Nueve meses después, la indignación no se apaga
Este mes de julio se cumplen nueve meses de la devastadora DANA que azotó la provincia de Valencia en octubre de 2024. Las consecuencias, tanto materiales como emocionales, siguen muy presentes en las comarcas afectadas. Lo que parecía una tragedia natural aislada se ha convertido en un símbolo del abandono institucional y la inacción política, según denuncian numerosas entidades ciudadanas y vecinales.
En este contexto, colectivos sociales y plataformas de damnificados han trasladado a Catarroja, uno de los municipios más castigados por la riada, una manifestación que pide la dimisión del president de la Generalitat, Carlos Mazón.
Una protesta con nombre y apellidos
La marcha, que se ha celebrado entre gritos de «¡Mazón dimisión!» y pancartas que exigen reparaciones inmediatas y justicia para los afectados, se ha centrado no solo en el balance de daños no resueltos, sino también en la ausencia de medidas efectivas para la reconstrucción de viviendas, caminos rurales, instalaciones municipales y servicios básicos.
Según los convocantes, lo que comenzó como una espera paciente se ha convertido en una situación de hartazgo colectivo, agravada por la falta de ayudas, la lentitud en las valoraciones de daños, y la sensación de olvido por parte del Consell.
¿Por qué en Catarroja?
Catarroja se ha convertido en símbolo de la frustración ciudadana. Calles enteras inundadas, vecinos que perdieron sus hogares o negocios, y una red de infraestructuras que aún no ha sido completamente reparada. A pesar de las promesas iniciales, muchas familias siguen esperando soluciones concretas. La elección de esta localidad para la manifestación no ha sido casual: aquí la herida sigue abierta.
El silencio institucional
Uno de los aspectos que más critican las entidades convocantes es la falta de presencia institucional en los momentos clave. «Mazón no vino. No escuchó. No actuó», afirman. Para los vecinos y colectivos de apoyo, esta ausencia ha sido tan dolorosa como la propia catástrofe.
Además, denuncian que las ayudas prometidas han llegado tarde o directamente no han llegado, y que los trámites burocráticos están bloqueando la reconstrucción, especialmente en el caso de autónomos y pequeños agricultores.
Un grito que quiere ser escuchado
Esta manifestación no es la primera, pero sí una de las más significativas. El traslado a Catarroja busca acercar la protesta al terreno afectado, alejarla de los despachos y devolverle su sentido de denuncia directa.
El objetivo, afirman, no es solo señalar al president Mazón, sino también despertar a la opinión pública y a las instituciones, visibilizar el sufrimiento cotidiano que siguen viviendo miles de personas y reclamar un compromiso político real y duradero.
Y ahora, ¿qué?
Los colectivos ya han anunciado que seguirán con las movilizaciones si no hay un giro en la actitud del Consell. Algunos incluso barajan acudir al Defensor del Pueblo o a instancias europeas para denunciar la pasividad de la Generalitat Valenciana ante una de las catástrofes naturales más graves de la última década.
En Catarroja, como en otros puntos de l’Horta y la Ribera, la memoria del agua lo arrastra todo, también la paciencia.