En un mundo cada vez más tecnológico y especializado, la educación no puede limitarse a la transmisión de conocimientos técnicos.
También debe formar personas comprometidas, solidarias y conscientes de su papel en la sociedad.
Así lo han entendido en el Colegio Virgen al Pie de la Cruz de Puzol, perteneciente a la red de colegios diocesanos, donde surgió el proyecto “Soporte Eléctrico DANA”, una iniciativa que combina formación técnica con compromiso social real.
Hablamos con Carlos Roig, uno de los docentes que está con un equipo de estudiantes en una de las casas en la que trabajan:
¿Cómo surge el voluntariado?
«Este proyecto nace a finales de noviembre como respuesta a los estragos provocados por la DANA, y a la necesidad de ayuda profesional detectada por el departamento de electricidad del centro educativo»
“No se trataba simplemente de enviar voluntarios, sino de ofrecer una ayuda especializada, útil y eficaz, centrada en la rehabilitación de instalaciones eléctricas en viviendas gravemente dañadas por las inundaciones”
«ponen en práctica lo aprendido en el aula en un contexto real»
A través de esta experiencia, los estudiantes no solo aprenden a instalar, reparar y evaluar sistemas eléctricos en condiciones complicadas, sino que desarrollan habilidades sociales y emocionales fundamentales:
- la empatía, el compromiso, el trabajo en equipo, la resiliencia y la responsabilidad.
¿Qué valores consideráis fundamentales en la educación del alumnado?
“La educación que defendemos va mucho más allá de lo técnico”
“Nuestros alumnos deben crecer como personas íntegras, capaces de actuar con honestidad, justicia y respeto en cualquier situación”
¿Dónde estáis actuando y desde cuando?
La primera fase del proyecto tuvo lugar en los meses de diciembre y enero en Aldaya y Paiporta, donde ya participaron algunos alumnos del Ciclo Formativo de Grado Medio.
«Tras comprobar la magnitud de los daños y el impacto que su intervención tenía sobre la vida de los afectados, el resto del alumnado fue invitado a sumarse a la segunda fase, desarrollada este mes de junio»
En este mes de junio continúan en la zona cero de la DANA en Paiporta, desde dónde estamos realizando la entrevista:
Un total de tres profesores y diez alumnos están trabajando en diversas instalaciones en viviendas gravemente afectadas.
¿Se ha incrementado el número de alumnas que participan en vuestros ciclos formativos?
Cabe destacar la participación de dos alumnas, las mujeres cada vez están más presentes en los ciclos formativos del ámbito eléctrico y eso es motivo de orgullo.
«Viniendo de un sector donde siempre ha predominado la presencia masculina, sí hemos notado un aumento en los últimos años en las matriculaciones de alumnas»
«Este aumento se ha producido sobre todo en formación profesional básica y en el ciclo de grado medio de Instalaciones Eléctricas y Automáticas»
Volviendo a los días posteriores a la DANA, dónde el escenario era dantesco.
¿Cómo reaccionaron los alumnos cuando les contasteis la posibilidad de realizar las prácticas en zona DANA?
Lejos de mostrar reticencias o desgana, la reacción de los alumnos fue de sorpresa y entusiasmo,
Aunque los alumnos de Grado Medio ya habían estado como voluntarios en las semanas posteriores a la DANA y ya conocían de primera mano el alcance de la tragedia, era una experiencia nueva para los más jóvenes y una oportunidad para ofrecer su trabajo a aquellos que lo siguen necesitando.
“No imaginaban que tantos meses después aún quedara tanto por hacer”
“Cuando conocieron en profundidad la situación de muchas familias, se implicaron con ilusión y una enorme responsabilidad”.
¿Recuerdas sus impresiones y sentimientos al ver tanta devastación en directo?
El impacto emocional que la experiencia tuvo sobre los alumnos fue inmediato.
Muchos de ellos, especialmente los más jóvenes, nunca habían estado tan cerca de una situación de devastación real.
Al entrar en las viviendas afectadas, observaron con asombro y tristeza las secuelas que aún hoy permanecen: (paredes con humedad incrustada, barro en las canalizaciones, suelos levantados, estructuras dañadas).
“Fue un choque de realidad, de pronto entendieron que su trabajo podía cambiar la vida de alguien”
Este contacto directo con el sufrimiento humano, canalizado a través de una intervención práctica y técnica, produce en los alumnos un efecto transformador.
“Ya no son solo futuros electricistas, son jóvenes comprometidos con el mundo que les rodea. Son conscientes de que con sus manos pueden devolver la dignidad a una familia”.
«Realmente se mostraron agradecidos de poder ofrecer su grano de arena a que estas familias recuperen necesidades tan básicas para la vida»
¿Crees que esta tragedia les ha cambiado?
Sí, considero que esta experiencia ha supuesto un cambio importante para los alumnos.
No solo han podido poner en práctica lo aprendido, sino que también han enfrentado situaciones reales que les han hecho valorar el impacto social de su trabajo.
