Una joya del Modernismo valenciano, el principal mercado de productos frescos de Europa o el Mercado más grande del continente, donde podemos comprar los manjares de la Huerta valenciana y de medio mundo traídos para nuestro paladar.
Pero el Mercado Central, edificio municipal propiedad del Ajuntament de Valencia lleva años abandonado, con una gestión de una asociación que hace aguas desde hace años y lo trata como su cortijo privado, desatendiendo las necesidades de un edificio declarado como Bien de Interés Cultural y que es el mayor mercado del Cap i Casal.
Este verano se han vuelto a batir récords de lipotimias en su interior, alcanzando hasta los 36ºC en los pasillos interiores, una temperatura muy alta para las más de 1.000 personas que trabajan en su interior de lunes a sábado. Una temperatura que unida a la humedad elevaba hasta los 40ºC la sensación térmica y vaciaba los pasillos a partir de las 12 de la mañana.
No ha importado que muchos vendedores se hayan quejado por el género perdido por las elevadas temperaturas, o las 100 lipotimias registradas, incluidas de trabajadores, la asociación que lleva la gestión en sus oficinas a 23ºC no ha sufrido el calor excesivo.
El concejal Santiago Ballester y su equipo no ha movido ni una uña para solventar este problema a pesar de las soluciones que se podrían haber aplicado. Parece que este mercado no está entre sus prioridades y que lo han abandonado a su suerte. Da igual que la gente se desmaye o que se vulnere la legislación de seguridad e higiene en el trabajo, Ballester se muestra indiferente, impasible, con una absoluta falta de empatía por los problemas de trabajadores y clientes.
Ahora charcos dentro del Mercado
Las lluvias de estos días han hecho florecer otro problema, las goteras. Los pasillos se han convertido en pistas de patinaje donde los resbalones son frecuentes.
Si en verano una visita al Mercado Central se parece mucho a visitar una sauna, ahora parece que estás en la pista de patinaje
Los problemas aumentan y las soluciones son ninguna. Muchos de los vendedores se quejan de que cuando se lama a la Concejalía les advierten que la gestión es privada ys e lavan las manos, y en las oficinas del Mercado d e la gerencia o no les atienden o les invitan a llamar a Concejalia.
Unos y otros se pasan los problemas y nadie los socluciona, lo que popularmente se denomina “tres pa’l sac i en sac en terra” o “todos se llaman andana”.
Ya se han registrado los primeros resbalones y podemos tener una desgracia en un edificio completamente abandonado desde su rehabilitación de 2007. hace 17 años que nos e ha efectuado obra alguna de reparación ni mantenimiento en el edificio, haciendo una dejación de funciones clara el Ayuntamiento con su labor in vigilando y de cuidado de nuestro patrimonio.
Parece que Santiago Ballester sólo se le ha ocurrido que la limpieza tras casi 20 años de las vidrieras se retrase hasta finalizar las obras de los Santos Juanes…
Por no hablar de las goteras permanentes en el sótano en la zona de pescadería o las que aparecen y desaparecen en otras zonas, solventadas con cubos y otros artilugios, pero nunca reparadas.
Un Mercado abandonado por las autoridades competentes.