Crónica de un naufragio anunciado: La agonía burocrática de los Docks de Valencia
Un esqueleto de hormigón armado, que forma parte de la participación de la empresa del célebre Demetrio Ribes y del ingeniero Joaquín Coloma, «Compañía Construcciones Coloma Ribes», se desmorona en La Marina mientras las administraciones juegan al ping-pong con su protección legal.
Si uno observa la fotografía que encabeza este artículo, vería difícil adivinar que se trata de una joya arquitectónica del patrimonio industrial. Las paredes despellejadas, el suelo sembrado de escombros, suciedad y vegetación y la estructura desnuda ante la humedad salina evocan más una zona de guerra o un escenario postapocalíptico que un edificio histórico de la fachada marítima de Valencia.
Sin embargo, esos muros grises y maltratados son los Docks Comerciales, obra del arquitecto Víctor Gosálvez, un edificio que debería ser orgullo de la ciudad y que, en cambio, se ha convertido en el símbolo más vergonzoso de la inacción política y la desidia administrativa de los últimos años.

Desde que cerrara sus puertas al ocio nocturno en enero de 2016, el edificio ha entrado en una espiral de degradación física que corre paralela a su limbo jurídico. Pero el verdadero escándalo no es solo el paso del tiempo, sino la sordera deliberada de las instituciones ante quienes intentan salvarlo.
El silencio como respuesta administrativa
El punto de inflexión de esta tragedia patrimonial tiene fecha concreta: agosto de 2022. Fue entonces cuando la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, actuando como verdadero guardián de la memoria valenciana ante la pasividad oficial, solicitó formalmente la catalogación del edificio como Bien de Relevancia Local (BRL). La petición no era un capricho; buscaba frenar posibles intervenciones agresivas (construcción de un centro de datos, finalmente descartada) y asegurar la supervivencia de la estructura original.
https://conocevalenciapaseando.blogspot.com/2022/08/solicitamos-que-el-ayuntamiento-de.html
La respuesta del Ayuntamiento de Valencia fue, durante meses, el silencio. Una omisión tan flagrante que obligó a intervenir al Síndic d’Agravis. En una resolución contundente emitida a principios de 2023, el defensor del pueblo valenciano sacó los colores al consistorio, instándole a proteger el inmueble ante cualquier obra que pudiera alterar sus valores históricos y afeándole su falta de transparencia. El Síndic tuvo que recordar lo obvio: que la administración está obligada a responder y a velar por el patrimonio, no a ignorar los expedientes en un cajón.
https://conocevalenciapaseando.blogspot.com/2023/02/recomendaciones-del-sindic-de-greuges.html
La cortina de humo del «Data Center»
¿Por qué tanta resistencia a proteger un edificio centenario? La investigación de los hechos sugiere que los intereses económicos se antepusieron a los culturales. Durante el periodo en el que se ignoraba la petición de BRL, el destino de los Docks parecía sellado: convertirse en un gran centro de procesamiento de datos (Data Center).
Este proyecto, impulsado por la empresa Sineasen (y posteriormente anulado por el actual gobierno municipal tras informes desfavorables de la Abogacía del Estado y la Autoridad Portuaria), actuó como una cortina de humo. Mientras se debatían inversiones millonarias y cañones de aire frío para servidores, el edificio real, el de ladrillo y hormigón, se caía a pedazos. La obsesión por «darle un uso» a cualquier precio ignoró la necesidad previa de «darle una protección». El resultado tras el colapso del proyecto del Data Center es el que muestra la imagen: un vacío legal y físico. Ni centro tecnológico, ni patrimonio protegido, ni mantenimiento básico.
El legado traicionado de Demetrio Ribes
Para entender la magnitud de la pérdida, hay que recordar qué son los Docks. Construidos entre 1917 y 1920 bajo la dirección de Demetrio Ribes —el mismo genio detrás de la Estación del Norte— y el diseño de Víctor Gosálvez, fueron pioneros en el uso del hormigón armado en Valencia. Son un testimonio de la pujanza industrial y portuaria de principios del siglo XX, un edificio de corte modernista e industrial que ha sobrevivido a bombardeos y crisis, pero que quizás no sobreviva a la burocracia actual.

Lo que vemos hoy en su interior es desolador. Según denuncian las asociaciones patrimoniales, el edificio es un coladero. Ha sufrido conatos de incendio, ocupaciones ilegales y saqueos. La estructura sufre patologías graves derivadas de la falta de estanqueidad; el agua se filtra, corroyendo las armaduras de ese hormigón histórico que Ribes diseñó para durar siglos, no para ser abandonado por sus custodios públicos.
Un futuro incierto
A día de hoy, la situación es crítica. A pesar de las advertencias del Síndic y la insistencia del Círculo por la Defensa del Patrimonio, la catalogación definitiva como BRL sigue siendo una carrera de obstáculos. La administración actual se enfrenta ahora a la patata caliente: un edificio que requiere una intervención de urgencia millonaria solo para que no se caiga, antes siquiera de pensar en su uso futuro.
La lentitud administrativa no es solo un problema de papeles; tiene consecuencias físicas irreversibles. Cada día que pasa sin un plan de mantenimiento regular y sin la protección legal máxima, se pierde un trozo de historia. La fotografía del interior de los Docks no es solo una imagen de ruina; es el retrato fiel de cómo Valencia trata a su memoria cuando no hay una cámara de televisión delante.
https://noticiasciudadanas.com/docks-puerto-valencia-sigue-abandonados/















