Desde hace décadas, los edulcorantes artificiales como el aspartamo han sido promovidos como una alternativa segura al azúcar, utilizados en productos de todo el mundo.
Es utilizado en refrescos dietéticos, postres sin azúcar, alimentos procesados, también en la goma de mascar, gelatina, helados, productos lácteos como el yogur, cereales de desayuno, dentífrico y medicamentos como pastillas para la tos y vitaminas masticables entre otros miles de productos.
La OMS ya publicó en 2023:
«El CIIC ha clasificado el aspartamo como posiblemente carcinógeno para los seres humanos tras establecer que hay «evidencia limitada» sobre su carcinogenicidad en los seres humanos, y el JECFA ha reafirmado que la ingesta diaria admisible de este producto es de 40 mg/kg de peso corporal»
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Cell Metabolism sugiere que este popular sustituto además puede tener efectos adversos en la salud cardiovascular.
Un aumento de insulina y acumulación de placa arterial
La investigación, liderada por el profesor Yihai Cao del Instituto Karolinska en Suecia, encontró que el aspartamo provoca un aumento en los niveles de insulina, lo que a su vez contribuye a la formación de placas de grasa en las arterias y un incremento en la inflamación vascular.
Esto aumenta el riesgo de padecer ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares a largo plazo.
El equipo decidió estudiar el aspartamo luego de una observación casual en una reunión.
«Uno de mis estudiantes estaba bebiendo esta bebida sin azúcar y le dije: ‘¿Por qué no investigas eso?'», relata Cao.
Para analizar sus efectos, alimentaron a ratones con una dieta que contenía un 0,15% de aspartame durante 12 semanas, equivalente al consumo de tres latas de refresco dietético al día en humanos.
En comparación con los ratones que no recibieron aspartame, los alimentados con el edulcorante mostraron mayores niveles de inflamación y placas arteriales más grandes.
El papel de la insulina y la señal inmune CX3CL1
Cuando los investigadores analizaron la sangre de los ratones, detectaron que el aspartamo estimulaba una mayor liberación de insulina.
Dado que este edulcorante es 200 veces más dulce que el azúcar, parece engañar a los receptores del cuerpo para liberar más insulina de lo normal.
El estudio también identificó un mecanismo clave detrás del daño vascular: una señal inmune llamada CX3CL1, que se activa en presencia de niveles elevados de insulina.
Según Cao esta molécula se adhiere a la pared interna de los vasos sanguíneos, atrapando células inmunes y fomentando la inflamación y el crecimiento de la placa arterial.
Cuando los investigadores bloquearon los receptores de CX3CL1 en los ratones, la acumulación de placa desapareció, confirmando su papel en los efectos negativos del aspartame.
Implicaciones y próximos pasos
Los hallazgos de este estudio sugieren que el consumo prolongado de aspartamo podría contribuir a enfermedades cardiovasculares al alterar la regulación de la insulina y provocar inflamación crónica en los vasos sanguíneos.
«Los edulcorantes artificiales han penetrado en casi todos los tipos de alimentos, por lo que tenemos que conocer el impacto a largo plazo en la salud», advierte Cao.
Su equipo ahora planea verificar estos resultados en humanos y explorar si CX3CL1 puede ser un objetivo terapéutico para tratar otras enfermedades inflamatorias, como la artritis y la diabetes.
El estudio fue financiado por diversas instituciones, incluyendo la Fundación Sueca contra el Cáncer, la Fundación del Instituto Karolinska y el Consejo de Investigación Sueco, entre otros organismos internacionales.
Estos descubrimientos abren una nueva discusión sobre la seguridad del aspartamo y la necesidad de evaluar más profundamente los efectos de los edulcorantes artificiales en la salud a largo plazo.