Han fortalecido su empatía, mejorado su capacidad para trabajar en equipo y experimentado lo que significa ayudar a los demás de forma desinteresada.
Todo esto ha contribuido a su crecimiento tanto profesional como personal.
Este es un proyecto que espera sea replicado y aplicado a lo largo y ancho del país con esta u otras catástrofes que vengan, un proyecto que será la piedra angular de la solidaridad especializada entre los más jóvenes que cursen estudios de profesiones demandadas en dichas circunstancias.
¿Sois conscientes de la labor tan importante que estáis realizado ahora en Junio cuando no queda casi nadie ayudando?
Durante estos meses, el equipo del proyecto ha intervenido en unas 35-40 viviendas, principalmente en Paiporta y Aldaia.
Aunque este número representa un pequeño porcentaje de los hogares afectados por la DANA, la satisfacción es grande tal y como nos comenta Carlos, añade además:
“Sabemos que no podemos llegar a todos, pero cada casa rehabilitada significa mucho para quienes viven allí»
«Mantenemos el contacto con las familias y demás voluntarios con los que nos hemos ido encontrando y hemos podido ver cómo poco a poco recuperan parte de su vida gracias al esfuerzo de los voluntarios”.
Debemos tener en cuenta que las familias más vulnerables, con las viviendas más afectadas, son las que siguen dependiendo del voluntariado para la rehabilitación de sus viviendas.
Después de estos meses nos queda una sensación agridulce por no poder ofrecer ayuda a todos aquellos que la necesitan.
La ola solidaria continúa viva en pequeños reductos
La colaboración con otros voluntarios ha hecho posible que todo vaya tomando forma.
En Paiporta concretamente dos grupos de voluntarios de todo tipo que se han ido conociendo durante este proceso de reconstrucción, liderados por Ioana y Lola con el grupo más numeroso y por María José con otro equipo más pequeño, se han unido a estos estudiantes y docentes.
El objetivo común, conseguir entre todos devolver la sonrisa y esperanza a las familias que perdieron todo y la posibilidad de volver a sus casas
Unas familias que siguen realojadas dónde pueden acogerles ya que no han podido ser reubicadas ni por el ayuntamiento ni los servicios sociales de la Generalitat ni por ninguna institución.
Queda mucho trabajo por hacer: necesitamos más manos
Desde el Colegio Virgen al Pie de la Cruz, hacen un llamamiento urgente y directo a la sociedad:
“Las necesidades en las zonas afectadas por la DANA han cambiado, pero no han desaparecido. Se necesita menos ayuda inmediata y más apoyo técnico, profesional y sostenido»
«Vemos a voluntarios llenos de buena voluntad, pero con pocos medios o sin la formación necesaria. Lo que pedimos ahora es la implicación de profesionales de todos los sectores: electricistas, fontaneros, yeseros, arquitectos, instaladores, técnicos de gas, de aire acondicionado… Todos pueden aportar algo esencial»
«En muchas viviendas, las intervenciones mal realizadas han generado problemas añadidos. De ahí la importancia de contar con especialistas que no solo trabajen, sino que también formen y orienten a otros voluntarios»
«Puede parecer obvio, pero quitar el barro es solo el primer paso hacia la recuperación. Hacen falta muchos más, y para eso necesitamos manos expertas y solidarias”
El mensaje es claro: la tragedia no terminó cuando cesaron las lluvias.
Todavía hay casas en las que solo hay tabiques y todo por hacer.
Esta es la casa donde estamos haciendo la entrevista en Paiporta … ocho meses después, las imágenes hablan por sí solas:
Los jóvenes son parte real del cambio
Las consecuencias de la DANA siguen presentes en la vida de muchas personas.
La recuperación no se logra en semanas ni en meses, sino con un trabajo continuo y colectivo, en el que cada gesto de ayuda suma.
El proyecto “Soporte Eléctrico DANA” ha demostrado que la educación puede y debe ser un motor de cambio social.
Que los jóvenes, cuando se les da la oportunidad, responden con madurez, generosidad y profesionalidad, y que aunque queda mucho por hacer, su ejemplo merece ser difundido y, sobre todo, imitado.
Los propios docentes afirman sentirse también transformados por esta experiencia.
“Ha sido un esfuerzo añadido trabajar en estas circunstancias, sobre todo en pleno mes de junio, cuando otros están cerrando el curso. Pero sabíamos que teníamos que estar ahí»
«Nuestra labor no es solo formar a buenos técnicos, sino a buenas personas, ciudadanos comprometidos que entiendan el valor de su profesión”.
Este equipo de valientes solidarios no es consciente aún de la labor que ha desempeñado, todos los voluntarios y voluntarias aquí mencionados y los que no también, son ya parte del cambio y de la historia de recuperación de la zona.
Podrán decir con mucho orgullo_
«yo, estuve allí ayudando»
Porque cuando desinteresadamente estas personas se ponen al servicio del otro. la esperanza tiene tantos nombres como los de todos aquellos y aquellas que han formado parte de todo este movimiento humanitario.
Desde este diario nos quitamos el sombrero y solo podemos decir ¡GRACIAS!.