Que nadie diga que en la política local valenciana no hay emoción. Este fin de semana, Massamagrell, Cocentaina y Torís han cambiado de alcalde como quien cambia de sitio en una boda sin banquete. Pero ojo, no por corrupción, no por audios, no por tramas —¡milagro!— sino por algo tan revolucionario como cumplir acuerdos de gobierno. Qué anticuado.
Vamos por partes, porque aquí hay para todos los gustos: giro dramático, relevo pactado y transición amable. Un menú político que haría llorar de emoción a cualquier asesor de comunicación institucional aburrido.
El drama de Massamagrell: “Zamorano, te quedas sin silla”
Aquí la cosa no fue pactada, fue de telenovela con traición final. Juan Zamorano, líder de “Veïns” (sí, ese partido que suena a asociación de escaleras), esperaba repetir como alcalde. Pero no contó con que el regidor de Vox, José Manuel Palanca, se bajaría del barco en el último minuto. Resultado: Zamorano se queda sin mayoría, sin discurso, y sin apoyo.
Así que el PSPV, con Paco Gómez al frente, se encontró con la vara de mando de rebote. Literal. Sin discurso preparado, sin familia en el pleno, y probablemente sin saber si eso incluía wifi en el despacho. Pero oye, alcalde al fin y al cabo. Gómez, que no lo vio venir, ya ha dicho que quiere pactar con Zamorano, en un gesto de conciliación digno de premio al “más inesperado del año”.
Cocentaina: el relevo más suizo de la historia
Aquí sí que hubo protocolo, calendario y hasta guión aprobado. Rubén Muñoz (PSPV) toma el relevo de Jordi Pla (Compromís) como si estuvieran cambiando el testigo en una carrera de relevos ideológicos. Todo pactado desde 2023, cuando sumaron mayoría con cinco concejales cada uno, frente a los seis del PP y el regidor suelto de Vox.
Compromís deja la alcaldía con discurso de legado: hablan de transformación social, cultural y política, como si hubieran convertido Cocentaina en la nueva Copenhague. Rubén Muñoz hereda el bastón con promesa de continuidad. Las regidurías se quedan como están, porque aquí lo importante era rotar el sillón, no tocar la plantilla.
Un caso raro en política: dos partidos que cumplen lo que prometieron. Insólito.
Torís: PIPT y PP se turnan como buenos colegas de trinquete
Y por último, llegamos a Torís, donde el Partit Independent per Turís (PIPT) y el PP siguen su guion sin despeinarse. Dos años para Ismael Corell (PIPT) y dos años para Paco Ricau (PP). Así se acordó, así se está cumpliendo. La transición ha sido tan amable que faltó la alfombra roja y la música de ascensor.
Ambos partidos, con 4 y 3 concejales respectivamente, se reparten el poder sin drama, sin audios y, al parecer, sin enemigos internos. Una lección de convivencia institucional que probablemente no le interese a nadie… salvo a los vecinos que no quieren sorpresas en su Ayuntamiento.
¿Y Valencia qué pinta aquí?
Nada. Pero como esto es “Valencia noticias – Noticias de Valencia”, hay que mencionar que todo esto sucede bajo la siempre atenta mirada del PSPV, que logra dos alcaldías nuevas en este baile de poder, mientras la izquierda se apunta un tanto de normalidad en un año donde todo son dimisiones y audios de pesadilla.
Reflexión innecesaria pero obligatoria
En un panorama político donde la corrupción hace más ruido que las mascletàs, da gusto ver que hay pueblos donde aún se cumple lo pactado, se respetan los turnos y se reparten los sillones sin insultos ni audios de Koldo. Será que en los pueblos aún queda algo de sentido común… o simplemente no tienen WhatsApp grupal de asesores.