El acto, pensado como un homenaje a las víctimas, se ha visto eclipsado por críticas hacia la organización, protestas ciudadanas y un despliegue policial que ha reforzado el malestar en la calle.
Organización bajo la lupa: problemas entre instituciones
La misa funeral celebrada en la Catedral Metropolitana de Valencia ha estado rodeada de críticas y descontento desde su preparación. La Generalitat Valenciana, apelando a la Ley de Protección de Datos, no proporcionó al Arzobispado los contactos de los familiares de las víctimas ni facilitó las invitaciones en su nombre. Esto dejó en manos de las parroquias y los ayuntamientos la tarea de contactar con las familias y organizar el traslado de los afectados hasta el lugar del acto.
Esta falta de coordinación ha generado reproches hacia las autoridades, con voces que consideran que no se priorizó el bienestar de los familiares. “Hemos sentido que nos han dejado solos”, comentaba un representante de una parroquia local involucrada en la logística del evento.
Protestas masivas en los alrededores de la Catedral
Desde las primeras horas de la mañana, las inmediaciones de la Catedral se llenaron de ciudadanos indignados. Más de un millar de personas acudieron a manifestarse, muchos portando pancartas y coreando consignas contra el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Las calles circundantes fueron cerradas al tráfico y custodiadas por un fuerte dispositivo policial que impidió el acceso a los manifestantes. El ambiente se tornó aún más tenso con la llegada de las principales autoridades, incluido el Rey, quienes recibieron aplausos mientras otros sectores de la multitud gritaban “¡Fuera, fuera!” y “¡Asesinos!”.
La prensa, limitada a la Puerta de los Hierros
El acceso de los medios de comunicación se restringió a la Puerta de los Hierros, imposibilitando un seguimiento completo del acto desde el exterior. Además, la Catedral optó por cerrar su entrada principal para evitar que los gritos de protesta perturbaran la ceremonia.
Esta decisión, junto con la ausencia de pantallas para retransmitir el acto, generó nuevas críticas. Muchas personas congregadas en los alrededores lamentaron no poder seguir el desarrollo de la misa, algo que se interpretó como una falta de consideración hacia quienes querían honrar a las víctimas desde fuera.
Solemnidad en el interior: un acto emotivo
Mientras tanto, en el interior de la Catedral, la misa transcurrió en un ambiente solemne. La imagen peregrina de la Mare de Déu dels Desamparats presidía el altar mayor, vestida con un manto morado en señal de duelo. El Arzobispo de Valencia ofició la ceremonia, que reunió a familiares, autoridades y representantes institucionales.
Entre los asistentes destacaron los miembros de la Casa Real, junto a Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación, quien representó al Gobierno central. También estuvieron presentes Llanos Massó, presidenta de las Corts Valencianes, y las alcaldesas de poblaciones afectadas, como Valencia, Paiporta y Torrent, quienes compartieron un mismo banco en señal de solidaridad.
Un evento que deja interrogantes
Aunque la ceremonia buscaba ser un espacio para el recuerdo y la reconciliación, las tensiones externas y los problemas organizativos han dejado un sabor amargo entre los asistentes y la ciudadanía.
¿Se podría haber gestionado de otra manera para garantizar un entorno más respetuoso con las víctimas y sus familiares? ¿Qué medidas deberían tomarse en el futuro para evitar que un homenaje como este se convierta en motivo de división?