El 9 de octubre, Día de la Comunitat Valenciana, se celebra también como el día de los enamorados en Valencia. Esta tradición, conocida como la «mocaorà», se conmemora con una bandeja de mazapanes con forma de fruta, envuelta en un pañuelo. Su origen se remonta a la conquista de Jaume I y está llena de anécdotas históricas y curiosidades.
Cada 9 de octubre, la ciudad de Valencia se viste de fiesta para celebrar el Día de la Comunitat Valenciana. Aunque la jornada es conocida por conmemorar la entrada del rey Jaume I en Valencia en 1238, la celebración también tiene un tinte romántico, ya que es considerada el día de los enamorados valencianos. Uno de los aspectos más dulces y significativos de esta fecha es la famosa «mocaorà», una tradición en la que se regalan mazapanes con forma de frutas y verduras, cuidadosamente presentados en un pañuelo, a modo de símbolo de amor y celebración.
El origen de esta costumbre se encuentra en los relatos históricos que narran los acontecimientos posteriores a la conquista de Jaume I. Sin embargo, como veremos, a lo largo de los siglos la «mocaorà» ha evolucionado, incorporando una rica mezcla de elementos históricos, religiosos y hasta políticos, con alguna que otra anécdota divertida en su trayectoria.
El origen histórico: Jaume I y las mujeres valencianas
El 9 de octubre de 1238, Jaume I, conocido como el Conquistador, entró en Valencia tras una prolongada campaña militar que culminó con la reconquista de la ciudad, entonces bajo dominio musulmán. Según diversas fuentes históricas, tras la victoria, las mujeres de la ciudad quisieron expresar su agradecimiento y hospitalidad al rey, su esposa Na Violant de Hungría, y a los soldados que les acompañaban. Lo hicieron regalándoles frutas y verduras frescas de la fértil huerta valenciana, uno de los orgullos de la región. Este gesto sencillo y lleno de simbolismo quedó registrado en la historia como un acto de paz y gratitud por parte del pueblo valenciano.
Con el tiempo, este acto dio pie a la tradición de recordar el 9 de octubre con la entrega de frutas y dulces, hasta que los mazapanes con forma de frutas, envueltos en un pañuelo o «mocador», pasaron a convertirse en el regalo típico entre los enamorados.
El cambio en la tradición: de una fiesta centenaria a una celebración anual
Aunque hoy en día la mocaorà es parte inseparable del 9 de octubre, no siempre fue así. De hecho, hasta finales del siglo XIX, el Día de la Comunitat Valenciana no se celebraba anualmente. Según la tradición, las grandes conmemoraciones de la entrada de Jaume I solo tenían lugar cada cien años, coincidiendo con los centenarios de la conquista. Esto significa que las grandes celebraciones se realizaron en 1338, 1438, 1538, 1638, 1738 y 1838.
Fue tras este último centenario cuando la costumbre cambió, y desde finales del siglo XIX se decidió que la festividad se conmemoraría anualmente. Con ello, la mocaorà y la bajada de la Senyera, la histórica bandera de la ciudad, se instauraron como elementos fundamentales de la celebración.
La astucia de los panaderos: cómo se enfrentaron a la prohibición
Uno de los aspectos más curiosos y menos conocidos de la mocaorà es la ingeniosa manera en que los panaderos valencianos lograron mantener viva esta tradición. Durante el siglo XVIII, bajo el reinado de los Borbones, muchas manifestaciones de la identidad valenciana fueron suprimidas tras la Guerra de Sucesión y la implantación de los Decretos de Nueva Planta. En este contexto, ciertas festividades y símbolos que hacían referencia a la conquista de Jaume I fueron prohibidos.
Entre los elementos prohibidos estaban los fuegos artificiales y otros actos festivos, lo que generó un ambiente de represión cultural en la ciudad. Sin embargo, los panaderos valencianos encontraron una manera de evadir estas restricciones de forma sutil pero eficaz. Aprovechando la tradición de regalar frutas y dulces en el 9 de octubre, empezaron a crear mazapanes con forma de fuegos artificiales (cohetes, petardos y tracas), camuflándolos en las formas de dulces y frutas.
De esta forma, lograron mantener viva la memoria festiva de la celebración sin violar abiertamente las prohibiciones. Con el tiempo, la mocaorà se consolidó como una tradición popular y adquirió el significado que conocemos hoy, con las figuras de mazapán como protagonistas.
La receta de la mocaorà: un dulce que perdura
El mazapán, el dulce principal de la mocaorà, tiene sus raíces en la gastronomía árabe, introducida en la península ibérica durante la ocupación musulmana. Está compuesto por una mezcla sencilla pero deliciosa de almendra molida, azúcar y huevo. Los mazapanes que se regalan el 9 de octubre suelen tener formas que imitan frutas y verduras, como higos, naranjas, limones, y algunas más elaboradas como calabazas y berenjenas.
Ingredientes básicos del mazapán:
- 250 g de almendra molida.
- 250 g de azúcar glas.
- 1 clara de huevo.
- Colorantes alimentarios (para dar forma y color a las frutas).
Preparación:
- Mezclar los ingredientes: En un bol, mezcla la almendra molida con el azúcar glas. Añade la clara de huevo y amasa hasta obtener una masa suave y homogénea.
- Dar forma: Una vez conseguida la masa, divide en porciones pequeñas y, con paciencia y habilidad, da forma a las figuras de frutas o cohetes. Para los colores, utiliza colorantes alimentarios, pincelando las figuras para que imiten los tonos reales.
- Dejar reposar: Deja que las figuras reposen a temperatura ambiente para que endurezcan ligeramente antes de servir.
Este dulce, aparte de su sabor, es un verdadero arte en miniatura, y la precisión con la que se decoran las figuras es parte de su encanto.
El pañuelo: símbolo de amor y tradición
El pañuelo o «mocador» es otro de los símbolos clave de la mocaorà. En la celebración, los mazapanes se presentan envueltos en un pañuelo de tela, que tradicionalmente es regalado a la persona amada como muestra de cariño. Este acto tiene un doble significado: por un lado, recuerda la historia de las mujeres valencianas que ofrecieron frutas al rey, y por otro, se ha transformado en un símbolo de amor en la actualidad.
Con el paso del tiempo, el pañuelo ha ido ganando protagonismo, y hoy en día se puede encontrar en múltiples diseños y colores, adaptándose a los gustos y estilos de cada persona.
Reflexión final: la mocaorà, una tradición que perdura
La mocaorà es mucho más que un simple regalo de mazapanes. Es una tradición que ha sabido mantenerse viva a lo largo de los siglos, cargada de historia, anécdotas y simbolismo. Desde su origen en la conquista de Jaume I hasta la astucia de los panaderos que lograron preservar la fiesta bajo la prohibición, la mocaorà se ha convertido en una pieza esencial de la identidad valenciana.
¿Sabías que detrás de estos dulces de mazapán había tanta historia y simbolismo? ¿Qué otros elementos históricos o gastronómicos crees que deberían ser más conocidos en la Comunitat Valenciana?