El artista Kike Meana, natural de Madrid, ha trasladado su estudio a la Costa Brava durante todo el verano para trabajar en una obra pictórica monumental que servirá de homenaje y memoria de la DANA que azotó la Comunidad Valenciana.
El pintor madrileño defiende un lenguaje propio inspirado en la tradición y comprometido con la realidad
El Castillo de Benedormiens o Castillo de Castillo de Aro es un monumento histórico del municipio de Castillo de Aro, perteneciente a comarca catalana del Bajo Ampurdán en la provincia de Gerona declarado Bien cultural de interés nacional.
En él el pintor trabaja en directo en el cuadro «La DANA» a la vez que los visitantes admiran su obra en la exposición:
Los visitantes pueden observar de cerca el gesto seguro de sus pinceladas, escuchar el roce del pincel sobre el lienzo y percibir cómo la luz del lugar se funde con los colores que elige.
Esta proximidad convierte la visita en un momento único, donde arte y espectador comparten el mismo tiempo y espacio, y la creación se vuelve un espectáculo silencioso y fascinante.
Realismo con alma
Desde muy pequeño, sintió que su vida estaría unida a los pinceles.
“Nací con un pincel bajo el brazo”, recuerda con humor.
A los 12 años, comenzó a asistir a una academia de arte, enamorándose de aquel espacio creativo.
Vivía muy cerca del Museo del Prado, lo que le permitió nutrirse del contacto directo con los grandes maestros.
Posteriormente, cursó la carrera de Bellas Artes, especializándose en pintura, y desde entonces ha luchado por mantener fielmente un estilo poco convencional, un realismo que, en su etapa de estudiante, no siempre era comprendido.
En la facultad, sus profesores le empujaban hacia la abstracción, pero él quería plasmar la dureza de la realidad desde otro prisma, con una precisión que impactara.
Sentía la presión de estar practicando un realismo “incorrecto” para el gusto académico, pero optó por seguir su propio camino.
Esta decisión lo llevó a profesionalizarse y entrar en el circuito de galerías de arte contemporáneo.
“No busco una perfección técnica absoluta, sino un lenguaje que atrape, magnetice y, sobre todo, comunique, como lo hicieron Velázquez o Sorolla en su época”.
Una obra personal y arriesgada
Para Meana, la función del artista es contar su mundo utilizando la pintura como medio de comunicación.
Aborda temas poco convencionales y, en ocasiones, recibe rechazo por no ajustarse a lo que él llama temáticas estandarizadas.
Su serie “Las vacas” es un ejemplo claro: provoca incomodidad en algunos espectadores, pero también genera reflexión.
El pintor se ha formado exhaustivamente en todas las facetas de la pintura realista, dominando técnicas, procesos y procedimientos que le permiten adaptarse a cada obra de forma distinta.
Velázquez como faro creativo
Entre sus influencias, Diego Velázquez ocupa un lugar central.
Para Meana, el maestro sevillano es un pintor “eternamente actual y moderno” porque supo pintar lo que no se ve, lo intangible, el aire, la atmósfera.
Más allá de la vestimenta o la apariencia externa, Velázquez retrataba la crudeza de la realidad de su tiempo.
Ese compromiso con ser un testigo de la época es también el motor de la obra de Meana, quien aspira a que su pintura no solo sea admirada por su técnica, sino también por su capacidad de comunicar, conmover y permanecer vigente.
Hoy, tras años de experiencia, confiesa que empieza a disfrutar de la pintura a base de aprender, hacer y rehacer, explorando cada lienzo como un nuevo reto y una oportunidad para reafirmar su voz artística.
El Guernica de La DANA
El cuadro, titulado “La DANA”, será donado a Valéncia en el aniversario de la tragedia el próximo 29 de Octubre y quedará expuesto en un lugar público de gran tránsito tal y como nos indica.
“Se están manteniendo conversaciones para que se disponga en el lugar más apropiado”
La pieza, un óleo sobre tela de ocho metros de ancho por casi dos metros y medio de alto, se está pintando ante el público durante los meses de agosto y septiembre, en un espacio que permite a los visitantes observar el proceso creativo en directo.
Para Meana, no se trata solo de un trabajo artístico, sino de un acto de memoria colectiva.
“Quiero que esté en un sitio público de mucho movimiento, para que esté latente y perdure”, explica.
El artista espera que esta obra se convierta en un símbolo visual que mantenga vivo el recuerdo de la catástrofe y rinda homenaje a las víctimas, a quienes ayudaron y a toda la sociedad que se volcó en las tareas de rescate.
