En la Comunidad Valenciana, la agricultura no es solo un sector económico, es un pilar cultural y social que define nuestra identidad. Sin embargo, en los últimos años, parece que la conselleria de agricultura ha adoptado una nueva «moda»: escuchar, anotar con boli y papel, y dejar que los problemas sigan su curso. Mientras los agricultores claman por soluciones concretas frente a plagas devastadoras, sequías y mercados desleales, los responsables parecen más interesados en tomar notas que en tomar las riendas. Y lo peor es que esto no es nuevo: es solo la última tendencia en una larga lista de modas inútiles.
Reuniones interminables y ninguna respuesta ni acción concreta
No es la primera vez que los representantes del sector agrícola se quejan de la falta de acción por parte de la conselleria. Hace unos años, la moda era el PowerPoint. Los antiguos consellers llenaban salas con presentaciones interminables, llenas de gráficos, estadísticas y proyecciones futuristas. Pero, al final, esas diapositivas coloridas no se tradujeron en acciones concretas. Ahora, la nueva tendencia es el boli y el papel: escuchar, anotar y archivar. Reuniones interminables, promesas vagas y documentos llenos de buenas intenciones parecen ser el único resultado de estos encuentros. Mientras tanto, los problemas reales —como la sequía, la falta de precios justos para los productos o la competencia desleal de mercados exteriores— siguen sin resolverse.

Y no solo eso. El sector agrícola valenciano está siendo azotado por plagas que amenazan con devastar cultivos enteros. La Xylella fastidiosa, que afecta a almendros y olivos, o el trip de Sudáfrica, que ataca a los cítricos y otros cultivos, son solo algunos ejemplos de cómo las plagas están poniendo en jaque la viabilidad de muchas explotaciones. Estas crisis requieren una respuesta rápida y eficaz, pero lo que reciben los agricultores son reuniones interminables donde se toman notas, pero no se toman decisiones.
Peor aún, la falta de autorizaciones excepcionales para el uso de productos fitosanitarios que podrían ayudar a controlar estas plagas está dejando a los agricultores indefensos. Mientras otras regiones y países actúan con agilidad para autorizar tratamientos de emergencia, aquí nos encontramos con una burocracia lenta y desesperante. Los agricultores se ven obligados a mirar cómo sus cultivos se pierden, mientras esperan que la administración reaccione.
«¿De qué sirven las notas en un papel si no se traducen en medidas urgentes?.»
El uso del boli y el papel se ha convertido en un símbolo de esta pasividad. Los consellers escuchan, anotan, y luego… nada. No hay planes concretos, no hay medidas urgentes, no hay liderazgo. Es como si creyeran que el simple hecho de tomar notas fuera suficiente para justificar su labor. Pero los agricultores no necesitan actas de reuniones; necesitan soluciones. Y, al igual que ocurrió con los PowerPoints, esta nueva moda parece ser otra forma de esconder la inacción detrás de una falsa apariencia de trabajo.
Este enfoque burocrático no solo es ineficaz, sino que también es insultante para un sector que trabaja día y noche para mantener viva nuestra tierra. La agricultura valenciana enfrenta desafíos urgentes, como la falta de agua, el cambio climático, la globalización de los mercados y, ahora, plagas que podrían arrasar con cultivos enteros. Estos problemas requieren acciones audaces y decisiones firmes, no más papeles archivados en un cajón o presentaciones olvidadas en un disco duro.
Es hora de que la Conselleria de agricultura deje atrás las modas pasajeras —ya sean PowerPoints, bolis o papeles— y empiece a tomar las riendas del sector. Los agricultores valencianos merecen más que promesas vacías y reuniones interminables. Merecen un liderazgo que luche por sus intereses, que tome decisiones valientes y que actúe con la urgencia que la situación requiere. Si no es así, corremos el riesgo de perder no solo un sector económico, sino también una parte fundamental de nuestra identidad como pueblo. La próxima moda no debería ser otra herramienta de oficina, sino la acción decidida y el compromiso real con quienes alimentan nuestra tierra. Y, sobre todo, con quienes luchan cada día contra plagas como el trip de Sudáfrica, sequías y mercados desleales para mantener viva nuestra agricultura. Las autorizaciones excepcionales y las medidas urgentes no pueden seguir siendo una quimera.
Nules a 28 de febrero de 2025