En el mundo de los problemas vecinales, hay tres figuras que destacan por su capacidad para generar dolores de cabeza: el «ocupa», el «inquioKupa» y, la más reciente y sofisticada, la «Inquiconselleria«. Sí, queridos lectores, la Generalitat Valenciana, a través de su Consejería de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, ha logrado superar a las dos primeras con una habilidad pasmosa. Mientras el «ocupa» se cuela en una vivienda vacía y el «inquiokupa» deja de pagar el alquiler, la «Inquiconselleria» va un paso más allá: alquila pisos, coloca a personas necesitadas (lo cual es loable), y luego deja que las comunidades de propietarios asuman los gastos. ¡Toma ya! Si esto no es innovación en el arte de eludir responsabilidades, que venga alguien y me lo explique.
El «ocupa»: el clásico que nunca pasa de moda
Empecemos por el clásico: el «ocupa». Esa figura que, sin permiso ni aviso, se instala en una vivienda vacía y te deja con la boca abierta. Es molesto, sí, pero al menos tiene el decoro de no fingir que está haciendo algo por el bien común. El «ocupa» es transparente en su egoísmo: ocupa porque puede, y punto.
El «inquioKupa»: el listo que se aprovecha del sistema
Luego está el «inquioKupa», ese inquilino que deja de pagar el alquiler pero sigue viviendo en el piso como si nada. Aquí ya entramos en un terreno más gris, porque el «inquioKupa» sabe que el proceso de desahucio es lento y costoso, y juega con ello. Es como el «okupa», pero con un contrato de por medio. Un avance, podríamos decir.
La «Inquiconselleria»: él no va más de la desfachatez
Y finalmente, llegamos a la joya de la corona: la «Inquiconselleria». Esta figura, encarnada por la Generalitat Valenciana, es el no va más de la desfachatez. No contentos con alquilar pisos y dejar que los recibos de las comunidades se acumulen sin pagar, además se lavan las manos y nos dejan a los vecinos el marrón de lidiar con los impagos de sus inquilinos.
Lo más gracioso es que, mientras él «ocupa» y el «inquioKupa» actúan por interés personal, la «Inquiconselleria» lo hace en nombre de la solidaridad. ¡Qué bonito! Ayudan a unos a costa de otros, y encima esperan que les demos las gracias. Si esto no es cinismo en estado puro, que baje alguien y me lo explique.
El trío que está hundiendo a las comunidades
Juntas, estas tres figuras forman el trío perfecto para hundir a cualquier comunidad de propietarios. El «okupa» te deja sin casa, el «inquioKupa» te deja sin dinero, y la «Inquiconselleria» te deja sin dignidad. Porque, ¿qué otra cosa nos queda cuando vemos cómo nuestras cuotas se disparan para cubrir los gastos que otros no pagan?
Y lo peor de todo es que, mientras él «ocupa» y el «inquioKupa» pueden ser denunciados y, con suerte, expulsados, la «Inquiconselleria» está por encima del bien y del mal. Total, ¿quién va a denunciar a una administración que dice estar ayudando a los más necesitados?
Así que, querida Generalitat, permítanme felicitarles de nuevo. Han logrado lo que ni él «okupa» más audaz ni el «inquiokupa» más listillo podrían haber imaginado: convertirse en el peor vecino posible. Han elevado el arte de eludir responsabilidades a un nivel casi poético. Y lo han hecho, además, en nombre de la solidaridad.
Pero no se preocupen, que nosotros seguiremos aquí, pagando las facturas, mientras ustedes siguen dando lecciones de justicia social. Al fin y al cabo, alguien tiene que hacerlo, ¿no? Y, por lo visto, ese alguien somos nosotros.