La exconcejala socialista irrumpe con un relato propio donde se niega a ser «fontanera ni cobarde», asegurando que sus polémicas gestiones eran para un libro periodístico. El PP carga contra lo que considera otro acto de prestidigitación sanchista.
¿Quién necesita una novela política cuando la realidad ya la escribe sola?
Madrid, 4 de junio de 2025. En una de esas mañanas de junio en las que el bochorno aprieta más en los titulares que en las aceras, Leire Díez —exconcejala socialista, exmilitante del PSOE y, aparentemente, periodista de investigación en sus ratos libres— compareció ante los medios con la misma actitud que un personaje secundario que de repente se encuentra como protagonista de un thriller político. Porque, seamos claros, si algo le faltaba al panorama nacional era una nueva figura que dijera a cámara: “Ni fontanera ni cobarde”, como quien lanza un tráiler de serie para Netflix.
Pero no, esto no es ficción. Esto es política a la española. Y como no podía ser de otro modo, tuvo lugar en Madrid, pero con ecos, suspiros y ondas expansivas que llegan también a Valencia, donde más de uno se pregunta si este caso tendrá sus ramificaciones. Spoiler: probablemente sí. Porque donde hay socialismo, audios y Guardia Civil, siempre hay un camino que lleva a algún despacho o agrupación local.
El “Caso Díez”: ¿periodismo encubierto o activismo disfrazado?
Durante una rueda de prensa celebrada en el Hotel Novotel —porque los buenos escándalos no se ventilan en cafeterías—, Leire Díez no solo negó trabajar para el PSOE, sino que explicó que las grabaciones filtradas que la comprometen eran parte de su investigación para un supuesto libro. Un libro que, de existir, ya cuenta con una campaña de marketing impagable: grabaciones explosivas, presuntos favores a cambio de información, fiscales implicados y una narrativa de “yo sola contra el sistema”.
Pero claro, el problema con los periodistas de investigación amateurs es que a veces olvidan que las líneas entre “investigar” y “conspirar” pueden ser tan finas como un hilo de WhatsApp mal cifrado.
La exconcejala insistió —hasta el punto de repetirlo como mantra de autoayuda— que su labor no fue realizada “en nombre de nadie” y que no representa a nadie. “De nadie ni de representación de nadie”, repitió, por si había algún asistente con sordera selectiva.
Una comparecencia que fue puro teatro (literalmente)
La escenografía fue impecable. Llegó con más de 30 minutos de antelación, posó muda frente a los micrófonos —una especie de “performance silenciosa” que ni Marina Abramović— y solo habló cuando el reloj marcó las 10:00. Porque si vas a protagonizar tu propia exoneración mediática, mejor que sea con puntualidad suiza y estilo cinematográfico.
En su intervención, además de rechazar vínculos operativos con el PSOE, se esforzó en subrayar que ser militante y periodista no es contradictorio. “Se puede ser militante y socialista”, afirmó, como si acabara de descubrir una fórmula cuántica. Y aunque en abstracto suena sensato, el problema no es la teoría, sino el tipo de praxis que revelan los audios.
Ferraz suspende el expediente y el PP afila cuchillos
La reacción desde Ferraz no se hizo esperar: suspensión del expediente informativo y, básicamente, la actitud de quien quiere sacarse una patata caliente del regazo. Es decir, que no solo se dio de baja Leire Díez, sino que el partido pareció hacerle un favor: gracias por los servicios prestados, pero ahora cada uno por su lado.
Mientras tanto, en la bancada opositora, el PP se frota las manos y habla directamente de “otro episodio del circo del sanchismo”. Porque si algo saben hacer bien en la oposición es convertir cada escándalo en un argumento contra Pedro Sánchez, aunque este estuviera más preocupado por la inflación del precio del aceite que por los audios de una exconcejala venida a cronista.
¿Y en Valencia, qué?
Bueno, oficialmente nada. Pero en los corrillos políticos valencianos el nombre de Leire Díez suena, aunque sea en voz baja. No por el contenido de sus grabaciones, que parecen haberse gestado en Madrid, sino por el temor a que esta forma de operar no sea un hecho aislado. ¿Habrá otras Leires en otras agrupaciones? ¿Hay más “libros en preparación” con contactos dudosos y llamadas incómodas?
A nadie se le escapa que el PSOE valenciano, como cualquier partido, tiene sus tensiones internas, sus exmilitantes cabreados y sus aspirantes a novelista político. La diferencia es que no todos tienen la osadía —o la inconsciencia— de llevarlo tan lejos como ella.
El libro que nadie ha leído, pero que ya genera titulares
Ahora bien, el presunto libro de Leire Díez —del cual no se ha filtrado ni una sinopsis— se ha convertido en el gran protagonista invisible. Porque no hay manuscrito, no hay editorial, no hay título registrado… pero hay una defensa cerrada basada en su existencia. Y claro, si lo dices lo suficiente, igual alguien te cree.
Si esto fuera un guión de Hollywood, ya estaríamos en la parte donde el protagonista busca desesperadamente un editor que legitime su cruzada. Pero estamos en España, y aquí probablemente acabe con un canal de YouTube y una entrevista en algún programa de tertulias encendidas de sobremesa.
¿Un caso aislado o el reflejo de un sistema en crisis?
Más allá de la figura concreta de Leire Díez, lo que este episodio revela es un sistema político cada vez más fragmentado, más crispado, y con unas líneas éticas cada vez más borrosas. Porque si una exconcejala puede pasar de hacer política local a ejercer de investigadora sin credenciales sobre miembros de la UCO, algo no está funcionando.
¿Dónde están los controles? ¿Quién valida la legitimidad de estas “investigaciones”? ¿Y qué papel juega la militancia política en todo este embrollo? Preguntas que, por ahora, nadie parece querer responder. Ni en Valencia ni en Madrid.
Conclusión provisional (porque esto huele a saga)
Así estamos: una exmilitante del PSOE que dice no ser ni fontanera ni cobarde, un partido que se desentiende con elegancia, una oposición que convierte cada desliz en un sketch y unos medios que, como este artículo, exprimen cada palabra por si de verdad estamos ante la exclusiva del año… o solo ante otro sainete nacional.
Porque al final, en este país, lo que empieza como “una investigación para un libro” puede acabar como columna de opinión, como caso judicial, o simplemente como una anécdota más para contar en una cena incómoda.
