El funeral celebrado en la Catedral de Valencia en memoria de las más de 220 víctimas de la devastadora DANA ha sido, sin duda, un evento cargado de emociones y simbolismo. Sin embargo, la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha generado un intenso debate en medios y redes sociales, cuestionándose las razones detrás de su decisión de no asistir a un acto de tal relevancia nacional.
Un Contexto Marcado por la Controversia
En el programa TardeAR, Ana Rosa Quintana y sus colaboradores reflexionaron sobre esta ausencia, calificándola como «difícil de justificar». Según Quintana, “las víctimas merecen un presidente que aguante el chaparrón y se quede”. Susana Griso, por su parte, añadió: “La tragedia es que la ausencia de Sánchez está haciendo más ruido que su presencia”.
Uno de los puntos más criticados es que la agenda oficial del presidente no incluyó ningún acto de igual magnitud que justificara su ausencia. Ese mismo día, Sánchez tenía programado un encuentro con el presidente de la Asociación de Deportes Paralímpicos, un compromiso que, aunque importante, ha sido considerado por muchos como insuficiente frente a la solemnidad de un homenaje a las víctimas de una tragedia que conmocionó al país.
¿Estrategia de Seguridad o Temor a las Críticas?
Algunos analistas sugieren que la decisión pudo estar influenciada por el temor a recibir abucheos, un hecho que ya se vivió en visitas previas del presidente a las zonas afectadas por la DANA. Sin embargo, este argumento no convence a muchos. “Un líder está para recibir aplausos y también abucheos”, comentó uno de los tertulianos, subrayando que la política requiere enfrentar tanto el reconocimiento como la crítica.
Por otro lado, se mencionó que su equipo podría haber evaluado que su presencia podría “calentar aún más el ambiente”, evitando así un foco de tensión en un acto que debía centrarse en las víctimas. Sin embargo, esta postura ha sido tachada de insuficiente, ya que líderes políticos de todos los niveles estaban presentes, demostrando que, a pesar del descontento ciudadano, no se puede eludir la responsabilidad de representar al Gobierno en momentos cruciales.
Comparaciones y Precedentes: El Funeral por el COVID
La ausencia de Sánchez en este funeral ha recordado a muchos otro polémico episodio: su inasistencia al homenaje oficial por las víctimas del COVID-19. Este paralelismo ha reavivado críticas sobre la gestión de su imagen pública en eventos solemnes, donde muchos consideran que un líder debe estar presente, independientemente de las circunstancias políticas o sociales.
El Impacto de la Ausencia en el Legado Político
La decisión de Sánchez de no asistir podría tener repercusiones tanto en su legado político como en su relación con la ciudadanía. Las víctimas y sus familias, al igual que gran parte de la opinión pública, esperaban ver al presidente acompañando a los Reyes y mostrando su solidaridad en un día tan señalado.
El gesto del Rey Felipe VI, quien permaneció firme frente a la adversidad durante visitas anteriores a las zonas afectadas, contrasta con la percepción de distancia que deja la ausencia del presidente. Incluso la Reina Letizia, con su semblante serio y vestida de riguroso luto, transmitió una cercanía y empatía que muchos esperaban también del líder del Gobierno.
¿Qué Podría Hacer Sánchez para Enmendar Esta Percepción?
Para algunos analistas, la clave está en la comunicación. Emitir un comunicado claro explicando las razones detrás de su ausencia, junto con un compromiso visible hacia las zonas afectadas, podría ayudar a reparar parte del daño causado. Sin embargo, como se señaló en TardeAR, “no acudir solo genera más cabreo entre la gente”.
Además, sería esencial que el presidente refuerce su presencia en actos públicos de importancia nacional, aunque impliquen enfrentar críticas. Como se mencionó en el debate: “La ausencia está haciendo más ruido que la presencia”.
Conclusión
La decisión de Pedro Sánchez de no asistir al funeral en Valencia por las víctimas de la DANA ha dejado un vacío difícil de llenar. Más allá de los motivos, la percepción pública y la opinión generalizada apuntan a que su presencia era necesaria. Como representante del Gobierno, su papel no es solo político, sino también simbólico, y su ausencia ha sido vista como un error estratégico en un momento en el que el país esperaba unidad y empatía por parte de sus líderes.