Más que una monja medieval, Hildegarda de Bingen fue una visionaria cuyas contribuciones a la cerveza moderna y a la sexualidad femenina marcaron un antes y un después en la historia.
Cuando pensamos en santos y santas, la imagen tradicional de figuras espirituales solemnes, enfundadas en hábitos y dedicadas a la oración puede que nos venga a la mente. Pero hay personajes que rompieron el molde, desafiaron las expectativas de su tiempo y dejaron una huella indeleble en áreas que poco tienen que ver con la espiritualidad… o tal vez sí. Tal es el caso de Hildegarda de Bingen, una abadesa alemana del siglo XII que no solo alcanzó la santidad por sus contribuciones teológicas y espirituales, sino que también revolucionó dos campos insospechados: la fabricación de cerveza y la comprensión del placer sexual femenino. Sí, has leído bien, una santa que jugó un papel fundamental tanto en el perfeccionamiento de la cerveza como en la primera descripción escrita del orgasmo femenino.
¿Quién fue realmente Hildegarda de Bingen? ¿Y cómo es posible que una monja, siglos antes de que la ciencia y el feminismo tomaran fuerza, pudiera dejar un legado tan extraordinario que va desde la botánica hasta la música, pasando por la fabricación de una de las bebidas más populares del mundo? Lo descubrimos en este artículo, donde la vida y obra de esta santa se exploran en todo su fascinante y complejo esplendor.
La historia detrás de una mujer multidisciplinaria
Nacida en 1098 en la región del Rin, en lo que hoy es Alemania, Hildegarda de Bingen vivió en una época en la que las mujeres, y en particular las monjas, solían ser relegadas a la vida contemplativa y los quehaceres del convento. Pero Hildegarda no era una monja común. Desde temprana edad, mostró signos de tener una mente inquisitiva y una sed insaciable de conocimiento. Esto la llevó a explorar áreas que, por lo general, estaban reservadas a los hombres: la ciencia, la medicina, la filosofía y, por supuesto, la teología.
A lo largo de su vida, Hildegarda escribió extensamente sobre temas que iban desde los ciclos de la naturaleza hasta la salud humana, incluyendo tratados botánicos que se adelantaron siglos a los descubrimientos científicos más formales. Su habilidad para observar y registrar el mundo que la rodeaba no solo la convirtió en una erudita respetada, sino que también abrió las puertas para que realizara contribuciones significativas a una de las bebidas más apreciadas de todos los tiempos: la cerveza.
Hildegarda, la madre del lúpulo
Si hoy en día disfrutamos de una cerveza fría con ese característico toque amargo, se lo debemos en parte a Hildegarda. En el siglo XII, la elaboración de cerveza era ya una práctica extendida, pero tenía un gran inconveniente: la bebida se estropeaba rápidamente, dado que carecía de conservantes naturales que la mantuvieran fresca. Fue Hildegarda quien propuso agregar lúpulo al proceso de fermentación. En su obra Physica, un tratado sobre plantas y medicina natural, destacó las propiedades conservantes del lúpulo, una planta emparentada con el cannabis, que no solo prolongaba la vida útil de la cerveza, sino que además le daba ese amargor tan característico que conocemos hoy.
Este simple pero crucial aporte revolucionó la producción cervecera en Europa, convirtiendo a la cerveza en una bebida más duradera y comercializable. A partir de entonces, los monasterios, que ya eran centros de producción cervecera, adoptaron el lúpulo como ingrediente esencial, y la cerveza comenzó a ganar popularidad a nivel masivo, trascendiendo las fronteras de los mercados locales.
Pero el papel de Hildegarda no termina ahí. Su contribución a la cerveza fue más allá de lo técnico, ya que también promovió el uso de la bebida en contextos espirituales y medicinales. Para ella, la cerveza no solo era una bebida recreativa; tenía propiedades curativas y formaba parte de un estilo de vida saludable que promovía el equilibrio entre cuerpo y alma.
La primera descripción del orgasmo femenino: El lado más humano de la santa
Y si la contribución de Hildegarda a la cerveza ya resulta impresionante, su audacia en temas relacionados con el cuerpo y la sexualidad es aún más sorprendente. En una época en la que la sexualidad, y especialmente la femenina, era un tema tabú, esta abadesa se atrevió a hablar abiertamente del placer sexual, y lo hizo con una precisión que asombra aún hoy.
En su obra Causae et Curae, un tratado sobre la salud y la medicina, Hildegarda no solo abordó el tema de la reproducción, sino que describió en detalle el placer sexual femenino, incluyendo el orgasmo. Para ella, el placer era parte integral del proceso reproductivo, un acto que no debía ser considerado pecaminoso ni oscuro, sino como una manifestación natural de la conexión entre el cuerpo y el espíritu.
Su descripción del orgasmo femenino es tan precisa que podría haber sido escrita hoy, en pleno siglo XXI. Según Hildegarda, “cuando una mujer se une al hombre, una cierta sensación de calor se eleva en su cerebro, lo que provoca que también ella experimente placer”. Esta afirmación, que situaba el placer en el cerebro, no solo rompía con la visión limitada de la sexualidad medieval, sino que también otorgaba a las mujeres un rol activo en el acto sexual, algo impensable en su tiempo.
Hildegarda de Bingen: Una santa canonizada con justicia
A pesar de su influencia y legado, Hildegarda no fue canonizada hasta el año 2012, cuando el papa Benedicto XVI decidió incluirla en el catálogo de los santos, casi 850 años después de su muerte. Y como si esto no fuera suficiente, un año más tarde se le otorgó el título de doctora de la Iglesia, una distinción que hasta la fecha solo han recibido 36 personas en toda la historia, de las cuales solo cuatro son mujeres. Este título reconoce no solo la santidad de Hildegarda, sino también su extraordinaria contribución al conocimiento y la teología.
Pero quizás la canonización de Hildegarda de Bingen no solo fue un reconocimiento a su fe, sino también una reparación histórica hacia una mujer que, en su tiempo, rompió barreras y abrió caminos en campos que van más allá del ámbito religioso. Su legado científico y cultural continúa influyendo hoy, especialmente en áreas que van desde la medicina herbal hasta la música medieval, pasando por, cómo no, la cerveza.
¿Por qué sigue siendo relevante Hildegarda hoy?
En una época en la que las mujeres siguen luchando por el reconocimiento en muchas disciplinas, la figura de Hildegarda de Bingen resuena con fuerza como un ejemplo de cómo el conocimiento, la curiosidad y la valentía pueden abrir puertas que, en teoría, deberían estar cerradas. Su legado en la cerveza moderna es solo una pequeña parte de todo lo que esta mujer extraordinaria logró en su vida. Pero quizás lo más inspirador de todo es su capacidad para desafiar las normas de su época y hablar de temas que hoy siguen siendo motivo de debate.
Es irónico pensar que una mujer que describió por primera vez el orgasmo femenino y que perfeccionó la cerveza no fuera reconocida oficialmente hasta siglos después de su muerte. Pero, al final, la historia le hizo justicia. Y nosotros, cada vez que levantamos una pinta de cerveza o discutimos sobre sexualidad con libertad, podemos estar agradecidos por la valentía de una monja que no solo encontró a Dios en sus visiones, sino también en la naturaleza y el cuerpo humano.
¿Será que aún tenemos mucho que aprender de Hildegarda de Bingen? ¿Cuántas otras figuras históricas como ella siguen esperando su merecido reconocimiento?