue una victoria de Maduro, pero sin reconocimiento internacional significativo, mientras el movimiento opositor habla de voluntad popular robada.
De este modo, María Corina Machado juega un rol clave: desde el anonimato, ha llamado la atención sobre la farsa electoral y ha certificado —ante su pueblo y ante el mundo— que la transición democrática es la única salida legítima.
El Nobel la visibiliza como interlocutora moral de esa transición, algo que el régimen teme profundamente.
España: silencio cómplice ante el Nobel
Si bien la concesión del Nobel a Machado ha desencadenado reacciones en múltiples países y actores políticos, llama la atención el mutismo del gobierno de España y de sus ministros.
No ha habido felicitaciones oficiales, no se ha emitido una palabra pública de reconocimiento por parte del Ejecutivo español.
Ese silencio no es inocente: al no alinearse con este reconocimiento, el gobierno español deja entrever una simpatía tácita hacia el régimen de Maduro y sus políticas, lo cual le resta autoridad moral en materia de derechos humanos y democracia de la que siempre hacen gala.
Frente a ello, la oposición española no ha dudado en manifestarse. Dirigentes de partidos de oposición han expresado públicamente su admiración por Machado y han felicitado su Nobel, denunciando el bochorno de un Ejecutivo que se abstiene de reconocer a una mujer que representa la esperanza de libertad en Venezuela.
Este contraste exhibe con crudeza la división política interna española frente al dilema latinoamericano: ¿solidaridad con la democracia o complicidad con la opresión?
La actitud del gobierno español revela qué banderas prioriza: permitir que un dirigente democrático y premiado permanezca oculto y ningún ministro se pronuncie es una clara señal de alineación ideológica.
En otras ocasiones, España se ha pronunciado sobre crisis internacionales, sanciones o emergencias humanitarias, pero ahora el silencio es elocuente.
Mientras tanto, partidos de la oposición del gobierno español recuerdan que una democracia digna no pacta con el silencio frente a un régimen que pisotea elecciones, derechos y libertades.
Este Nobel convierte a María Corina Machado en la primera venezolana laureada con el premio de la Paz.
El reconocimiento internacional no sólo avala su causa, sino que desafía a gobiernos que prefieren mirar para otro lado mientras una nación sufre. España, con su gesto silencioso, revela una preferencia política: no pronunciarse contra el autoritarismo aliado de Maduro.
Pero la fuerza del Nobel consiste en dar voz a quien el sistema quiso silenciar.
Momento del nombramiento vía telefónica
El director del Instituto Nobel noruego, Kristian Berg Harpviken, llamó minutos antes del anuncio del galardón, a las 11.00 hora local (9.00 GMT), a Maria Corina Machado, la cual no dejaba de repetir:
“Oh, Dios mío!” , “No tengo palabras”
“Me siento honrada, abrumada y muy agradecida en nombre del pueblo de Venezuela”
“Oh my god… I have no words.”
Listen to the emotional moment this year’s laureate Maria Corina Machado finds out she has been awarded the Nobel Peace Prize.
Kristian Berg Harpviken, Director of the Norwegian Nobel Institute, shared the news with her directly before it was… pic.twitter.com/OCUpNz752k
— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 10, 2025
Además, la nueva Nobel de la paz 2025 publicó en sus redes sociales una carta en nombre del pueblo venezolano en señal de agradecimiento ante este reconocimiento:
«En nombre del pueblo de Venezuela, GRACIAS.»
María Corina Machado, desde su clandestinidad, irrumpe ahora con un estandarte universal: la democracia y la paz no pueden lograrse sin libertad.
Que el mundo la escuche: Venezuela merece ser libre, y quienes callan hoy serán juzgados por su complicidad mañana.