El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una condición que afecta a más de 52.000 valencianos y a 435.400 personas en toda España.
Se trata de una discapacidad emergente, que llega de pronto, en cualquier momento y a cualquier persona, que cambia de manera repentina e inesperada la vida de quienes la padecen y la de sus familias.
Ante esta realidad:
la portavoz de Política Social del Grupo Popular en Les Corts, Elena Bastidas, ha instado al Gobierno de Pedro Sánchez a impulsar una Estrategia Nacional de Atención al Daño Cerebral Adquirido en coordinación con las Comunidades Autónomas.
Dicha estrategia debería incluir la participación de asociaciones, el tercer sector y profesionales especializados, garantizando así un enfoque integral que promueva la calidad de vida y la inclusión social de los afectados.
Una discapacidad emergente con cifras alarmantes
El Daño Cerebral Adquirido se define como una lesión repentina en el cerebro que provoca secuelas variables según la zona afectada y la gravedad del daño.
Según la Federación Española de Daño Cerebral Adquirido (FEDACE), su principal causa es el ictus, que representa el 78% de los casos. Otras causas incluyen:
- Traumatismos craneoencefálicos (TCE), muchas veces provocados por accidentes de tráfico.
- Tumores cerebrales, que pueden dañar el tejido cerebral por su crecimiento o por la presión que ejercen.
- Anoxias cerebrales, derivadas de la falta temporal de oxígeno en el cerebro.
- Infecciones cerebrales, como las producidas por el herpes virus.
El daño cerebral adquirido llega de manera imprevista y provoca una discapacidad inesperada ya que nadie piensa que puede ser uno de los afectados.
El impacto de estas lesiones varía enormemente, y las secuelas pueden afectar la percepción, la comunicación, las capacidades motoras, la cognición y las emociones.
En particular, el 44% de las personas que sobreviven a un ictus desarrollan una discapacidad grave, lo que subraya la urgencia de mejorar la atención y rehabilitación.
El desafío de la rehabilitación y la inclusión
El Daño Cerebral Adquirido transforma la vida de la persona afectada y de su entorno, ya que muchas de las actividades cotidianas dejan de ser sencillas y requieren un esfuerzo físico y cognitivo considerable.
Es fundamental que la Administración Pública y las entidades prestadoras de servicios garanticen la igualdad de oportunidades y el acceso a recursos de rehabilitación.
La rehabilitación del DCA abarca distintas áreas:
- Nivel de alerta y control motor: Ejercicios para mejorar la movilidad y la autonomía.
- Recepción de información y comunicación: Terapias para recuperar o compensar la pérdida de habilidades comunicativas.
- Cognición y emociones: Apoyo psicológico para adaptarse a la nueva realidad.
- Actividades de la vida diaria: Programas de autonomía personal y social.
Según Bastidas:
es imprescindible dotar a los afectados de herramientas y recursos suficientes para garantizar su acceso a la atención sanitaria, terapias de rehabilitación y programas de inclusión social
La DCA requiere del consenso en políticas sociales
Las cifras muestran que el DCA es una problemática creciente que requiere una respuesta coordinada e inmediata.
Es por ello que se hace un llamamiento al Gobierno y a las Comunidades Autónomas para que se establezca una estrategia que priorice la detección temprana, la rehabilitación continua y la inclusión efectiva de las personas con Daño Cerebral Adquirido.
Garantizar una atención integral no solo mejora la calidad de vida de los afectados, sino que también contribuye a la construcción de una sociedad más inclusiva y equitativa.
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