Tras el drama de la dana del 29 de octubre, alcaldes de diversos municipios de la provincia de Valencia y asociaciones de víctimas alzan la voz para pedir algo más que obras: piden apoyo emocional, psicológico y humano para miles de personas que aún no han podido recomponerse.
Una tragedia que aún no termina
Han pasado casi nueve meses desde la devastadora Depresión Aislada en Niveles Altos (dana) que azotó con especial dureza a la provincia de Valencia, dejando 228 víctimas mortales, centenares de heridos y miles de personas afectadas por pérdidas materiales y emocionales. Pero mientras las infraestructuras comienzan a reconstruirse, muchas personas siguen rotas por dentro.
Los alcaldes de los municipios más castigados —entre ellos zonas del interior como La Ribera Alta y Baixa, l’Horta Sud o la Vall d’Albaida— aseguran que la emergencia no ha terminado. “Nos hemos centrado en reparar calles, caminos y redes de agua. Pero hay familias que no han salido de casa desde noviembre. Y jóvenes que aún no pueden dormir sin medicación”, ha declarado uno de ellos durante una reunión entre representantes municipales, técnicos de emergencia y asociaciones de víctimas.
“La reconstrucción emocional también es urgente”
El mensaje es claro: se necesitan más psicólogos, más atención social, más dispositivos de acompañamiento y escucha activa. Las asociaciones de víctimas denuncian que los recursos actuales son “insuficientes y mal distribuidos”. Muchos vecinos no saben dónde acudir o cómo tramitar ayuda. Otros simplemente sienten que han sido olvidados tras los titulares.
“No queremos convertirnos en una cifra. Necesitamos que alguien nos mire a los ojos y nos diga: estás vivo, no estás solo”, dice Elena, una de las supervivientes de la tragedia, cuyo marido falleció arrastrado por una riada en Sollana.
Un verano entre el silencio y el miedo
Este verano, en muchas zonas de Valencia no hay vacaciones, sino miedo. Miedo a que vuelva a llover. Miedo a no saber reaccionar. Miedo a no poder más. Las alarmas suenan cada vez que el cielo se cubre de nubes, y la población sigue sin un plan psicológico masivo para hacer frente al trauma colectivo.
Desde varios ayuntamientos reclaman una estrategia integral de salud mental post-catástrofe. “Estamos dispuestos a colaborar con la Generalitat, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos unidades móviles, psicólogos especializados en catástrofes, y una red de apoyo que llegue hasta el último vecino”, explican desde uno de los municipios más damnificados.
El olvido institucional: la otra gran herida
Algunos alcaldes critican la lentitud con la que se están gestionando las ayudas prometidas por las instituciones. Según indican, muchas familias siguen sin haber recibido indemnizaciones o sin saber en qué situación están sus expedientes. A eso se suma la falta de recursos específicos para la atención emocional, algo que no está contemplado con claridad en los protocolos de emergencia.
“El daño psicológico no es visible, pero es devastador. No se puede medir con informes técnicos ni con drones. Se mide en lágrimas, en noches en vela, en niños que ya no quieren ir al colegio porque sueñan con agua y barro”, denuncia una portavoz de las asociaciones vecinales afectadas.
Un llamamiento a la solidaridad
Mientras esperan respuesta, desde las asociaciones de víctimas y los municipios afectados hacen un llamamiento tanto a las administraciones como a la sociedad civil: no se olviden de las personas. “Hagan carreteras, limpien cauces, reconstruyan escuelas. Pero por favor, no se olviden de reconstruirnos a nosotros también”, concluyen.
La reconstrucción no solo es cuestión de ladrillos y hormigón. La verdadera reconstrucción comienza por dentro.