Subtítulo: El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, lanza una andanada de calificativos demoledores contra el presidente valenciano Carlos Mazón por su gestión durante la DANA de octubre, en una intervención cargada de tensión, metáforas de sabana y comparaciones con otros políticos.
En un Congreso donde lo único que parece no faltar nunca es el exceso de adjetivos, Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana (ERC), decidió este martes añadir su propio granito de pólvora a la política nacional. Su objetivo: ni más ni menos que Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, a quien dedicó una trilogía de insultos perfectamente calibrada para convertirse en titular: “inútil, mentiroso y miserable”.
Porque, claro, en esta película que es la política española, siempre hay espacio para un nuevo villano, y esta vez le ha tocado al popular Mazón, cuya gestión de la DANA de octubre sigue generando críticas, aunque algunas —todo hay que decirlo— vienen aderezadas con más pasión que precisión técnica.
¿Qué ha pasado ahora? Un repaso al origen del drama
Durante el debate sobre la presidencia europea en el Congreso de los Diputados, ese evento que teóricamente iba a tratar sobre asuntos continentales, Rufián decidió redirigir el foco hacia terrenos más cercanos y emocionalmente jugosos. En vez de Bruselas, puso el mapa sobre Valencia. Y en vez de hablar de la integración europea, habló de supuestas irresponsabilidades autonómicas. Cosas del día a día parlamentario.
Fue entonces cuando soltó, sin temblor en la voz y con esa seguridad de quien sabe que será trending topic: «Hay un tipo inútil, mentiroso y miserable que se pasea dando lecciones de responsabilidad con doscientos y pico muertos sobre la mesa, muchos de ellos porque él estaba comiendo, se supone, durante cinco horas en un restaurante y no pasa nada. Se llama Mazón.»
Una frase que mezcla acusación, tragedia, sarcasmo y un poco de escándalo gastronómico. Porque si algo tenemos claro en este país es que el número de muertos puede impresionar, pero lo de las cinco horas comiendo… eso sí que indigna.
¿A qué se refiere exactamente Rufián con los “doscientos y pico muertos”?
Y aquí es donde el asunto empieza a enmarañarse. Porque no es que Mazón haya matado a nadie (por si alguien necesitaba la aclaración), sino que Rufián alude a la tragedia provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la Comunitat Valenciana y otras regiones del país el pasado octubre. Un episodio climático que, como tantos otros en los últimos años, nos recordó que el cambio climático no solo está aquí, sino que además es especialmente cruel con las infraestructuras mal preparadas.
Pero lo que no está tan claro es si el presidente valenciano tiene o no una responsabilidad directa en las muertes asociadas a aquel evento. De hecho, en el momento de las lluvias, las competencias de emergencia y seguridad actuaron de forma coordinada —según fuentes de la propia Generalitat— y se tomaron medidas como el cierre de escuelas y la movilización de equipos de rescate.
Claro que eso no impidió que se viralizara el famoso almuerzo de cinco horas, que ahora se ha convertido en símbolo, justo o no, de la supuesta pasividad institucional. Porque en política, a veces comer bien es el peor de los pecados.
El eterno duelo Feijoo-Rufián con Valencia como campo de batalla
Pero Rufián no se conformó con cargar contra Mazón. También tuvo palabras (de esas que pican) para Alberto Núñez Feijoo, líder del Partido Popular, a quien acusó de “defender a gente indefendible”. Una frase que seguramente también encontró eco en los pasillos de Génova, aunque no necesariamente en forma de autocrítica.
En su relato, el PP es una maquinaria mediática y digital bien engrasada que protege a los suyos a toda costa. “La derecha entiende muy bien cómo funciona este negocio”, sentenció Rufián, antes de soltar una metáfora animal tan gráfica como teatral: “Mientras la izquierda no entienda esto, seremos como gacelas heridas en mitad de la sabana, pasto de las hienas.”
Sí, lo sabemos. Podría haber sido un capítulo de “El Rey León”, pero fue solo un martes en el Congreso.
Ayuso, Oltra y las comparaciones odiosas
Y como si no bastara con cargar contra el presidente valenciano, Rufián decidió añadir una pizca de contexto comparativo. Porque nada dramatiza más una acusación que ponerla al lado de otra historia igual de polémica.
Mónica Oltra, exvicepresidenta valenciana, tuvo que dimitir tras el escándalo judicial relacionado con su expareja, y lo hizo —según Rufián— por una “mentira” sobre un caso que ni siquiera implicaba convivencia. Mientras tanto, señaló, Isabel Díaz Ayuso se mantiene en su puesto pese a los escándalos que rodean a su entorno más cercano.
La moraleja, según ERC, es clara: la derecha sobrevive a todo, la izquierda se desangra a la primera herida.
¿Pero qué dice Mazón de todo esto?
A esta hora, desde Presidencia de la Generalitat Valenciana no ha habido una respuesta formal a las acusaciones de Rufián, aunque fuentes del PP aseguran que se trata de “un ataque burdo y teatral” que solo busca desviar la atención del “desgobierno” actual en el ejecutivo nacional.
No sería la primera vez que Mazón opta por no contestar directamente a las provocaciones, apostando por el clásico “no vamos a entrar al barro”. Claro que, con declaraciones tan contundentes, el barro a veces te encuentra a ti.
Y mientras los equipos de comunicación sacan comunicados o preparan tuits con fotos muy serias y frases muy institucionales, la opinión pública —ese ente volátil— se divide entre quienes creen que Rufián ha dicho lo que muchos piensan, y quienes creen que se ha pasado tres pueblos y una comarca.
¿Es este el nuevo tono del Congreso?
Lo más interesante —si es que todavía nos sorprende algo— es cómo el tono del debate político ha derivado en una mezcla entre tertulia nocturna, combate de boxeo y stand-up político. Los debates ya no son sobre cifras, ni proyectos, ni propuestas (aunque esas cosas sigan existiendo en papeles que nadie lee). Son sobre titulares, emociones fuertes y frases que puedan circular por WhatsApp antes de las 12.
Y ahí, seamos sinceros, Rufián es un maestro. Lleva años afinando su personaje y sabe cuándo, cómo y dónde soltar la frase demoledora. Lo que pasa es que, de tanto usar la dinamita verbal, hay quien empieza a preguntarse si todo esto no está alejando aún más al ciudadano común de una política ya de por sí complicada.
¿Y ahora qué?
Pues ahora, probablemente nada. Rufián seguirá siendo Rufián. Mazón seguirá presidiendo la Generalitat. Feijoo seguirá defendiendo a los suyos. Y Ayuso… bueno, Ayuso seguirá haciendo lo suyo en Madrid. Los escándalos seguirán rotando, como si fueran tapas de una carta interminable, y la ciudadanía decidirá si se indigna, se resigna o simplemente cambia de canal.
Pero, eso sí, la próxima vez que alguien se tome un almuerzo largo en Valencia, que se prepare. Porque en este país, puedes gestionar mal una crisis, pero lo que no puedes es pedir postre sin generar polémica.
Y tú, lector que has llegado hasta el final (milagro), crees que los discursos incendiarios como el de Rufián ayudan a fiscalizar el poder… o solo incendian el debate político sin dejar espacio para soluciones reales?