Un año después del devastador incendio que arrasó el edificio situado en el número 2 de la calle Poeta Rafael Alberti en el barrio de Campanar, Valencia, las vidas de sus antiguos residentes siguen marcadas por la pérdida, la incertidumbre y la lucha por reconstruir lo que fue destruido. El 22 de febrero de 2024 quedará grabado a fuego en la memoria colectiva de quienes vivieron aquel día como una auténtica pesadilla. Diez personas perdieron la vida, más de cien familias se quedaron sin hogar y cientos de vecinos vieron cómo su rutina diaria se desmoronaba en cuestión de minutos.
«Queremos saber la verdad» , claman los afectados. Más allá de la tragedia material, persiste una profunda necesidad de respuestas claras sobre qué falló y quién es responsable de un siniestro que pudo haberse evitado. A través de testimonios recogidos por 20minutos , los supervivientes comparten cómo han enfrentado este año de reconstrucción física y emocional, así como las demandas que mantienen vivas ante la justicia y las instituciones.
El incendio que cambió vidas en 25 minutos
Todo comenzó alrededor de las 17:30 horas del 22 de febrero de 2024, cuando un fallo eléctrico en un frigorífico de la vivienda 86, ubicada en la octava planta del edificio, desencadenó un incendio que rápidamente se propagó por todo el inmueble. En menos de media hora, las llamas devoraron las 138 viviendas del edificio, dejando tras de sí cenizas, dolor y preguntas sin respuesta.
Nancy, presidenta de la Asociación de Representación de Damnificados del Incendio de Campanar (ARDIC) , recuerda con angustia aquellos momentos: «Jamás me imaginé que nunca podría volver a mi casa. Perdimos absolutamente todo: desde un par de zapatillas hasta álbumes de fotos, electrodomésticos, muebles, toda nuestra ropa». Para ella y muchos otros, no solo se trata de recuperar posesiones materiales, sino también de sanar heridas emocionales y encontrar justicia para las víctimas.
El proceso de realojo: una odisea en busca de hogar
Uno de los mayores desafíos para los afectados fue encontrar un lugar donde vivir tras el desalojo. Los vecinos fueron inicialmente reubicados en un edificio provisional en Safranar, pero sabían que esa solución era temporal. En agosto, debían abandonarlo, lo que significó iniciar una búsqueda frenética de vivienda en un mercado inmobiliario ya saturado.
«En marzo ya estábamos todos intentando encontrar piso, pero era como buscar una aguja en un pajar», explica Nancy. Su familia logró encontrar una vivienda en julio, aunque fuera de Valencia capital. Sin embargo, esta nueva realidad ha traído consigo un incremento sustancial en los costes de alquiler. Según datos del portal inmobiliario Idealista, los precios del alquiler en la ciudad de Valencia han subido un 23% desde enero de 2024, mientras que en la provincia el aumento ha sido del 9%.
Florencia, otra representante de ARDIC, señala: «Yo ahora pago 500 euros más de alquiler de lo que pagaba en Campanar. Prácticamente, todos los vecinos que nos hemos realojado pagamos un 40% más de lo que pagábamos antes.» Esta situación ha generado una creciente frustración entre los afectados, quienes ven cómo la tragedia les ha obligado a asumir cargas económicas insostenibles.
Secuelas psicológicas y miedo a repetir la historia
Además de las pérdidas materiales y económicas, el incendio ha dejado profundas cicatrices emocionales en los supervivientes. Muchos luchan contra el trauma y la ansiedad constante de que algo similar pueda volver a ocurrir.
«A mí me puede pasar que dentro de un tiempo alquile otra casa y vuelva a pasar lo mismo, es como que nunca tienes plena tranquilidad», confiesa Florencia. Por su parte, Nancy describe cómo ha cambiado su comportamiento cotidiano: «Antes de salir de casa, desenchufo todo: la cafetera, la freidora, el cargador del móvil… Me da miedo que algo así nos vuelva a pasar.»
El sentimiento de vulnerabilidad es compartido por muchos. «En Europa damos por hecho que todo es seguro, pero este incendio ha demostrado que no es así», reflexiona Nancy. Esta percepción ha llevado a los afectados a exigir cambios urgentes en las normativas de seguridad y prevención de incendios en edificios residenciales.
Reconstrucción del edificio: ¿volver o no volver?
Actualmente, el proceso de rehabilitación del edificio está en marcha. Algunos vecinos anhelan regresar a sus antiguos hogares, mientras que otros consideran impensable volver al lugar donde ocurrió la tragedia.
«Es inevitable sentir arraigo, pero también lo es recordar todo lo que hemos sufrido. No podría volver a vivir ahí, sobre todo sabiendo que allí han fallecido diez vecinos», asegura Florencia. Por otro lado, Enrique Salvador, presidente de la Asociación de Propietarios del Incendio de Campanar (APROICAM) , señala que son muchos quienes desean regresar. «No tanto por recuperar el valor de la propiedad, sino por recuperar nuestro hogar, nuestra vida.»
La obra de reconstrucción avanza lentamente, y se espera que en el próximo mes se adjudique el proyecto para que las obras comiencen antes del verano. Mientras tanto, los afectados continúan enfrentando el día a día lejos de su barrio, intentando mantener viva la esperanza de recuperar algún día su antigua normalidad.
Exigencia de justicia y lecciones aprendidas
Para los afectados, es fundamental que se investigue exhaustivamente lo ocurrido y se depuren responsabilidades. «Reclamamos que se conozca la verdad y que se investigue hasta el último detalle», subraya Enrique Salvador. «Porque, en primer lugar, tenemos que entender cómo fue posible que diez personas murieran en un incendio de esas características. Y, en segundo lugar, porque los que vivíamos ahí tenemos derecho a saber cómo, en menos de una hora, todo era ceniza.»
Tanto ARDIC como APROICAM coinciden en que este caso debe servir como un punto de inflexión para mejorar las medidas de prevención de incendios en edificios residenciales. «Edificios así de grandes y laberínticos necesitan protocolos individualizados. Mucha gente ni siquiera sabía dónde estaba la puerta de la escalera de emergencia», explica Enrique. Florencia añade: «Hay un montón de edificios que tienen las mismas características y siguen sin tomarse medidas de prevención.»
Solidaridad y gratitud
A pesar de las dificultades, los afectados expresan su agradecimiento por la solidaridad mostrada tanto por las instituciones como por la sociedad civil. «Las administraciones han estado a la altura», destaca Enrique. «El Ayuntamiento de Valencia nos dio una alternativa habitacional en Safranar casi inmediata, y la Generalitat diseñó un sistema de ayudas al alquiler que nos ha permitido seguir adelante.»
Nancy recuerda con emoción las primeras semanas tras el incendio: «Ni siquiera teníamos ropa. Íbamos vestidos con lo que nos traía la gente.» Aunque el camino hacia la recuperación sigue siendo largo, los afectados intentan mirar hacia el futuro con esperanza. «Todo nace pequeño y acaba siendo grande, pero los problemas nacen grandes y acaban siendo más pequeños», concluye Nancy.
Homenaje y reivindicación
Este 22 de febrero, los afectados se reunirán en un acto en memoria de las víctimas. Será un momento para rendir homenaje a quienes perdieron la vida y para reivindicar justicia. «Queremos que la vía judicial llegue hasta el último detalle. Porque esas personas merecen justicia, y porque nosotros lo hemos perdido todo», afirma Enrique Salvador.
Un año después, el mensaje es claro: «Queremos saber la verdad.»