Un cuadro de historia actual
Meana comenzó a trabajar en los primeros bocetos digitales en enero y en mayo inició la pintura sobre el lienzo.
«Todo lo que aparece en la obra es inventado, sin retratar personas ni lugares concretos, para que todas las personas puedan sentirse identificadas»
La finalización del cuadro está prevista antes de la efeméride de la catástrofe, con el objetivo de presentarlo en Valéncia en otoño.
Tras su estancia en la Costa Brava, el pintor trasladará la obra a su taller en Revenga (Segovia) para realizar los últimos retoques.
“Es importante para mí proyectar en el cuadro un mensaje que remueva conciencias, que te atrape y te guste, pero que también te haga reflexionar”, afirma.
Consciente del peso simbólico de la pieza, Meana ha decidido no incluir a políticos en la representación:
“Habrá un batallón de soldados que serán voluntarios con sus escobas, pero lo que no habrá son políticos, es un cuadro absolutamente despolitizado”.
230 personajes y un lenguaje lleno de símbolos
En el cuadro “La DANA” aparecerán 230 figuras humanas que representan la diversidad de quienes se vieron afectados o participaron en las labores de ayuda: mujeres mayores que han perdido sus bienes, voluntarios, policías, efectivos de emergencia como bomberos y personas anónimas que llegaron desde distintos puntos del país y del extranjero para colaborar.
Cada elemento en el lienzo tiene un significado simbólico.
El artista emplea las metáforas visuales para evocar la magnitud de las pérdidas y el espíritu solidario:
- Un ‘ninot’ de falla embarrado refleja la pérdida de la cultura festiva valenciana.
- Un montón de naranjas embarradas simboliza la devastación de la huerta.
- Un bar destrozado recuerda los comercios arrasados.
- Varias señoras con pañuelo en la cabeza hacen referencia al lienzo Pescadoras valencianas de Sorolla.
- Un buey arrastrando un coche representa la falta de medios y recursos.
- El propio Meana aparece rescatando obras de arte cubiertas de barro, homenajeando también al mundo cultural afectado por la catástrofe.
El diálogo con Sorolla
Para dar cohesión a toda la obra, Meana ha querido establecer un diálogo artístico con Joaquín Sorolla, a quien considera “el gran icono de la cultura valenciana” y uno de sus referentes pictóricos más importantes.
La iconografía de Sorolla se aprecia, por ejemplo, en las mujeres con pañuelo en la cabeza, que evocan el mundo marinero y tradicional valenciano, y en la representación de animales de tiro como el buey, que el maestro pintó en escenas costumbristas.
“Sorolla es para mí el máximo exponente de la pintura valenciana. A través de su lenguaje visual quiero vincular la obra con la identidad cultural de Valéncia”, explica Meana.
Un testimonio visual de la tragedia
Más allá de su dimensión artística, “La DANA” es un documento emocional y una crónica pictórica de un episodio reciente.
Meana lo concibe como una obra reivindicativa que captura la solidaridad y el sufrimiento de aquellos días.
“Siento que es mi obligación tatuar en la memoria del mundo esos días tan terribles durante la DANA. Todas las personas que ayudaron sin más herramientas que sus manos, lo que sufrieron quienes perdieron todo, me conmovió profundamente”.
El impacto emocional de la obra es evidente: muchas de las personas que participaron como voluntarios o que sufrieron directamente las consecuencias de la DANA y han visto el cuadro en persona han llorado frente a él.
“Quiero vincularme con todos ellos, participar de su dolor. No he querido añadir dolor, sino expresar esos instantes e inmortalizarlos”, señala el pintor.
Una obra coral y atemporal
“La DANA” es una composición coral, formada por decenas de pequeñas historias que, juntas, narran el drama vivido.
Desde niños hasta ancianos, desde agricultores hasta comerciantes, la obra recoge todos los sectores afectados y los entrelaza en una escena de gran carga simbólica.
Para Meana, esta es también una reflexión sobre el papel del arte como memoria:
“Tenemos que ser testigos de nuestra época y ser el eco de los hechos importantes que suceden actualmente”
La pintura no se limita a ilustrar la tragedia; busca mover conciencias y convertirse en un referente permanente que recuerde no solo la magnitud del desastre, sino también la fuerza de la respuesta ciudadana.
Cuando esté terminada, “La DANA” no solo será uno de los óleos más grandes creados por Meana, sino también una de las obras conmemorativas más significativas dedicadas a un desastre natural en España.
Con su lenguaje lleno de metáforas y su conexión con la tradición pictórica valenciana, aspira a perdurar como un símbolo atemporal de memoria, solidaridad y cultura.
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