El líder del PP ha comparecido en el Congreso como quien entra en un bar de pueblo con la escopeta cargada: ha exigido elecciones inmediatas, ha acusado a Sánchez de liderar una “transacción corrupta” y ha sugerido que la Moncloa parece más una oficina de casting de Netflix que una sede institucional. Además, ha entregado 50 preguntas a Armengol, por si al presidente se le olvida alguna verdad en el camino.
Si esto no es campaña electoral anticipada… que bajen Soraya y lo vean
Alberto Núñez Feijóo se ha puesto el traje de inquisidor deluxe y ha subido a la tribuna con cara de profesor que pilla a todos copiando. Su intervención ha sido tan intensa, tan larga y tan cargada de frases para titular que parecía que estaba grabando un audiolibro de campaña. ¿El resumen? Pedro Sánchez no tiene arreglo, su Gobierno es un festival de sospechas, y la única salida decente es que convoque elecciones “pero ya, por favor, y sin música de despedida”.
Feijóo no se ha andado con medias tintas. Ni con cuartos. Ha dicho que esto no va de “Sánchez o la ultraderecha”, sino de “Sánchez o la decencia”. Que el presidente debería “devolver el botín” (así, tal cual) y que sus socios deberían revisar si aún les queda dignidad en la mochila de la investidura. Spoiler: para él, no.
Sánchez, el “cordero degollado” que todo lo sabía (según Feijóo)
Feijóo ha cargado con todo lo que tenía, y un poquito más: ha acusado a Sánchez de saberlo todo sobre los casos que salpican a su Gobierno y callarse como un “pobre hombre” rodeado de escándalos. Ha hablado del “caso Salazar” (colaborador cercano acusado de acoso), de Ábalos y sus supuestas gestiones con prostitutas financiadas con fondos públicos, de Santos Cerdán y hasta de las primarias del PSOE, que según el líder del PP también estaban “amañadas”.
Asegura que ya avisaron al presidente sobre estos comportamientos hace siete años. Siete. Que esto es casi una saga de Fast & Furious, pero con sobres y portavoces.
Feijóo no ha escatimado ni en ironía: “Pobre hombre, qué mala suerte ha tenido usted”, le ha soltado con la frialdad de quien dice “buenos días” antes de dejarte sin cartera ni apoyos parlamentarios.
Armengol, víctima colateral con 50 preguntas como si fuera una entrevista de trabajo
Como si la presidenta del Congreso no tuviera ya suficiente lidiando con los gritos, los tiempos y los que llegan tarde al escaño, Feijóo le ha entregado una lista de 50 preguntas. Sí, cincuenta. Más que un test de la revista SuperPop, pero con menos romanticismo y más fiscalización institucional.
¿Las preguntas? De todo un poco: si Sánchez sabía algo, si sigue sabiendo algo, si va a fingir que no sabía nada, si puede asegurar que no hay financiación irregular, si ha contratado a alguien sin pasar por la caja B… Una especie de test de sinceridad presidencial que, francamente, si Pedro lo responde todo, le deberían convalidar la comparecencia como tesis doctoral en cinismo avanzado.
Acusaciones a los socios: “¿Tragáis con esto también, progres?”
Feijóo ha hecho especial mención a los socios parlamentarios del Gobierno: PNV, Bildu, Sumar, e incluso “el partido de Errejón” (sí, le ha llamado así, como quien se refiere a un spin-off). Les ha preguntado si de verdad piensan seguir respaldando al presidente después de todo. Ha insinuado que están tragando sapos del tamaño de autobuses y que lo hacen por interés, subvención o, simplemente, costumbre.
Y al PNV le ha soltado una de esas frases que se queda flotando en el ambiente como un perfume barato: “¿Han revisado ustedes los motivos por los que apoyaron la moción de censura contra Rajoy?”. Traducido: “¿No se arrepienten ya de haberlo cambiado por este lío?”
¿“Decencia o Sánchez”? El nuevo lema de campaña
Olvídate del “Gobernar para la mayoría”, “España avanza” o “Juntos por el cambio”. El nuevo eslogan de Feijóo parece ser: “Sánchez o decencia”. Y lo repite con tanta convicción que parece que ya lo tiene bordado en la funda del iPad. Es un mensaje directo al votante medio harto de escándalos, a la parroquia de la ética institucional y a los indecisos que no saben si el Gobierno actual es progresista, conservador o simplemente resistente.
Feijóo quiere pintar a Sánchez como el símbolo de todo lo que está mal: corrupción, manipulación institucional, amiguismo, maquillaje político. Y él, por supuesto, sería el regreso a un orden decente. Aunque eso también depende de con quién tenga que pactar después…
La respuesta del Gobierno: resistencia y contraataque
Desde Moncloa, la estrategia sigue siendo clara: no dar ni un milímetro, defender que todas las decisiones han sido “contundentes”, que la corrupción se combate desde dentro y que Feijóo solo busca incendiar el Parlamento con gasolina de titulares.
Eso sí, con esta intervención, el líder del PP ha puesto una presión enorme sobre Sánchez: si no responde con claridad, parecerá que algo oculta. Y si responde demasiado, corre el riesgo de que se le atragante algún expediente con fecha del siglo pasado.
Conclusión: España entre la urna, la duda y el ventilador encendido
Feijóo ha hecho lo que se esperaba de él… y un poco más. Ha pedido elecciones como quien pide una caña en barra, con seguridad y convencimiento. Y ha vestido la crítica con todos los adornos posibles: datos, anécdotas, ataques personales, ironía y hasta un poco de drama parlamentario.
Pero la gran pregunta sigue siendo si esta ofensiva surtirá efecto. ¿Se moverán los socios del PSOE? ¿Habrá ruptura de la coalición? ¿Se convocarán elecciones anticipadas o seguiremos viviendo al borde del colapso institucional, como ya es tradición?
Y tú, querido lector… ¿votarías ya para acabar con esto o prefieres seguir viendo la telenovela política sin pagar Netflix?
