Decenas de profesionales del ámbito veterinario y ciudadanos con mascotas se manifiestan en València, Alicante y Castelló para exigir una reforma del RD 666/2023, una norma que, denuncian, impide prescribir tratamientos adecuados, encarece costes y pone en riesgo la salud animal… y humana.
Veterinarios, mascotas y pancartas: no, no es un desfile canino, es una protesta muy seria
Este domingo las calles de València, Alicante y Castelló se llenaron de batas blancas, ladridos de fondo, pancartas improvisadas, eslóganes rítmicos y mucha indignación. ¿La causa? Una “restrictiva” regulación del medicamento veterinario que, según dicen quienes están al frente del bisturí, el microscopio y la vacuna, está complicando seriamente su capacidad de actuar con criterio clínico.
Y no, no es exageración. En palabras de la presidenta del Consell Valencià de Col·legis Veterinaris (CVCV), Inmaculada Ibor, el Real Decreto 666/2023 (sí, el número no ayuda a tranquilizar) “no solo afecta a los veterinarios, sino a todo el ecosistema de salud animal y, por extensión, a la salud pública humana”. Dicho así, suena grave. Porque lo es.
¿Por qué tanto lío con este decreto?
Básicamente, porque los veterinarios dicen que les están atando las manos con burocracia y normativas que parecen no entender cómo funciona una consulta real. Según el RD 666/2023, los profesionales están obligados a recetar ciertos medicamentos en base a unas fichas técnicas anticuadas, en lugar de utilizar tratamientos actualizados y avalados por la evidencia científica. ¿El resultado? Enfermedades mal tratadas, mayor resistencia a los antibióticos, fármacos más caros, desperdicio de productos y, en casos graves, riesgo para humanos.
“Sin medicamentos, vendrán los lamentos” o “Si no puedo prescribir, tu mascota va a morir” fueron algunos de los lemas coreados este domingo en la cuarta manifestación en València y la tercera en Alicante y Castelló. Sí, con rimas, con dramatismo, pero también con razón. Porque si tú puedes elegir entre ibuprofeno y paracetamol según te convenga, ¿por qué el veterinario tiene que usar un antibiótico que ni siquiera es el más eficaz?
Las calles hablan: ¿cuántos protestaron?
Según los colegios oficiales, más de mil personas participaron en las marchas conjuntas, aunque las cifras se quedan cortas si se considera que hubo movilizaciones simultáneas en 40 provincias. A nivel nacional, esta ya es la novena protesta organizada por el colectivo veterinario desde febrero. Lo que empezó en Barcelona se ha extendido como una epidemia de rabia… simbólica.
Y esta vez, no estuvieron solos. Se sumaron ganaderos, titulares de mascotas, voluntarios de protectoras, e incluso curiosos que, tras leer los carteles, empezaron a cuestionarse si la salud de sus animales estaba en buenas manos. Spoiler: lo estaría, si les dejaran recetar con libertad profesional.
¿Qué dicen los veterinarios?
Entre las múltiples denuncias, estas son las claves:
- Restricción en la prescripción de medicamentos: Están obligados a usar fármacos que no son siempre los más adecuados, lo que retrasa tratamientos o los hace ineficaces.
- Fichas técnicas obsoletas: La normativa les fuerza a seguir descripciones que no reflejan los avances médicos más recientes. En otras palabras: medicina con manuales del siglo pasado.
- Costes elevados e innecesarios: Prescripción obligatoria de envases inadecuados, lo que genera desperdicio y encarece las terapias.
- Riesgo para la salud pública: Algunas enfermedades zoonósicas (es decir, que se transmiten de animales a personas) pueden proliferar si no se tratan a tiempo o correctamente.
- IVA del 21%: Porque, por algún motivo inexplicable, llevar a tu perro al veterinario tiene el mismo tipo impositivo que comprarte un perfume de lujo. Salud animal… artículo premium.
¿Y qué ha hecho el Gobierno?
Pues… poco, según los profesionales. La propuesta de reforma sigue en la nevera legislativa, a pesar de que incluso el Senado —sí, el de las tortugas— ya ha aprobado una moción para revisar el RD 666/2023. Y mientras se dilata el proceso, las calles se siguen llenando de protestas, pancartas y ladridos de indignación.
A todo esto, los ministerios de Agricultura, Sanidad y Hacienda —los tres implicados— siguen sin ofrecer soluciones concretas. Y eso que el conflicto afecta tanto a clínicas urbanas como a explotaciones ganaderas. Porque en este país hay una cosa que une al veterinario de barrio con el de campo: el cansancio burocrático.
¿Esto solo afecta a los veterinarios?
No. Te afecta a ti. A tu gato. A tu perro. A la vaca que da la leche que te tomas. Al cerdo que no has visto pero cuyo embutido te encanta. A los caballos de la hípica. Y a todos los animales que, en algún momento, requieren atención médica. Es decir: a todos.
Cuando se impide a un profesional prescribir lo que necesita un paciente, se compromete la eficacia del tratamiento. Y cuando se trata de enfermedades zoonósicas —como la leptospirosis, la brucelosis o la rabia—, ese error no se queda en el establo. Llega a tu calle.
Conclusión: ¿nos tomamos en serio la salud animal o seguimos jugando a recetar con grilletes?
La salud animal no es un lujo. No debería tener un 21% de IVA. No debería estar condicionada por fichas técnicas redactadas hace décadas. Y, sobre todo, no debería ignorarse mientras los profesionales siguen llenando plazas, aceras y ministerios con su malestar.
Lo que ocurre ahora no es solo un conflicto laboral o sectorial. Es un pulso entre la evidencia médica y la rigidez administrativa. Y en ese pulso, los que salen perdiendo no son solo los veterinarios.
¿Cuánto vale la salud de tu mascota, y cuánto estamos dispuestos a dejarla en manos de normativas obsoletas?
¿Has tenido experiencias con tratamientos veterinarios que se hayan visto limitados por la normativa? ¿Crees que el IVA actual es justo? Comparte tu opinión o tu historia… aunque sea en forma de ladrido indignado.