El Mercado Central de Valencia con la actual gestión por la Asociación privada de Vendedores del Mercado no pasa por su mejor momento, y es que esta semana los sótanos del mercado central, propiedad del Ajuntament de Valéncia y dependiente de la concejalía de Mercado a cuyo frente está el concejal Santiago Ballester se han llenado de carteles de “Se Busca”.
Se busca
“Se busca a los ladrones que forzaron y robaron en el almacén nº14”
Este es parte del encabezado de los carteles que están dando que hablar entre los vendedores. Lo que poca gente conoce es que en el sótano del Mercado hay montados a modo de concesiones administrativas almacenes donde los propios vendedores guardan parte del género no perecedero o pertenencias de las propias empresas de venta.
Hace más de un mes, con el Mercado cerrado y en plena noche se produjo un extraño robo en uno de los almacenes, el almacén 14. Los ladrones desmontaron concienzudamente la tornillería de la puerta para desmontarla y forzar la cerradura cuidadosamente. Una tarea que les debió de llevar horas, una noche con el mercado cerrado y que tiene vigilancia en su interior, algo casi inexplicable.
La realidad es que el propietario del mismo se encontró por la mañana a primera hora la puerta forzada y que le habían robado botellas de vino que allí guardaba como almacén. Las cámaras de seguridad no registraron nada porque en esa zona no está cubierta por las mismas. Sospechosamente sí se han colocado cámaras en la entrada de los baños del personas en el mismo sótano, apuntando hacia el interior de los baños, igual para comprobar quién orina fuera de la taza, pero no para controlar una zona de almacenes.
La gerente olvidadiza
El propietario cursó denuncia en la policía nacional del robo, pero la primera sorpresa es que cuando la policía se personó en el lugar para comprobar los daños, les atendió al gerente del Mercado que “olvidó” llamar al propietario del almacén forzado (en este caso al que ostenta la concesión, ya que el propietario es el Ayuntamiento). Ni propietario ni concesionario fueron advertidos de la presencia de la policía nacional en el Mercado para esclarecer los hechos.
Quizá la edad o el estrés acumulado jugaron una mala pasada a la gerente que se olvidó de los actores de este asunto: el propietario, el Ayuntamiento, y el concesionario al que habían robado. El concesionario se enteró por una llamada de la Policía Nacional días después. Quizá la explicación es que el propietario es el presidente de una nueva asociación de vendedores y trabajadores del Mercado llamada “La Cotorra” y que pide el fin de la gestión de la asociación por las múltiples irregularidades detectadas. Todo hace pensar de una posible vendetta propia de la mejor novela de suspense.
El seguro que supuestamente no cubre lo robado
Los sinsentidos para el concesionario robado no acabaron ahí, ya que al exigir la póliza del seguro del Mercado Central, la respuesta de la gerencia fue “no te cubre el seguro”, pero hasta en diez ocasiones ha pedido copia del mismo, negándosela por tema de “protección de datos”, pasando de una novela de suspense a una comedia trágica con tintes de surrealismo.
El concesionario al sentirse abandonado ha tenido que recurrir al Ayuntamiento, propietario del edificio, y deberá ser el Ayuntamiento el que se haga cargo de lo robado, en todo caso el seguro del Ayuntamiento, porque la Asociación de Vendedores niega el acceso a la póliza obligatoria al asociado, y perjudicado por el robo.
La gran pregunta que nos acecha a todos, es lo absurdo del robo en sí, un almacén concreto en los sótanos de un Mercado central cerrado y vigilado, con cámaras de seguridad, pero como siempre pasa en el Mercado, nunca pasa nada, todo se oculta y la opacidad y falta de transparencia es la tónica dominante en un Mercado que sigue lleno de publicidad en sus paredes pese a estar prohibido, con toneladas de polvo y suciedad que se acumula en sus vidrieras sin que nadie se ponga de acuerdo en quién debe limpiarlo, y con una refrigeración que ponen en modo frío cuando más frío hace, y que permanece apagada en verano produciendo lipotimias casi diarias… un mercado a la deriva por culpa de su pésima y nefasta gestión.
Da para una novela de misterio, una tragicomedia griega o incluso para un guión de lo absurdo del excelente maestro Berlanga, pero la realidad siempre supera a la ficción y el Mercado Central de Valencia no podía ser menos. Siete meses después el concejal de Fallas y Mercados, presidente de MercaValencia y de Junta Central Fallera, sigue mirando para otro lado… más de lo mismo, o eso parece, cambiar de gobierno para que nada cambie.
Hasta el fantasma de la Llongeta que fotocopiaba expedientes en plena noche en período electoral y al que la propia actual alcaldesa Catalá señaló sigue en su puesto en Concejalía de mercados del propio Santiago Ballester, o sea más de lo mismo.