Mientras los chinos revolucionan las esquinas de España con bazares y bares, las cañas y los pinchos de tortilla parecen vivir sus horas más bajas: ¿es culpa del “fondo derecha”?
¿Un bar de chinos? Café con leche, sí; calidad, no tanto
Desde hace años, la frase “un bar de chinos” se escucha tanto como “un bazar de todo a 1 euro”. Pero esta expansión tiene un lado oscuro: muchos de estos bares, que se multiplican como champiñones, han encendido las alarmas entre los hosteleros tradicionales. ¿La razón? Una bajada de la calidad en el producto y, en algunos casos, un servicio que deja bastante que desear.
“Un café con leche por 1 euro puede parecer una ganga, pero ¿has probado a tomártelo? Es como beber la versión líquida de una goma de borrar”, comenta con sarcasmo Paco, dueño de un bar de toda la vida en Valencia. Según él, los bares tradicionales enfrentan una competencia desleal, no solo en precio, sino en el concepto mismo de lo que debería ser un buen bar español.
Pinchos de tortilla… ¿de cartón?
La clave está en los costes. Mientras los bares tradicionales se esfuerzan en mantener la calidad de sus productos, desde el jamón que acompaña las tostadas hasta la caña bien tirada, algunos establecimientos regentados por la comunidad china optan por productos más baratos, sacrificando sabor y tradición. La tortilla de patatas es un claro ejemplo: “La que ponen en algunos bares parece prefabricada y descongelada con un secador”, se queja un cliente habitual.
¿El resultado? Una experiencia gastronómica que, aunque económica, deja mucho que desear. En palabras de Mariví, una cliente nostálgica: “Aquí, ni el vermú sabe igual. Y cuando pides unas bravas, parecen patatas fritas con ketchup barato”.
¿Qué pasa con el servicio?
Además del producto, el servicio en estos bares también es motivo de debate. Muchos clientes señalan que, si bien la rapidez no es un problema, la falta de atención al detalle sí lo es. “Te atienden con una cara de póker que ni un robot. Y si pides algo más complicado que un café con leche, mejor que tengas paciencia”, comenta entre risas Toñi, otra habitual de los bares de barrio.
Esto contrasta con la experiencia en los bares tradicionales, donde el camarero te conoce por tu nombre, sabe cómo tomas el café y hasta te sugiere el mejor pincho del día. Esa conexión humana parece haberse perdido en algunos de estos nuevos bares.
¿Es rentable a largo plazo?
Aunque el modelo low-cost de estos bares puede ser rentable a corto plazo, los expertos en hostelería advierten que podría acabar saturando el mercado y deteriorando la imagen del sector. “La gente empieza a asociar los bares con productos mediocres y servicios impersonales, y eso nos perjudica a todos”, afirma un representante de la asociación de hosteleros locales.
Reflexión final: ¿cambiarías calidad por precio?
¿Es este el precio a pagar por tener un café a cualquier hora por menos de lo que cuesta un billete de autobús? Mientras el debate entre tradición y economía sigue en marcha, la pregunta queda en el aire: ¿preferirías un pincho congelado por un euro o pagar un poco más por algo que realmente sepa a bar de toda la vida?